lunes, 6 de febrero de 2012

Josefina, de Venus; Enrique, de Marte, y AMLO demasiado humano-- ANEL GUADALUPE MONTERO DÍAZ

La contienda panista, no ofreció mayor sorpresa al elegir a la señora Josefina Vázquez Mota como su candidata a la presidencia de la república. Lo que sí evidenció fue un desgaste innecesario de los contendientes de cara a la elección del día de ayer.

A final de cuentas, estimado lector, sucedió lo que en todos los partidos políticos. Eligieron al aspirante más popular, pasando por alto al mejor preparado. Es lógico. México es un país con una tradición democrática relativamente joven y el ciudadano mexicano que es producto de un sistema educativo en crisis, no tiene pudor a la hora de vender o transar el voto o de plano votar “por el más guapo”.

De esta manera, el sistema se mantiene y reproduce a sí mismo. Los partidos no buscan estadistas a la altura de las necesidades de nuestro país, lo importante son los votos. En ese sentido, Vázquez Mota recuerda al ex presidente Vicente Fox. Durante su campaña, nunca explicó los “cómo”, pero no hizo falta. De ganar la presidencia, quienes mueven los hilos detrás de ella serán quienes realmente gobernarán los destinos del país.

En ese orden de ideas, no hay gran diferencia entre Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. Ambos apuestan por la imagen y por las campañas de publicidad que les ayudarán a construir y consolidar la percepción positiva que de ellos tiene el electorado. La forma se impone al fondo en un país dominado por el “homo videns” de Giovanni Sartori.

Así las cosas, con la señora Vázquez Mota el factor de género está jugando un rol importante. “El hecho de ser mujer” es una condición que ha sido explotada por detractores, adversarios y simpatizantes, pero también está en la mente del ciudadano de a pie la percepción de que ayuda en cierta forma a “humanizar” la política.

No hay nada más alejado de la realidad. Quien así piensa, evidencia una misoginia escondida bajo el estereotipo de la ternura, la compasión y la capacidad de analizar o percibir los hechos de forma atribuible solamente al instinto de las mujeres.

El silogismo simple a partir del cual se entiende el razonamiento del mexicano promedio, parece ser el siguiente: “Las mujeres son de Marte y los hombres son de Venus, ergo Josefina debe ser Presidenta” y evidencia un profundo desconocimiento de la historia de las mujeres en el poder y de cómo funciona el mundo real para nosotras.

¿Está México preparado para ser gobernado por una mujer? Sí ¿Es Josefina la indicada? No.

En el mundo real, pocas veces la condición de género juega a favor de las mujeres. Sin embargo, en el rol que representa ahora Vázquez Mota en su partido, la cuestión de género se vende como cualidad y ventaja, cuando no funciona así para los ciudadanos de a pie.

Quien considera lo anterior, pasa por alto que una mujer exitosa debe ser excelente en su área, probablemente la mejor y debe sortear además el acoso, la descalificación y la agresión de aquellos que la consideran una amenaza que atenta contra el statu quo de quienes siguen pensando que el lugar de las mujeres es en la cocina, aunque en público asuman otra postura totalmente diferente.

Las mujeres que logran destacar en cualquier ámbito, han probado ser mucho más despiadadas que un varón en más de un sentido. De tal forma, que la historia, esa gran maestra, nos brinda un gran ejemplo en la persona de Golda Meir, la legendaria primer ministro israelí. En un ambiente hogareño, ofreciendo galletitas recién horneadas a los más poderosos líderes del mundo, consiguió lo necesario y tomó decisiones que hubieran hecho vacilar al hombre más templado.

Cleopatra, Catalina la Grande, Boudica, la reina Victoria, Isabel I y II, Margaret Thatcher, Eva Perón, Indira Gandhi, Bachelet, Merkel y Kirchner son paradojas del mito femenino que otorga características especiales a las mujeres que las hacen competentes para gobernar en un mundo de hombres.

Es frecuente, sin embargo, que se omita el hecho de que llegaron al poder precisamente porque sus modus operandi compitieron “téte –á- téte” con los del sexo opuesto. Esa es la paradoja de las mujeres en el poder.

El mundo funciona, piensa la mayoría, porque la mujer es la que da a luz a los hijos, los cuida y los educa mientras el hombre sale a ganar el sustento diario. Esa perspectiva telenovelera de la vida hace tiempo fue rebasada por la realidad, pero Vázquez Mota seguramente sacará provecho de la educación que los ciudadanos mexicanos han adquirido a través de los mass media mexicanos.

En ese sentido, Monsiváis afirmó que la educación emocional de nuestro país, ha corrido a cargo del monopolio televisivo y esas generaciones de ciudadanos formados utilizando a la TV en calidad de niñera, son los que tienen en sus manos en estos momentos la democracia mexicana a través del ejercicio del voto el 1° de Julio.

Nunca como hoy, la cuestión de género tendrá tanto peso para la toma de decisiones del electorado mexicano, pasando por alto las propuestas, estrategias, visión y capacidad de liderazgo del aspirante presidencial.

Y mientras esto sucede, México se polariza y corre el insulto fácil y la descalificación entre tirios y troyanos ¿Y los políticos? Bien, gracias. Riéndose de todos nosotros, negociando entre ellos y buscando el poder per se.

¿Usted qué opina, estimado lector?

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