14 de Agosto, 2009 - 00:00
El México triunfador que prometió Calderón no existió ni siquiera en su imaginación, ya no digamos en su propósito. Él sabia que la complicidad con los grandes traidores de la patria iba a desencadenar el México violento donde reinan la injusticia, la burla y la impunidad.No iba a ser de otra manera, muchos lo sabíamos. La continuidad del neoliberalismo y la justicia en manos de los verdaderos responsables de los actos violentos que bañan de sangre a la nación, no puede alentar más que al odio, a la venganza y al rencor.
Resoluciones como la de la matanza de Acteal exhiben claramente para quién trabajan los bien pagados ministros de la Corte. Para impartir justicia se necesita una moral inquebrantable y un sentido común, no un sueldo escandaloso, prebendas y privilegios.
No se trata sólo de dignificar la muerte de los indígenas que perecieron en manos de paramilitares, hoy impunes, sino desalentar los brotes de violencia que puede ocasionar la humillación de tantos años. Desde Colombia, donde fue a solidarizarse con Uribe para dar paso a la intervención norteamericana en el sur del continente en su artificiosa guerra contra el narcotráfico, Calderón dice no estar enterado de la resolución de la Corte pero que apoyará a los habitantes de la entidad en sus demandas y necesidades para salvaguardar su seguridad…Estúpido, no está ni para salvaguardar la visa de sus allegados y cómplices. Es terrible lo que está ocurriendo en nuestras instituciones, especialmente en las encargadas de impartir justicia, procurar estabilidad económica y seguridad al pueblo. Ya son muchas ofensas y demasiado el cinismo. No sabemos lo que va a ocurrir con un gobierno insensible, inepto y violador de los principios constitucionales.
De pronto llega un tufo a pólvora, y muy cerca de ella, a mecha encendida.
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