Los rituales conmemorativos de la Independencia nacional se cumplieron en todo el país sin incidentes notables. A pesar del ambiente sombrío que en la víspera hacía pensar en riesgos de violencia, los Gritos y los desfiles se realizaron en paz (en términos generales), aunque con asistencia menguada en la mayor parte de los escenarios tradicionales y con apabullantes esquemas policiacos y militares de prevención. En el caso de la capital del país lo más llamativo fue la reducida presencia popular en la Plaza de la Constitución, la brevedad de la arenga desde el balcón central del Palacio Nacional y los gritos de rechazo que se produjeron contra Felipe Calderón.
El mismo 15, desde la mañana, se desarrolló una novedosa ofensiva tecnológica contra sitios de Internet del gobierno mexicano, particularmente contra el correspondiente a la Secretaría de la Defensa Nacional. Organizada por Anonymous, el nombre genérico de múltiples especialistas en asuntos computacionales que desde diversos países se asocian para echar a caminar protestas colectivas, la llamada #opindependencia denunció la difícil situación que vive México y, convocando a actuar contra ese lamentable estado de cosas, desató fuego virtual contra esas páginas oficiales, logrando dejar fuera de servicio a algunas a partir de la concentración masiva de solicitudes de acceso que hacían reventar la funcionalidad de los mencionados sitios.
A pesar del gran volumen de mensajes relacionados con esa operación independencia, Twitter se negó a incluir el tema entre las tendencias dominantes del día (los llamados trending topic, TT), en lo que, al imponerse sin explicación ni justificación, constituyó una censura. También fueron titubeantes y mendaces las versiones que algunas de las secretarías afectadas pretendieron dar de la caída de sus páginas, atribuyéndolas, en una verdad a medias, que fue una mentira a medias, a problemas técnicos derivados del agotamiento de su ancho de banda. Lo cierto es que esas páginas fueron atacadas en términos tecnológicos por una organización que así expresó su protesta por el mal gobierno que hay en México y quiso demostrar a los mexicanos la vulnerabilidad de los sistemas aparentemente bien montados de los poderes así repudiados.
Mientras tanto, la peligrosa tarea de dar cobertura a la cotidianidad delictiva derivada de la mexicana guerra contra las drogas ha sido enaltecida por la Universidad Columbia a través del premio de periodismo María Moors Cabot, que ha asignado dos de sus cinco entregas de este año a medios mexicanos: El Diario, de Ciudad Juárez, y el semanario Ríodoce, de Culiacán.
La publicación chihuahuense, presidida y dirigida por Osvaldo Rodríguez Borunda, concentró reflectores internacionales justamente un año atrás, el 18 de septiembre de 2010, cuando publicó un editorial titulado ¿Qué quieren de nosotros? (http://bit.ly/bsO4I1), dirigido a los señores de las diferentes organizaciones que se disputan la plaza de Ciudad Juárez. Víctima de diversas agresiones, algunas de ellas mortales, el rotativo norteño planteaba abiertamente al verdadero poder de la ciudad: como trabajadores de la información queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos (...) Ya no queremos más muertos. Ya no queremos más heridos ni tampoco más intimidaciones. Es imposible ejercer nuestra función en estas condiciones. Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio.
Con menor difusión, aunque los riesgos sean similares o incluso más graves, el semanario Ríodoce (http://bit.ly/bsO4I1) ha sido víctima de agravios desde diversos flancos de los poderes en pugna en Sinaloa. Sin que a estas alturas haya claridad respecto a motivos y ejecutores, las oficinas de esa valiente y confiable publicación fueron atacadas con un explosivo en septiembre de 2009 (http://bit.ly/puBDYA). Dirigido y confeccionado por reporteros, el semanario tiene a la cabeza a Ismael Bojórquez Perea. Como subdirector está Alejandro Sicairos y los coordinadores de zonas son, en el norte, Javier Valdez (quien ha ganado reconocimiento como escritor de libros de relatos relacionados con la actividad preponderante del estado, el más reciente de ellos, Miss Narco), y en el sur, Cayetano Osuna.
Pero, aun cuando en sus consideraciones la Universidad Columbia explica que los periódicos mexicanos premiados son valerosos en función de estar capeando a los traficantes en México, en el caso de Ríodoce su adversidad no proviene solamente de los capos y sus bandas, sino, en Sinaloa, del gobierno presuntamente del cambio que encabeza el priísta que a última hora fue habilitado por un aliancismo aberrante, Mario López Valdés, conocido como Malova, quien ha sostenido una campaña de restricción presupuestal hacia el semanario para tratar de doblegar su línea editorial, en una reproducción clásica de los peores vicios del autoritarismo que se jacta de no pagar para que le peguen, usando los recursos públicos destinados a publicidad gubernamental para golpear a los insumisos y premiar a los doblegados.
Precisamente en ese contexto, el diputado priísta Luis Antonio Cárdenas Fonseca presentó al Congreso sinaloense una iniciativa de ley para obligar a los poderes de la entidad a ser equitativos y transparentes al promocionarse en los medios de comunicación. En http://bit.ly/o9XJj7 puede leerse la respectiva nota y una entrevista al autor de esta columna en función del boicot publicitario vivido en La Jornada San Luis durante el gobierno del panista Marcelo de los Santos y sostenido parcialmente por la administración del priísta Fernando Toranzo.
Y, mientras Cocoa entrega en Michoacán La ganadora, una tarjeta de grandes beneficios que se apoya indicativamente, como si del gobierno federal se tratara, en todos nuestros programas creados para resolver tus necesidades y preocupaciones, ¡hasta mañana, con un diputado federal priísta asesinado luego de su secuestro!
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