martes, 4 de diciembre de 2012


Ni vandalismo ni autoritarismo

Ricardo Monreal Ávila


La información y las primeras fotografías que circularon en las redes sociales el pasado 1 de diciembre sobre lo que acontecía en los alrededores de San Lázaro eran explícitas y preocupantes. Un joven arrojando sangre por la boca, unos lentes sobre el pavimento cubiertos de sangre coagulada y la identificación del nombre de la víctima, “Carlos Valdivia”: tenían más de media de hora difundiéndose por Twitter, SMS y MMS.
A la hora que subí a tribuna, ninguna autoridad había desmentido la información. Consideré conveniente aludir a lo que se estaba viviendo afuera de San Lázaro, a unos cuantos metros de nosotros, en un edificio herméticamente blindado y sellado al mundo exterior. De la redes, de algunos conductores de noticieros y de funcionarios del DF que generalmente son confiables tomé la información sobre la víctima fatal a la que aludí en la tribuna legislativa, al fijar la posición de Movimiento Ciudadano sobre la toma de protesta de Enrique Peña Nieto.
Inmediatamente después vino la información de las autoridades y la negativa sobre presuntas víctimas fatales en tales enfrentamientos. En lo personal, al filo de las tres de la tarde, corregí la información que había difundido en el pleno de la Cámara, desde la tribuna que tenía más a la mano, mi cuenta de Twitter, deseando el pronto restablecimiento del estado de salud del joven herido.
No hubo víctimas fatales, lo cual es un hecho a destacar y a valorar positivamente. Sin embargo, sí hubo heridos graves en ambos bandos, manifestantes y policías, lo cual es un saldo lamentable y deleznable, porque desde los enfrentamientos de Atenco en 2005 no presenciábamos estos enfrentamientos y el saldo rojo en una manifestación de protesta política.
Que quede claro. Condenamos los hechos de violencia que se suscitaron el pasado 1 de diciembre en la Ciudad de México, en Guadalajara y en otros lugares del país, donde resultaron heridos ciudadanos y policías. Deseamos sincera y humanamente que se restablezca el estado de salud de todos ellos.
De la misma manera, exigimos una investigación profunda, imparcial y profesional de los hechos de violencia y el castigo de los responsables.
También estamos demandando se indague la procedencia y actuación de diversos grupos que actuaron de manera concertada y uniformada (por ejemplo, jóvenes vestidos de color kaki, portando un guante negro, o personas encapuchadas de negro, con la letra A en su vestimenta), los cuales se inmiscuyeron entre los manifestantes convocados por el movimiento #YoSoy132 y confundiéndose como parte de ellos. De manera especial, exigimos se investigue a los grupos autodenominados Anarquistas y a la Unión de la Juventud Revolucionaria México, que han señalado que recibieron 300 pesos por cometer actos vandálicos.
Por nuestra parte, vamos a apoyar la presentación de denuncias ante la Comisiones de Derechos Humanos (nacional y en las locales del DF y Jalisco) por el abuso de autoridad y el uso indebido de la fuerza pública, en el caso de los policías que hirieron a los manifestantes, así como por la detención arbitraria de personas que no participaron directamente en los hechos de violencia. Tanto en la Ciudad de México como en la de Guadalajara existen detenidas personas inocentes cuyo único delito fue encontrarse en el lugar equivocado a la hora equivocada y sin vinculación alguna con los hechos.
Cabe recordar que en el conflicto poselectoral de 2006, cuando más de 100 mil personas marcharon en dos ocasiones por Paseo de la Reforma, encabezados por López Obrador, no se presentó el rompimiento de un cristal, de un parabrisas o de un foco del alumbrado público.
Por ello, procede denunciar también la manipulación, la perversidad y maledicencia con la que algunos sectores de opinión buscan vincular ahora a AMLO y a sus seguidores con los hechos de violencia del pasado 1 de diciembre. Es la misma mentalidad facciosa y diazordacista con la que siempre se busca encontrar o fabricar culpables detrás de los movimientos y acciones de protesta. “No quiero saber quiénes son los protestantes ni lo que piden, sino quién está detrás de ellos” era la información “clave” que buscaba la policía política y los políticos policías del antiguo régimen. Casualmente, hoy esa mentalidad está de regreso en esferas oficiales y en algunos medios, con la restauración del PRI en el poder.
Guste o no, las convocatorias de López Obrador —aquéllas y todas las otras movilizaciones que él conduce y canaliza— son de estricta resistencia pacífica y no terminan entre nubes de amoniaco, azufre y gasolina, que son los elementos químicos del anarquismo.
Reiteramos nuestro rechazo a la violencia como la principal amenaza a la democracia y a las libertades ciudadanas. Ratificamos nuestro compromiso con la lucha política pacífica y constitucional, al tiempo que alertamos sobre la restauración y el retorno de dos extremos de la política violenta: el vandalismo y el autoritarismo. Ninguno de los dos sirve a México.
Twiter.@ricardomonreala

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