viernes, 24 de julio de 2009

Campos Elíseos Katia D´ Artigues

La carta que desnuda al Presidente
Los colores de la maestra


Felipe Calderón no debe estar nada contento con la publicación de la carta. Debe sentirse balconeado, ¿quizá desnudado? No es para menos.

Me refiero a la carta que publicó anteayer Marco Levario en la revista etcétera. Una carta que —no dice cómo— él tenía hace tiempo en sus manos y que decide hacer pública… justo ahora.

Escrita en 1996, Carlos Castillo Peraza le escribió al actual Presidente, cuando le dejó la presidencia del PAN. Una carta autentificada por el mismo hijo del político, Carlos Castillo López.

Es casi como tener un atisbo a una sesión privada de ese sicoanálisis cariñoso, casi de espejo, que sólo pueden hacer sobre nosotros quienes más nos quieren y/o conocen.

En ese momento, 1996, es lo que había entre Calderón y Castillo Peraza: una relación casi de padre-hijo con todas sus complicaciones. Más porque sería un hijo que habría de alejar al padre por hacer las cosas a su manera, pero también un hijo que nunca dejó de reconocer —y luego extrañar mucho— al padre con el que se confrontó. Sólo él sabe si la sorpresiva muerte de Castillo, en 2000, les permitió una verdadera reconciliación.

La carta se da tras una plática en la que Calderón le confió a Castillo Peraza dos frases clave sobre las que elabora y que él cree emparentadas: “Si no me meto, no me hacen caso” y “No he encontrado mi alter ego”.

El punto clave es cuando Castillo le dice a Calderón que tiene que confiar en su equipo, tener así muchos alter egos.

Y recurre a una metáfora que el mismo Calderón ha comentado que le espetaba Castillo cuando él, joven, le increpaba algunas decisiones: que el liderazgo político, al menos, era una suerte de trineo en el que “el perro de adelante” sabía a dónde iba y los de atrás (con una vista no del todo hermosa) tenían que confiar en que el de adelante sabía lo que hacía. Había momentos para ser perro de atrás y luego perro de adelante.

En esta carta, sin embargo, le dice, cariñosamente que tiene que confiar en su equipo. Ser el can mayor de varios trineos, pero confiar en los “perros” que guían otros trineos.

Si no lo hace, casi presagia: “Te ahogará el trabajo. Y sabrás todo, pero no presidirás. Y tendrás a tu gente en el temor, en la disciplina pero no en el entusiasmo ni en la creatividad”.

En ese tono de padre sigue: “Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra”. Luego le sugiere cómo tratar a su equipo: “No les digas ni te metas en el cómo y confía; corre el riesgo de confiar”.

Han pasado ya 13 años de esa carta. El joven que la recibió y la leyó tenía 33 años y era presidente del PAN; ahora tiene 46 y es Presidente… de México.

¿Habrá cambiado desde entonces? ¿Habrá aprendido a confiar y encontrar alter egos? ¿A no ahogarse en el trabajo, saber y presidir? ¿A que su equipo tenga entusiasmo y creatividad?

Por lo que vemos, pero siempre desde fuera —sólo él sabe qué piensa y siente—, no.

Confiado sólo en un pequeñísimo grupo compacto bajo la máxima de Václav Havel de “más vale la inexperiencia temporal al sabotaje permanente” (frase dicha por el mismo César Nava, citando al Presidente), también le ha fallado. O… por razones fuera de cualquier lógica ya no están.

Me refiero a si dos —de muy poquitos— alter egos en los que confió la dirección de un trineo fueron JC Mouriño y Germán Martínez.


Preocupada por violaciones al espíritu del tercero constitucional y los “principios rectores” de la educación pública nacional, Elba Esther Gordillo le escribe un desplegado a Alonso Lujambio, secretario de Educación.

Ella dice que en las escuelas se hace ¡promoción política! Que, ¡oh!, hasta escuelas y uniformes se pintan de colores partidarios: rojo, azul o amarillo, dice. Eso está mal, muy mal, sobre todo tratándose de pequeños niños en formación, de lucrar con la “necesidad de la gente”.

Tiene toda la razón. ¡Qué barbaridad! Es como si los maestros hicieran un partido político y luego se asociaran por igual con rojos, azules o amarillos.

Marcha mañana en Hermosillo para exigir justicia por las víctimas de la guardería ABC. Mientras, la PGR anuncia la localización de cuatro presuntos culpables, que huyeron a Estados Unidos. Que no dan nombres para no entorpecer el caso. Ja, pero ya les dijeron que están ubicados. Hoy en recuerdo de Denisse Alejandra Figueroa Ortiz, Lucía Guadalupe Carrillo Campos y Jazmín Pamela Tapia Ruiz, tres pequeñas de los 48 niños que no debieron morir. Y otros 16 niños que aunque sobrevivieron ahora tienen problemas respiratorios.


Una mala, una buena y otra mala para el PRD-Michoacán. Mala: sí mataron al primer suplente de Julio César Godoy, el hermano incómodo del gobernador, fugado y hoy diputado electo. Buena: sí pudieron poner a un suplente del suplente después de su asesinato. Mala (complicado pero interesante): el suplente (bis) es Israel Ceja Madrigal, quien fue encargado de Tumbiscatío en 2005, cuando el síndico —y presidente municipal en 2008— era Adán Tafolla Ortiz, preso y acusado de proteger a La Familia.


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