domingo, 7 de junio de 2009

EL BIEN PENSANTE. ( BUEN EJEMPLO, PARA QUIEN???)







Julio Quijano
El Universal
Domingo 07 de junio de 2009
julio.quijano@eluniversal.com.mx



Que George Clooney tiene un gusto fetichista por las camareras. Que su vida es paralela a la de Rock Hudson (y que por lo tanto es homosexual). Que en Inglaterra tiene un doble que ha decidido emprender una carrera como actor. Que Julia Roberts fue la novia que más amó. Que la lista de sus amantes incluyen a Salma Hayek, Lucy Liu y Renee Zellweger.

El mundo de la farándula está lleno de chismes sobre George Clooney y en medio de ese mar de amarillismo, el actor se ocupa de hacer una carrera coherente con sus ideales de liberal de izquierda y enemigo de las guerras preventivas que tanto presumió la administración Bush.

Así que su película Good night and good look podría interpretarse como una declaración de principios. Basado en la vida del periodista estadounidense Edward R. Murrow (aquel que primero alertó sobre el riesgo de que la televisión podría convertirse en una caja de luces sin contenido y que le ganó la guerra a Joseph McCarty con lujo de inteligencia), Clooney escribió el guión y dirigió esta película con la convicción de mostrar el rumbo que tomaría su carrera a partir de entonces.

Hasta antes de ese año (2005) su oficio había deambulado como la de cualquier galán de Hollywood entre cintas inspiracionales y comedias románticas. Hizo Batman y Robin (de las versiones más criticadas por los fans), Spi kids, Ocean’s eleven y muchas otras que garantizaban buenos ingresos en taquilla. Los únicos atisbos de lo que sería después, se pueden ver en su actuación en Tres reyes, alucinante alegoría de tres soldados desertores del ejército estadounidense en la Guerra del Golfo y sus frecuentes apariciones en South Park, la irredenta caricatura que satiriza todos los valores y símbolos estadounidenses.

Buenas noches y buena suerte fue su segundo filme como director. En la secuencia final, cuando Murrow y su editor salen de la televisora luego de que su programa ha sido cancelado, la cámara se detiene en un monitor que está al aire y en el que un locutor comenta que en Estados Unidos, cualquier hombre puede hacer frente a la empresa o institución más grande y obtener justicia.

Y eso ha intentado Clooney al combinar su trabajo de productor y director de cine con el de activista político. En 2006 filmó Syriana, que denunciaba los abusos y manejos corruptos de la industria del petróleo cuya ambición llegaba a los límites de inventar guerras. El filme fue fallido, pero los ideales estaban bien marcados.

Como todos los demócratas, Clooney practicó el tiro al blanco con la administración Bush. Cuando el vicepresidente Dick Cheney desapareció de la esfera pública luego del fracaso en Irak, el actor declaró en una entrevista a la revista Esquire: “Hay dos opciones: lo están guardando porque en este momento es el único hombre con la popularidad más baja que Bush, o está buscando abogados para defenderse”.

En 2009, Clooney tuvo un encuentro con su pasado: apareció en un capítulo de la última temporada de E.R., lo cual no sólo sirvió para aumentar la audiencia de ese capítulo (10 millones de personas lo vieron por NBC) sino para notar lo lejano que está el Clooney 2009 de aquel que comenzaba su carrera en 1984 como el médico Doug Ross que salvaba la vida de niños mientras resolvía su vida amorosa.

Ahora, el interés de Clooney es salvar a Darfur de los horrores de una guerra: fundó la institución de caridad “No ante nuestro ojos” y ha visitado dos veces Sudán en misiones de Naciones Unidas. La noticia más reciente sobre su activismo es que agregó su firma para la campaña en internet para la liberación de la opositora birmana Aung San Suu Kyi, presa desde el año pasado.

Como todo actor de Hollywood con intenciones izquierdistas e ideales de igualdad, Clooney debe lidiar con el asunto de la coherencia: ¿Cómo es posible que hable de defender derechos humanos y enarbolar causas sociales si su vida es un glamour constante y muchas de sus cintas siguen siendo típicas fantasías estadounidenses?

La respuesta es simple e irrebatible: “En Irak he visto con mis propios ojos a una mujer sacando de un pozo la cabeza de su hijo”. ¿Cómo puede uno volver a su casa después de eso y fingir que no ha pasado nada?”.

En entrevista con Hola, llegó a aceptar que se siente culpable por tener una mansión en Italia y “llevar la vida que llevo”.

Pero en su descargo, habría que notar que no es un idealista dogmático: “Hace cincos años yo pensaba que lo sabía todo de política. Ahora me doy cuenta de que todos los días hay cuestionar todo lo que ves”.

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