El infatigable y admirable Paco Ignacio Taibo II, no obstante tener una exitosa y vasta obra, y sin la hipocresía de la pretendida pero inexistente objetividad intelectual, se da tiempo para el proselitismo político y la “creación de conciencia”. Y lo hace a través de su vocación de intelectual de izquierda, conferenciando y debatiendo por doquier o en círculos de estudio, como lo hizo por ejemplo en 2006 en las tiendas de campaña del plantón.
Luego de la elección de Miguel Mancera como candidato de la izquierda al gobierno del Distrito Federal, mostró su descontento, más que contra el personaje –quien pese a su currículum y buen trabajo le ha parecido de poca izquierda y blandengue, carente de proyecto político-, contra el método y proceso de selección que se vivió como una cargada a favor del ex procurador de la ciudad (“si esto es la izquierda, que vayan y chinguen a su madre”; “el futuro de la izquierda en el DF valió madres”).
Se entiende su enojo, asimismo el de muchos ciudadanos de la ciudad de México que desde 1997 han optado por la opción de la izquierda. También es de entenderse que Marcelo Ebrard, una vez descartado Mario Delgado, haya apoyado francamente a Mancera pensando en el 2018, sopesando quizá a quien podría enfrentar en un proceso de selección en ese futuro. Y naturalmente, se entiende que este proceso ha obedecido, para mal o para bien, al acuerdo López Obrador-Ebrard en la definición de la candidatura presidencial.
Ahora que se ha dado a conocer el equipo de campaña y de asesores del candidato Mancera, se afinan las perspectivas. Con nombres como los de René Drucker, Héctor Bonilla, Gerardo Fernández Noroña y Martí Batres (en veremos por su aspiración a la delegación Iztapalapa), sumados a los de Martha Lucía Mícher, Epigmenio Ibarra, Porfirio Muñoz Ledo y, sorpresa grata, el del propio Paco Ignacio Taibo II, por decirlo así, el candidato le ha añadido izquierda a su centro.
Miguel Mancera tiene un perfil que hace pocas lustros jamás habría pasado en la izquierda (menos el de Ebrard). Los estudiantes y egresados de la Facultad de Derecho, por ejemplo, eran vistos como la derecha o el ala priista de la UNAM, contrariamente a los de Ciencias, Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales. Sin embargo, los tiempos han cambiado y la dinámica política en la ciudad define de manera distinta los ángulos desde 1997.
Es por ello que sea cual haya sido la negociación para limar asperezas, con la incorporación del equipo de campaña anunciado, el cual es de esperarse sea el núcleo del próximo gobierno del DF, y pese a Los Chuchos, no parece que la izquierda vaya a valer madre del todo en la ciudad de México como había temido el autor del nuevo libro sobre El Álamo (del cual entregaré pronta reseña). Y no porque el PRI pudiera tener una mínima posibilidad de “alternancia”, como mañosa e inútilmente reclama Beatriz Paredes, sino porque algunos de estos personajes tienen en sí mismos una resonancia real de izquierda.
Y en todo caso, precisamente por ello es importante que estén presentes cerca de Mancera talentos como el propio Paco Ignacio Taibo II –para así, en el camino, irlo “empujando hacia la izquierda”-, como expresiones dignas de la democratización en la ciudad de México.
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