viernes, 12 de agosto de 2011

Entre pataletas la Suprema Corte le concede la razón a López Obrador POLIMNIA ROMANA

En votación dividida, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que el gobierno capitalino debe indemnizar a la empresa Promotora Internacional Santa Fe, antigua dueña del El Encino, ante la imposibilidad de restituirle el predio por la afectación social que ello implicaría.

En pocas palabras, los ministros José Ramón Cossio, Fernando Franco, Arturo Zaldívar, Luisa María Aguilar, Sergio Valls y Olga Sánchez Cordero lograron que se antepusiera el beneficio común al supuesto derecho a la propiedad privada que arguyeron los ministros que votaron en contra, ni más ni menos que Salvador Aguirre, Margarita Luna, Jorge Mario Pardo, Guillermo Ortiz Mayagoitia y el mismo presidente de la Corte, Juan Silva Meza.

Es una pena que este asunto se convirtiera en instrumento para golear al entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, quien se perfilaba como la mejor opción para ocupar la Presidencia de la República.

Finalmente el tiempo y las circunstancias han venido reivindicando la figura de un hombre que, a pesar de la terrible embestida de la derecha y de los dueños del dinero, no ha perdido de vista que el interés general está por encima de los intereses de unos cuantos, que han frenado el desarrollo de México como nación libre y soberana.

A la derecha ya no le funcionarán los mismos recursos que utilizó en las pasadas elecciones presidenciales para desanimar a la gente y cancelar la posibilidad de un cambio real en el país.

Estas pequeñas muestras, así como los nefastos resultados de una administración que asumió el poder sin un proyecto definido, lejos de desanimarnos nos están alentando para continuar organizándonos en torno al nuevo Proyecto de Nación que ha presentado Andrés Manuel López Obrador para salvar al pueblo y a la nación.

Poco a poco los mismos que fraguaron sin éxito la destrucción del capital político de López Obrador, han ido sacando a la luz los arreglos que desde el poder urdieron para cerrarle el paso. Como no lo lograron, hoy confunden a la opinión pública divulgando que ya no tiene oportunidad de ser el Presidente de la República porque se ha radicalizado y la izquierda “moderna” postulará a alguien que no confronte a la población, y que sume voluntades.

Pues fíjense que no es así.

El discurso de Andrés Manuel no incita ni a la confrontación ni a la violencia, al contrario, es totalmente pacífico. Sin dejar de denunciar los actos de corrupción y de impunidad que han ocasionado la descomposición social y el deterioro de nuestra economía, su propuesta busca encaminar los esfuerzos de los mexicanos para recuperar nuestras industrias nacionales, nuestro campo; dar prioridad a la atención de los jóvenes y combatir a los verdaderos enemigos de México, que son la desigualdad, la pobreza y la injusticia.

Qué bueno que, aunque tarde, seis ministros de la Suprema Corte hagan valer la razón y enmienden lo que de origen fue una aberración jurídica

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