Ni pacto, ni quinazo ni reforma educativa
¿Qué es un pacto, estimado lector?
El diccionario[i] de la Real Academia Española (RAE), establece que la palabra Pacto proviene del latín Pactum, es un acuerdo, alianza, trato o compromisos, cuyos involucrados aceptan respetar aquello que estipulan. "El pacto establece un compromiso y fija la fidelidad hacia los términos acordados o hacia una declaración; por lo tanto obliga al cumplimiento de ciertas pautas”
Ayer, en el marco de los propósitos concertados en el Pacto por México, los actores involucrados presentaron una iniciativa de reforma educativa[ii].
Gustavo Madero afirmó que “El mecanismo de construcción de los acuerdos está mejorando”,sin embargo, esto no solamente es falso, puesto que los involucrados en eso que llaman pacto carecen de la representatividad de aquellos cuya intervención garantiza el cumplimiento de los acuerdos, sino que remite el problema educativo a una lucha de poder más que a un acuerdo que busque un verdadero cambio en este rubro.
Jesús Zambrano carece de la representación de eso que llaman “izquierda” en México. En todo caso, es la cara de una facción cercana al poder que ha sido descalificada por otra que sólo reconoce como interlocutor válido a Andrés Manuel López Obrador. Por otra parte, ni el PT, ni el Movimiento Ciudadano ni el PANAL estuvieron presentes.
Esto es de resaltar, porque pareciera que el partido en el poder, el PRI, busca de alguna manera deslindarse de la realidad[iii]: Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, Roberto Sandoval, gobernador de Nayarit y Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México, fueron en fórmula con el partido de la lideresa magisterial para arribar al poder. Sin contar gobiernos como los de Coahuila y Veracruz, donde la alianza con el magisterio garantiza eso que llaman “gobernabilidad” y que Elba Esther vende en el discurso como “paz social”.
Por primera vez en 23 años, tampoco estuvo presente la lideresa magisterial en el primer acuerdo presidencial que definirá los rumbos educativos de la nación.
¿Entonces qué fue eso?
Lo que vimos ayer, estimado lector, no solamente carece de seriedad, análisis y estructura, sino que demuestra una estrategia mediática parecida más a una telenovela donde están presentes el guapo, el bueno, la villana, el actor experimentado, los traidores, los actores secundarios y las intrigas entre telones. La eterna lucha del bien y el mal. El maniqueísmo hecho forma, porque el fondo no solamente no importa, sino que pareciera que está de más.
Y es que dados los altísimos índices de rechazo de los mexicanos hacia la figura de la maestra Elba Esther, un golpe contra ella, suma algunos puntos de gobernabilidad, popularidad y reconocimiento al nuevo gobierno, que no caen nada mal después de las protestas del 1 de diciembre.
No es fortuito entonces, encontrar diarios de circulación nacional que enfaticen el hecho como una“Reforma contra la Gordillo”, más que una verdadera acción para atender los grandes y graves problemas que se presentan en el sistema educativo.
Por eso, podemos afirmar que lo que vimos ayer, fue un mensaje a la psique de los mexicanos, más que a Elba Esther Gordillo, con quien siempre es posible negociar (llámese ISSSTE, LOTENAL o SEP) o a la CNTE, con quien de plano no se puede alcanzar ningún acuerdo.
Y para muestra un botón.
Ayer mismo, a través de “Transformar el Sistema Educativo Nacional. Diez propuestas para diez años”, la UNAM daba a conocer su análisis respecto a la situación de la educación en el país, pero parece que esto no solamente fue totalmente irrelevante[iv], sino paradójico, tomando en cuenta la declaración del señor secretario de educación reconociendo que la SEP no tiene el control de la educación en México, que desconocen siquiera el número de escuelas y profesores que integran el sistema educativo y que la profesión docente no es tal si no está sujeta al tipo de evaluación que no solamente convenga al Estado, sino que sea dictada por cánones internacionales que nada tengan que ver con la situación real de las diferentes regiones de nuestro país.
La máxima casa de estudios parece tener una idea de lo que se trata la educación en México ¿o también existen luchas hegemónicas entre la UNAM y la SEP?
Déjeme decirle, estimado lector, que es indignante la forma en la que se conceptualiza y exhibe la figura del maestro en México. “empujar el desarrollo de los maestros”[v], dicen algunos. “Ahora sí van a trabajar” dicen otros. Lo cierto es que históricamente, este gremio ha estado en medio de luchas hegemónicas que defienden todo, menos la educación en México y hoy no es la excepción[vi].
La profesión magisterial es exitosa por razones que van más allá de eso que llaman “profesionalización”. Un buen maestro debe conocer, sin duda, las técnicas y estrategias didácticas, pero la utilización de las mismas no lo definen, es la parte del oficio de la profesión que las reformas educativas de todo el mundo están pasando por alto.
Hay Maestros excelsos que, bajo los parámetros del enfoque por competencias, estarían considerados como “tradicionales”, “conductistas” e incluso “anacrónicos”, cuya clase siempre era un placer tomar y otros “avant garde” que a pesar del dominio del enfoque de moda, simplemente no conseguían propiciar en el alumno el andamiaje conceptual necesario para cubrir mínimamente el plan y programa de estudios y es que la docencia no es una ciencia exacta.
Un buen maestro , además, está más allá del hecho de haber heredado, comprado o conseguido una plaza, porque su origen laboral no está directamente relacionado con su desempeño frente a grupo, como la ortodoxia política nos lo ha hecho creer. Como en muchos campos laborales, la responsabilidad, compromiso y respeto por la profesión, hacen la verdadera diferencia.
Antes y hoy, las modas académicas, las reformas educativas y las irrupciones conceptuales (calidad, evaluación, control, pertinencia), han respondido a necesidades que nada han tenido que ver con lo que acontece en los salones de clase en México. La evaluación es sólo la parte visible del discurso, la que se vende a la opinión pública, pero como dice Mario Rueda Beltrán, esto tampoco asegura la calidad educativa[vii].
El poder siempre habla con el poder. Han sido muchas y muy variadas las “reformas” que se nos han presentado a los mexicanos en materia educativa y al final han resultado un mero pacto político. Hasta ahora, el pacto, el quinazo y la reforma,no solamente son palabras sin sustento, sino que son susceptibles de ser interpretadas como una manipulación mediática de la opinión pública a favor de la nueva administración.
El ex presidente Felipe Calderón apostó por la negociación con la maestra. El actual presidente apuesta (aparentemente) por la confrontación. Pero ¿es así? Todo parece indicar que no solamente no sabe lo que dice, sino que no tiene idea del terreno que pisa, de las condiciones laborales de los docentes o del rol de la escuela en México.
Peña Nieto pugna, por ejemplo, por prohibir la comida chatarra en las escuelas y de repente, la escuela es un saco donde todo cabe y los grandes y graves problemas de la nación, tienen remedio. Todos sabemos, estimado lector, que la obesidad no es ocasionada por un solo factor, que el apoyo de la familia es esencial y que no se soluciona por decreto.
La escuela tampoco es una guardería, como se pretende vender el concepto de escuelas de tiempo completo a los mexicanos. En ese orden de ideas, es evidente que la función de la escuela debe ser replanteada, porque por si fuera poco, tampoco es ya el agente de movilidad social de antaño. Hoy, quien termina la universidad no tiene garantía alguna de conseguir un trabajo digno donde pueda desarrollar aquellos conocimientos y experiencias que adquirió en la escuela y aquellos “niños de diez” que fueron formados para ser exitosos en la misma, se ven rebasados por aquellos que cuentan con buenos “padrinos”, “recomendaciones” o “habilidades políticas”. Esa es la realidad en México.
Empecemos por atentar contra la cultura de “el que no transa, no avanza”, “voy derecho y no me quito, si me pegan me desquito” y “de que lloren en mi casa, mejor que lloren en la tuya”, pero sobre todo, reprobemos la manipulación de la opinión pública, el gatopardismo y la negociación nacida del reparto del poder.
El verdadero problema, entonces, no es únicamente Elba Esther Gordillo y tampoco se solucionará removiéndola del SNTE. En todo caso, es la educación entendida como un proceso que dura toda la vida y que no se remite únicamente a la escolarización.
¿Usted qué opina, estimado lector?
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