miércoles, 30 de junio de 2010

• ¿Quién lucra con la tragedia?...• Tamaulipas y los datos duros.. Rodolfo y el mensaje….


Interesante el cierre de campaña priista (con el lucro) en el homenaje al candidato del PRI en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, quien fuera cobardemente asesinado cinco días antes de los comicios. Interesantes las señales de las lacritas tricolores que mañana darán a conocer el nombre de su sustituto, que provocó importantes jaloneos entre los poderosos grupos que se disputan el control de la ruta rumbo al 2012… y que hizo escala en la tierra de Eugenio Hernández.

Interesante, my friend, el discurso de Sor Beatriz afirmando la ineficacia y fracaso de la estrategia contra la “ridícula minoría”, cuando el PRI la ha respaldado ante el viento y la marea de la emocionante adversidad. Nuestra fuerza es mayor a nuestra miseria (y cinismo) y nuestra esperanza es mayor a nuestro miedo (de perder). El fin justifica los miedos, perdón los medios. La joya de investigación en la lápida de Rodolfo cuando asevera que el crimen contra Torre Cantú se inscribe en el clima de inseguridad que prevalece en el país... ¿haiga sido como haiga sido, Beatriz?

Porque cuando alrededor del execrable hecho suceden una serie de originales incidentes y datos duros que prenden las alarmas, hay algunas divertidas preguntas que flotan en el aire de las señales, los mensajes y ¿los ajustes de cuentas…?

Uno. Rodolfo Torre contaba con una camioneta blindada, altamente segura (la cual además presumían) y que, no me la va a creer pero... justo ese día no la utilizó porque lo estaría esperando en Valle Hermoso —sitio donde, por cierto, asesinaron recientemente a otro candidato, éste de la PANdilla, Mario Guajardo, a la alcaldía—, lo que hace por demás evidente, mi estimado, que los sicarios conocían este sugestivo dato, clave de información, donde llama la atención a sabiendas de la ola de violencia… y de amenazas que marcaba el ambiente de las campañas, el descuido, la ingenuidad, negligencia y/o perversidad de no usarla el día fatal.

Dos. A Torre y su equipo de colaboradores que viajaban en la carretera del municipio de Soto la Marina no los acribillaron mientras estaban en el interior del vehículo, como suele suceder y se ha visto en innumerables ocasiones gracias a la atinada guerrita de Felipe Calderón, sino que… los bajaron de sus vehículos para salvajemente (fusilarlos) dispararles… lo que devela un meticuloso plan de acción. Sobre todo porque los delicados hechos no se dieron durante una persecución… sino que ya los estaban esperando… lo que hace evidente que también conocían de la ruta, la agenda y los tiempos del candidato, yes?

Tres. Arriba del cuerpo del candidato, my friend, había una cartulina con un mensaje. Un mensaje contundente y sin firma. Y en la historia de la “ridícula minoría”, donde dejan sus atractivos mensajes siempre… siempre hay firma. O dedicatorias. Y en esta ejecución... no hay abajofirmante. Pero sí una amenaza clara. Puntual y precisa… sin firma.

Curioso que el organizado crimen en Tamaulipas, que se ha cansado de rotular mantas y cartulinas, no estampe su firma como sello de la casa. Y el destinatario del mensaje… sí entiende que entiende la señal. Esa que está lejos de ser un capítulo cerrado… del pasado.

Indudable que el exhorto priista, de la sociedad, del (des)gobierno, de nuestros inquietos vecinos, de los partidos políticos, de distintas figuras y de diversos sectores es una pulcra y minuciosa investigación de este acontecimiento que enluta a las familias, cuyo dolor es infinito, y a los mexicanos que, pasmados, observan la vertiginosa descomposición desencadenada por la impunidad y la ausencia de la ley que alcanza niveles comparables a un Estado fallido.

Un desgobierno que Vive México ahogado en la espiral de descontrolada violencia. Síntomas de peligrosa ingobernabilidad. Indicios de autoritarismo, intolerancia, inconsistencias e incongruencias por parte de Felipe, que llama a la unidad con una mano (por supuesto, limpia) y con la otra suciamente golpea.

Síntomas que levantan voces, my friend, de que es hora de cambiar la ruta. Ahora. Porque esto no se acaba, hasta que se acabe. Y aún viene lo peor…

Por la mirilla

¡¿Y Diego Fernández de Cevallos, apá..?!

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