Inútil que el electorado debata sobre cuál de los candidatos presidenciales se encuentra a la cabeza de las preferencias electorales a poco más de 90 días de que se lleven a cabo los próximos comicios federales. Es un hecho que el priista Enrique Peña Nieto lidera en todas las encuestas de renombre. Y por lo tanto, no tiene ninguna necesidad de debatir con sus adversarios; además de que, como quedó de manifiesto aquél negro día para el mexiquense durante la FIL de Guadalajara, no sabe improvisar, y por tanto, seguramente tampoco sabe debatir.
A causa de lo expuesto, considero que sería buena idea que el resto de los aspirantes a la Presidencia de la República se sumen a la demanda de Andrés Manuel López Obrador para que se realicen 12 debates. Así como que se ejecuten a la manera que propone el candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, sin apoyo de iPads, papeles, ni acordeones. Ya que esto podría debilitar al postulado por el Partido Revolucionario Institucional, pues sus contrincantes se lanzarían al ataque contra él, evidenciándolo en ciertos aspectos, y vinculándolo con diversos personajes siniestros de la clase política mexicana y destacados miembros del partido tricolor.
Por lo tanto, hago la invitación a Josefina Vázquez Mota a que aproveche esta ventana de oportunidad que le planteo para remendar la enorme cantidad de errores que ha venido cometiendo al inicio de su campaña. Sería oportuno que debatiendo le confirme a la ciudadanía que no admiraba la dictadura de Pinochet hace poco más de una década, que el error del Estadio Azul no fue culpa suya, que no le avergüenza haber estudiado en la IBERO, que no considera a la UNAM un monstruo, que no pretende fortalecer el Lavado de Dinero, entre otras cosas.
Ojalá y consideren esto. Pero es un hecho que algo tendrán que hacer para debilitar a Enrique Peña Nieto. Porque como van las cosas, y si no se emplea un esfuerzo titánico para modificar la actual situación electoral, el PRI regresará a Los Pinos. Tendrán que pegarle en donde le duele al esposo de La Gaviota: en su escaso intelecto y en lo infausto que representa.
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