Quienes sean los autores del asesinato del candidato a gobernador por el estado de Tamaulipas, hecho que condenamos todos los mexicanos, contribuyen a que en México no haya democracia.
Ahora se trata del crimen organizado, antes fueron las mismas instituciones las que impidieron el acceso al poder a los representantes que el pueblo eligió por mayoría de votos.
El hecho es que vivimos en un sistema autoritario y antidemocrático. Atentan también contra la democracia las decisiones políticas que impiden el acceso a la justicia, que fomentan la violación permanente a los derechos humanos, entre los que se encuentran la salud, la educación, el trabajo remunerado con un salario digno y la participación ciudadana.No habrá democracia si persiste la represión contra los defensores de la tierra y de los recursos naturales, si persiste el hostigamiento a las comunidades indígenas, que se niegan a ser desalojados de sus lugares de origen, tampoco habrá democracia si se mantiene el autoritarismo y la falta de diálogo.
De la misma manera que hoy nos alarma la ejecución de un virtual gobernador a manos del crimen organizado, según versión del "presidente", deberían preocuparnos los miles de muertos que han bañado de sangre al país, muertes que no serán investigadas porque el régimen las considera daños colaterales de una guerra que no pedimos ni apoyamos la mayoría de los mexicanos; una guerra que parece dirigida contra el pueblo y no contra el narcotráfico, porque éste no ha sido tocado en su parte más sensible, el dinero.
En su Editorial de hoy, La Jornada resume algo muy cierto: "La criminalidad desbocada, que ahora golpea al ámbito partidista y electoral, es un engendro creado por los vicios de la propia clase política". La impunidad, la corrupción, el cinismo, la frialdad de los políticos ante el sufrimiento del pueblo pobre y desamparado, el amor desmedido al poder y al dinero han marcado la pauta hacia la descomposición social que padecemos. ¿Con qué autoridad moral podrán juzgar las instituciones a quienes cometen las mismas faltas que los que exoneran de responsabilidades y culpas? ¿Quién va a poner el cerrojo a las rejas de la cárcel?
En esta confusión, en este río revuelto de víctimas y victimarios, no puede haber salida por una puerta falsa.La tarea es recomponer a una sociedad que fue intencionalmente dividida y atropellada. Se trata de unir las piezas de un cristal hecho añicos.
No es imposible si se deja a un lado la soberbia y se antepone el bien común a los intereses personales y de grupo.La autoridad no puede ser resultado de una imposición arbitraria, la verdadera autoridad se gana con el ejemplo y el conocimiento.Toda improvisación tiene como resultado el fracaso.
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