domingo, 24 de marzo de 2013


Andrés Manuel, especialista en bajar colinas y subir montañas, el único que reta al PRI

FEDERICO ARREOLA@FedericoArreoladom 24 mar 2013 08:54
  
Andrés Manuel ahora baja otra colina. No le hacen caso los medios, no participa en el Pacto por México, sus mítines son pequeños, carece de recursos. Pero en 2018 volverá a subir la montaña.
El título de esta columna se me ocurrió después de haber leído una nota en El Mundo, de España, sobre Tiger Woods: “El hombre que bajó una colina y subió una montaña”. Es que Woods pronto será de nuevo el número uno del golf mundial, un deporte que por cierto no entiendo y cuya práctica, al menos en México, es exclusiva de gente tan aspiracional como altanera. Pero seguramente el golf no tiene la culpa de que, en nuestro país, solo interese a las élites más impresentables.
El caso es que Tiger Woods entró hace tiempo en una fuerte crisis, tan dañina como la del ciclista Lance Armstrong, que casi lo deja fuera para siempre del deporte profesional. Armstrong, por su edad, no tendrá una oportunidad de revancha (si la tuviera, creo que el ciclista estadounidense demostraría capacidad para vencer en el Tour de Francia sin doparse). Pero Woods, todavía en plenitud de facultades físicas, en cuanto superó sus problemas pudo recuperar el sitio de privilegio que siempre tuvo en el deporte.
Mucha gente me dice que, ahora sí, Andrés Manuel López Obrador es un cadáver político. Esto es lo que se argumenta para descalificarlo:
1.- Que, sin medios que le hagan caso, no volverá a ser el formidable candidato de 2006 y 2012.
2.- Que lo excluyeron o se excluyó a sí mismo de la política nueva, la del Pacto por México, y que por lo mismo terminará perdido en la irrelevancia.
3.- Que fue un error de Andrés Manuel dejar el PRD, el partido de oposición con las mejores posiciones políticas (varias gubernaturas importantes, el enorme GDF, ser la segunda fuerza en el Congreso y jugar el rol de actor principal en el Pacto).
4.- Que el PRD, ya sin AMLO, será al fin la izquierda moderna que tanta gente busca en México.
5.- Que el PRD ya tiene en Miguel Ángel Mancera a un candidato presidencial tan o más carismático que López Obrador.
6.- Que los últimos mítines de Morena han sido superados en número de gente por el realizado por el PRD para defender el petróleo en el Monumento a la Revolución.
7.- Que en el PRI ya no toman en cuenta a AMLO.
8.- Que en el PAN dejaron de preocuparse por las críticas del tabasqueño.
9.- Que los “negativos” de AMLO en las encuestas son otra vez gigantescos.
10.- Que ya está viejo y se ve todavía de mayor edad, por lo tanto que no podrá entusiasmar a los jóvenes electores.
Esa película ya la vi. Después de las presidenciales de 2006 todo el mundo dio por perdido para siempre a López Obrador:
1.- Durante seis años el PRI preparó a un candidato formidable, Enrique Peña Nieto, al que nadie iba a lograr, ya no se diga derrotar, sino ni siquiera poner en riesgo en las elecciones de 2012; si acaso, a los priistas les preocupaba lo que pudiera hacer el entonces partido en el poder, el PAN, y ni la molestia de preocuparse por AMLO se tomaron.
2.- El PAN, que tenía en Felipe Calderón a un líder del partido, ya que nunca pudo ser presidente de México, dedicó todo el sexenio a consolidar, manipulando los programas sociales del gobierno federal, una estructura electoral para enfrentar a Peña Nieto y al PRI, solo a Peña Nieto y al PRI, a AMLO no le daban los panistas ninguna posibilidad.
3.- El PRD pensó que tenía en Marcelo Ebrard a un candidato con recursos económicos y políticos suficientes como para superar a Andrés Manuel.
Los primeros sorprendidos fueron Ebrard y los dirigentes del PRD chucho. Contra lo que pensaban, sus recursos (muchos de ellos tomados del GDF) no pudieron con la autoridad moral de Andrés Manuel, quien se quedó magistralmente con la candidatura de izquierda.
Ya en la campaña, muy pronto López Obrador dejó atrás a la panista Josefina Vázquez Mota, que fue una caricatura de candidata.
Y a dos meses de las votaciones, en el equipo de Enrique Peña Nieto entendieron el tamaño de su omisión al haber pensado, durante tanto tiempo, que el enemigo a vencer era el PAN. Como en el basquetbol de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en el que Estados Unidos iba a derrotar a España por 20 puntos y apenas ganó por 7, así le pasó a Peña Nieto: iba a ganar al PAN por 20 puntos y apenas superó a AMLO por 6.
Hay que destacar que López Obrador no ganó por dos razones: la primera, disminuyó su ritmo de crecimiento cuando se descubrió que uno de sus operadores, de origen uruguayo, había pedido recursos ilegales para financiar la última etapa de la campaña, costosísimo error de un tipo que seguramente buscaba dinero para sí mismo y no para Andrés Manuel; la segunda, un trabajo realmente brillante del equipo de Peña Nieto, sobre todo de su estratega principal, Luis Videgaray, quien supo ajustar sobre la marcha el plan de la campaña que contemplaba una pelea dura con el PAN, para enfrentar una pelea durísima con López Obrador; conste, con López Obrador, no con el PRD, un partido que es muy poca cosa frente al tabasqueño.
Andrés Manuel ahora baja otra colina. No le hacen caso los medios, no participa en el Pacto por México, sus mítines son pequeños, carece de recursos. 
Pero AMLO volverá a subir la montaña y lo veremos en 2018 como el rival a vencer por el PRI que presentará, creo, a un candidato muy fuerte que represente la continuidad y, sobre todo, la consolidación de las reformas de Peña Nieto. Inevitable pensar en Luis Videgaray, el colaborador del presidente que más ha hecho por los cambios estructurales. Pero hay otros en el PRI con posibilidades, a saber: Osorio Chong, que maneja la política para Peña Nieto; el joven director de Pemex, Emilio Lozoya, si deja la petrolera y va al gabinete; Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México. Como alguien escribió, en el 2018 Peña Nieto no apoyará a un delfín, sino a un proyecto. Ya se verá.
Por su parte, el PRD, con Mancera o Ebrard, tendrá que buscar una alianza con el PAN; si los perredistas la logran, dejarán a Morena y a AMLO con el monopolio de la izquierda; si los perredistas no consiguen la alianza con el panismo, terminarán con la votación más baja de su historia.
No sé si Andrés Manuel ganará las presidenciales de 2018. El PRI estará muy fuerte y será difícil derrotarlo. Lo que sí puedo asegurar es que Andrés subirá al menos la montaña que lo llevará a ser el único verdadero rival electoral del priismo.
Si el Pacto por México ha hecho que el PRD y el PAN sean, tanto como el PRI, partidos que gobiernan, el hueco que han dejado en la oposición lo está llenando el incansable y perspicaz López Obrador.

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