Campañas color de rosa inundadas con “propuestas” y spots dulcificados era la intención de los políticos con la reforma electoral del 2007. Sí, esos mismos políticos que la celebraron con bombo y platillo, son los mismos que ahora se dicen sorprendidos por el IFE y las restricciones que ahora son objeto, los 42 millones de spots que se adjudicaron parece que no les son suficientes. Quisieron esconder la cola y quitarle poder a los medios, acabaron enrejados detrás de la ley y mendigando entrevistas.
Ante una ley que nadie entiende, el IFE la interpreta a su modo, el árbitro convertido en la estrella del juego, regula debates, califica al periodismo genuino, condena sin prueba, determina el número de entrevistas a un candidato o el contenido de la misma, o el TRIFE que determina que el artículo sexto constitucional, que salvaguarda la libertad de expresión, “no aplica en materia electoral”. El Frankenstein volviéndose en contra de su creador.
Y a río revuelto las redes sociales se inundan, lo que antes eran campañas negativas, ahora son guerra sucia. Surgen videos en donde lo mismo se acusa a JVM de alcohólica o corrupta, a EPN de la muerte de su esposa, ó a AMLO de querer instaurar una nueva Cuba en territorio nacional (o al menos una Venezuela) todos, todos, sin prueba que lo sustente. En el colmo metidos en su vida íntima. Casualmente, quienes se quejan de los ataques hacia su candidato, son exactamente los mismos que reproducen los que son dirigidos al rival, lo que no se vale con el que simpatizo, se vale con el adversario, “hágase la guerra sucia en los bueyes de mi compadre”. Ante la imposibilidad de hacer campaña “formal” este mes y medio que viene, los ataques habrán de crecer, protegidos por el anonimato de internet.
No me asustan las campañas negativas, creo que su prohibición es uno de los grandes errores de la reforma electoral, el candidato indagando en los errores del rival para exhibirlo ante la sociedad buscando restarle puntos es una constante en la vida democrática de cualquier país. Desde luego se puede prestar a infundios, infundios que por supuesto pueden ser contestados por el agraviado y que la ciudadanía puede reconocer. Y es que no, a pesar de lo que crean los políticos, los votantes no vivimos en una infancia perenne, ni somos entes sin voluntad ni conciencia, podemos diferenciar cuando se tuerce la realidad. Pero la guerra sucia no es lo mismo que las campañas negativas, las primeras nos sumen en una espiral de la que quizá no podamos salir y heridas que no pueden sanarse, ir a buscar los secretos de la amante en turno, cuestionar la relación madre-hija o alterar fotografías destruyen la salud de las campañas. En Bots y usuarios fantasmas también encuentran nuevas formas, colocando TT que lo mismo atacan de manera artera al contendiente pero que sus simpatizantes no tiene pudor en repetir.
La dimensión más real de un candidato no se conoce en spots. Por entrevistas sé por ejemplo que AMLO sigue pensando en el estado como detonante del desarrollo del país, que piensa utilizar 800 mil millones de pesos de ahorros para ello (300 mil por programas de austeridad, 300 mil por combate a la corrupción y 200 mil por una reforma fiscal), y que piensa abrir otra LyFC, por su discurso me he enterado que Josefina nos va a cuidar como ha cuidado a su familia (“Hoy me comprometo a cuidar a sus familias como he cuidado a la mía ”) y que cuidará a México como ha cuidado su casa (es la única “idea” que hasta el momento ha podido proyectar), por sus acciones sé que EPN, el que encarna “nuevo” PRI, es el mismo que tiene como aliados al niño verde y a Marín, Ulises Ruíz y Fidel Herrera (entre otros), y que promete un país que no pudo siquiera bosquejar como primera mayoría en el congreso.
Por eso me gustaría escuchar a AMLO preguntar a Josefina si tiene una idea de país aparte de la que le ha dado su experiencia maternal (JSHM dixit), a Josefina cuestionar a EPN de los miles de feminicidios en el estado de México y su manipulación de las cifras de homicidios dolosos en su último informe de gobierno o a Peña Nieto pidiéndole a AMLO aclarar si la nueva LyFC que pretende edificar será para entregársela a Martín Esparza.
Si, que critiquen y hagan pedazos sus propuestas, que evidencien sus faltas en su experiencia de gobierno, que acrediten sus debilidades, que exhiban sus carencias, que documenten sus pillerías, que demuestren sus limitaciones, pero que tengan la civilidad, la madurez y la grandeza de rechazar las campañas negras, aquellas dirigidas al oponente que con argumentos falaces lo denigran y sobajan, que más que para contrastar argumentos sólo sirven para dividir al país.
¿Podrán hacerlo?, ¿querrán hacerlo?
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