artículo de Pablo Gómez en milenio
¿Otra vez catarrito? No se sabe si Calderón encontró a Carstens en el FMI o si esta institución lo recomendó como secretario de Hacienda de México. Quizá fue una operación de “búsqueda de cerebros” de mutuo consentimiento. El caso es que Carstens llegó a Hacienda y lo más que se le ocurrió fue confundir una pulmonía con un catarrito. El resfriado diagnosticado por Carstens valió una disminución de 6.5 puntos porcentuales del PIB de México. Ahora, desde el Banco de México —gobernador se le llama—, Carstens se postula para el puesto de director-gerente del Fondo Monetario Internacional, de donde no debió haber salido nunca. Allá estaba su sitio. Lo primero que salta a la vista es que Carstens no tiene el menor compromiso con la institución que dirige, el Banco de México, y donde se encuentra gracias al nombramiento de Calderón a partir de su separación como secretario de Hacienda por motivos políticos, y al apoyo casi ritual del PRI, la dizque oposición que nunca le ha regresado ningún nombramiento a Calderón ni tampoco ningún proyecto fiscal como el mentado IETU y la elevación de la tasa general del IVA, para hacer frente al catarrito diagnosticado por el mismo Carstens. Además, la Ley del Banco de México no contempla la renuncia, lo cual es incompatible con la candidatura de Carstens al FMI, a menos que se declare alguna inhabilitación. El asunto, al fin, es que Carstens —se dice— es candidato de México a director-gerente del FMI, lo cual se presenta como una opción de las “economías emergentes”. Pero no lo es porque Carstens podría ser el mejor candidato del gobierno de Estados Unidos si no fuera por aquel compromiso aún vigente que consiste en que el puesto es de los europeos. Por lo que toca a las “economías emergentes”, la verdad es que sólo la nacionalidad de Carstens liga al doctor catarrito con Brasil, India, etcétera. Carstens es un candidato esquirol para el ex Tercer Mundo. Es un candidato de Estados Unidos presentado desde el sur. Mas el problema de Washington es que Europa necesita más que nunca el puesto de director-gerente del FMI, ya que es justamente la zona euro donde mayores rescates se están produciendo. Europa no va a ceder el puesto a menos que le hagan una mayoría, por lo demás difícil de lograr. Estados Unidos no podría tan fácilmente decir a los europeos que tiene un tercermundista propio que podría dar otra imagen al FMI, pues a esa institución le importa un bledo su propia imagen. En cambio, a los europeos les importa mucho los fondos del Fondo. La única posibilidad de Carstens, al parecer, es que Lagarde sea procesada por la fiscalía francesa, lo cual se va a dilucidar en los próximos días. La cuestión no consiste en cambiar la imagen del FMI con un gerente del sur que piense como del norte, sino en cambiar de política. Las condiciones que impone el Fondo a sus clientes suelen ser ruinosas para sus economías, en especial para los derechos sociales. El Fondo es en realidad el garante de que los países que deben puedan pagar a sus acreedores, quienes obviamente son quienes manejan los gobiernos que votan en el Fondo y toman las decisiones. El FMI no necesita a Carstens, pero tampoco lo necesita México como país. La mayor disponibilidad de recursos no ejercidos del FMI la tiene justamente México en este momento, como un medio de prevenir unsuperefecto tequila como consecuencia de una eventual acometida especulativa. Lo que no se necesita negociar es la carta de intención, pues ésa ya se conoce: la ha enunciado Carstens como secretario de Hacienda y Calderón como seguidor de las recetas fondomonetaristas
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