Desde que el salinismo las incorporó a la vida política nacional, para dar verosimilitud a sus maniobras fraudulentas, si algo hemos aprendido de las encuestas es que éstas no reflejan lo que opina la gente, sino lo que desean que opine la gente que las manda a hacer. Una de las más recientes, publicada por un diario oficialista el lunes antepasado, midió las preferencias de militantes y simpatizantes de cada partido en relación con los posibles candidatos a la Presidencia de la República.
En cuanto al PRD, el ejercicio mostró que una abrumadora mayoría de la militancia (67 por ciento) desea que su abanderado sea Andrés Manuel López Obrador, mientras de los simpatizantes sólo 17 de cada 100 se inclinan por él y 16 por Marcelo Ebrard. ¡Una dramática (¡uf y recontra uf!) ventaja de apenas un punto!
Tres lecturas se desprenden de estos números banales: a) el PRD no tiene simpatizantes; b) a los pocos que confiesan serlo, les da lo mismo si el gallo es AMLO o Ebrard; c) con encuestas como ésta, los dueños de México harán todo lo posible para que sea Ebrard. No en vano, éste les ha entregado los jugosísimos contratos de los 24 megaproyectos que privatizan importantes espacios públicos de la ciudad, en beneficio de empresas españolas y de los mismos ricos de siempre.
Después de las elecciones de julio de 2006, en medio del plantón que a pesar de los pesares no pudo evitar el ascenso de Felipe Calderón al poder, es decir, la tragedia que hoy nos enluta y nos desgarra, Ebrard se casó dos veces al mismo tiempo: por lo civil, con la rubia Mariagna Pratts, y por la vía de los hechos con el movimiento de masas encabezado por López Obrador, que ahora se llama Morena.
En la actualidad, divorciado tanto de la rubia como de Morena, Ebrard sostiene íntimas relaciones con la corriente del PRD que desde el inicio del sexenio se alió con Calderón, y si bien no ha vacilado en reprimir con la fuerza pública a quienes con su voto lo convirtieron en jefe del Gobierno del Distrito Federal, por otra parte ha tolerado la corrupción más indignante y escandalosa en las delegaciones capitalinas, sobre todo en aquellas donde están en marcha sus megaproyectos.
A saber, Tlalpan –donde planea tanto la Biometrópolis del Ajusco como la Ciudad del Conocimiento, sobre una reserva natural que alberga especies en peligro de extinción–, Azcapotzalco –donde la familia Salinas Pliego, propietaria de Tv Azteca, levantará la Arena de la Ciudad de México, con capacidad para 22 mil espectadores, 125 suites de lujo y 5 mil cajones para automóviles–, Xochimilco –donde sobre tierras ejidales inversionistas privados establecerán una zona hotelera con el acuario más grande de América Latina–, y las de Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Tláhuac, donde la constructora española OHL (que también trabaja para Peña Nieto), y su socia mexicana Copri, siguen adelante con la Supervía Poniente, el viejo proyecto que Manuel Camacho Solís concibió cuando era regente del DF a las órdenes de Salinas de Gortari.
Carlos Slim, ICA, la española CAF, la francesa Alston, la inmobiliaria Grupo Frisa y otros consorcios y magnates se llevarán las grandes tajadas de este pastel en que Ebrard –de acuerdo con la puntual denuncia del politólogo Pablo Moctezuma Barragán– está entregando a los inversionistas privados espacios públicos de la ciudad que son propiedad de la nación y que el GDF sólo puede y debe administrar, pero de ninguna manera desincorporar como lo hizo con los 81 mil metros cuadrados donde se alzaba el rastro de Ferrería, que ahora están en manos de Grupo Avalanz y Zignia Live, de la familia Salinas Pliego.
Para favorecer a empresarios y firmas que, a su modo de ver, podrían impulsarlo a la Presidencia, Ebrard no sólo ha despojado de tierras y viviendas a colonos y ejidatarios que se niegan a ceder sus espacios vitales a los grandes negocios en los párrafos anteriores descritos. También coquetea con su vieja amiga y protectora, Elba Esther Gordillo, la gran proveedora de votos, a quien le disgusta profundamente el proyecto humanista de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y nada le agradaría tanto como que ésta desapareciera.
Hoy, mirando las cosas en retrospectiva, esta fobia de Gordillo explica por qué, en su momento, Ebrard recortó el presupuesto de la UACM y condicionó la entrega del faltante a que la comunidad académica y estudiantil eligiera a la señora Esther Orozco como rectora de la institución. Ahora también se entiende por qué la sucesora de Manuel Pérez Rocha no ha desaprovechado ninguna oportunidad para crispar las relaciones internas en los planteles, hasta que logró desatar la crisis que actualmente divide a quienes exigen que el Consejo Universitario le revoque el mandato y quienes piden la cabeza de aquellos que la impugnan.
Si en el ámbito de la educación pública Ebrard respalda a una persona como Orozco, en el de salud ha sido totalmente insensible a los reclamos de quienes imploran la destitución de la directora del hospital materno infantil de Magdalena Contreras, la doctora Eutiquia Ramírez Melgar, jubilada del Seguro Social, quien llegó a ese cargo hace dos años gracias a una recomendación de los Chuchos.
Ese nosocomio atiende a las embarazadas y parturientas de Contreras y las zonas altas de Tlalpan, pero cuenta también con una sala de urgencias... carente de todo. Ahí llegan tanto víctimas de un ataque al corazón como de un accidente de automóvil, una agresión con arma blanca o una intoxicación por estupefacientes. Y a pesar de la constante demanda de ayuda que recibe, tiene una sola ambulancia pero ningún chofer, de modo que son los médicos quienes deben manejarla para ir a recoger a los heridos.
¿Por qué se vive una situación tan fácilmente remediable como la de ese modesto hospital, que sin embargo a nadie en las alturas del GDF le interesa? Ebrard ya obtuvo el título de mejor alcalde del mundo, ahora se codea con los magnates de América y de Europa en busca de la candidatura presidencial, y al tramposo empresario de Tlalpan que construyó una gasolinera con permisos ilegales sobre Insurgentes Sur, a dos metros de un conjunto habitacional, por debajo del agua le pide paciencia... sólo un poco más de paciencia, pues en cuanto arranque su precampaña, del brazo de los Chuchos, necesitará de toda la ayuda de sus amigos.
Mientras los abnegados promotores de Morena viajan día tras día por todo el país, desafiando los mil y un peligros que ofrecen las carreteras, jugándosela con tal de recorrer pueblo por pueblo, barrio por barrio, manzana por manzana, a fin de tocar puerta por puerta e invitar a la gente a organizarse en comités que el día de las elecciones presidenciales de 2012 defiendan los votos casilla por casilla, en la ciudad de México la desastrosa gestión de Ebrard puede tener consecuencias de proporciones incalculables.
Con plazas llenas a reventar en Puebla, Cuernavaca, Oaxaca, Mérida, Guadalajara, Jalapa, Culiacán, Tepic, Monterrey, Saltillo y muchas más, López Obrador concluirá su gira por las 40 ciudades más importantes del país, el próximo domingo 5 de junio, con un mitin en el Zócalo. Un día antes partirá de Cuernavaca, rumbo a Juárez, la caravana de las organizaciones ciudadanas que piden el cese de García Luna y de la guerra estúpida de Calderón.
(Desde la intimidad de este paréntesis, el autor del Desfiladero abraza a quienes el pasado lunes atestiguamos, llorando con la dulce música de los jaraneros, la prodigiosa transmutación de doña María Teresa Cuéllar Salinas, en una abigarrada alfombra de flores, que reflejan la discreta grandeza de su vida y de su obra extraordinarias.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario