viernes, 19 de agosto de 2011

Peña Nieto, el maniquí-- FEDERICO ARREOLA


Altamente ornamental. ¿Habría otra manera de describir al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto? Creo que no.



Al margen de otras virtudes que él posea, que algunas tendrá, Peña Nieto se ha ganado la candidatura del PRI a la Presidencia de la República y hasta podría llegar a la Presidencia solo por saber peinarse, vestirse, sonreír, posar.



Será, claro que sí, otra de esas clásicas esferas navideñas porque, como Vicente Fox, Miguel de la Madrid, José López Portillo y muchos otros que han llegado al poder, don Enrique simple y sencillamente estará de adorno en Los Pinos.



Así lo han querido los poderes fácticos, esto es, Televisa y Carlos Salinas de Gortari: decidieron recuperar la Presidencia no postulando a su mejor hombre, al más capacitado para gobernar, al de los mejores proyectos. Nada de eso. Televisa y Salinas jugaron a la segura: seleccionaron para volver a Los Pinos no a un estadista, que alguno habrá en el PRI, sino a un actor, casi a un maniquí.



Hasta ahora les ha dado resultado. La figurilla de cartón y plático apellidada Peña Nieto, convenientemente acompañada por la señora Gaviota, ha convencido de que lo apoyen a no pocos mexicanos y, sobre todo (tristemente para las mujeres) a un número excesivo de mexicanas.



El guapo gobernador, bien vendido como la Coca Cola ligth, lleva una impresionante ventaja en las encuestas.



Nada relevante ha hecho en el Estado de México, da igual: a la gente no le importa. No resolverá ninguno de los grandes problemas de la nación, es lo de menos: los convencidos por Televisa, personas claramente manipulables y manipuladas, no desean tomarse la molestia de pensar.



Y así, un muñeco, bien acompañado de su muñeca, es el futuro que el PRI y la televisora de Emilio Azcárraga Jean nos quieren recetar a los mexicanos.



Si se salen con la suya, tiempo de sobra habrá para que se arrepientan. Porque el país en guerra y en crisis económica no está para más frivolidades.

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