Julio Hernández López
Beatriz Paredes ayer en la sede del PRI, con Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa y los gobernadores Rodrigo Medina, de Nuevo León, y Fidel Herrera, de VeracruzFoto Carlos Cisneros
El PRI aprovechó el paso de una carroza fúnebre tamaulipeca para cobrar cuentas acumuladas con un calderonismo que muy temprano creyó posible atenuar esa prevista espinada nocturna mediante la colocación de un presunto huarache dialoguista marca Manuel Camacho. Fue Beatriz Paredes, a la que los duros de su partido han acusado largamente de ser colaboracionista con el felipismo también cantor, quien tuvo la encomienda de la jefatura colegiada de su partido de leer una cuidada declaración de guerra que, como todo en la filosofía mercantil de tres colores, está sujeta a arreglos en lo oscurito, mediaciones salinizadas y ajustes e intercambios.
Pero, por lo pronto, los gobernadores, los coordinadores de las bancadas legislativas y los directivos del PRI comparecieron ayer de riguroso negro ante periodistas que escucharon la contrición de quienes reconocen haber formado quórum para que el impugnadísimo Felipe Calderón rindiera protesta de un cargo en cuyo ejercicio ya el panista no ha sabido corresponder al gesto priísta de darle vigencia a ese régimen al que ahora consideran tan nefasto que no les queda sino describir que es regido por la irresponsabilidad, el cortoplacismo y la ambición de poder, y que ha llevado a la nación a escenarios de injusticia, desgracia y crispación. Incluso, en un juego de palabras sugerente para quien se sienta con derecho a ponerse el saco 0.56, la presidenta formal del PRI dijo que siempre han estado dispuestos a dialogar con liderazgos legítimos, sin precisar si en el caso calderónico aplica tan genérica amabilidad.
Cierre de filas de los priístas de elite que con la muerte del candidato del gobernador de Tamaulipas a la sucesión creen tener aún más al alcance de la mano las victorias en los estados donde este domingo habrá elecciones y que creen oportuno comenzar a deslindarse de ese dieguismo priísta de convalidaciones que hasta hace meses habían practicado, para dar paso a la faceta de fiera oposición que les confirme el paso franco rumbo a la reconquista de Los Pinos.
El lucro político convertido en el coco de todos. Los priístas acusaban a otros de buscar ese provecho y los otros acusaban a otros de lo mismo, mientras por doquier surgían las declaraciones tradicionales de abatimiento por la muerte de Rodolfo Torre Cantú, a quien velaban los priístas con un ojo puesto a los comicios de este domingo y otro al grupo político que resultará beneficiado con la sustitución tamaulipeca que habrá de anunciarse hoy en Ciudad Victoria. Calderón, desde luego, quiso tener ganancia de la situación mortuoria con su propuesta de diálogo que pretendería responsabilizar a la sociedad de la toma de decisiones sobre una catástrofe consumada: dialogar, analizar, decidir… tres y medio años después de que el propio Calderón ordenó por sus muy individuales pistolas el inicio de una guerra que nadie autorizó ni aprobó más que el deslegitimado panista que necesitaba tener bandera de imposiciones y controles con la cual tratar de asentarse en la pantanosa silla presidencial que se había allegado de manera fraudulenta.
Calderón alcanzado por la realidad, que muy temprano quiso poner algo de resistencia a la acometida priísta que se anunciaba para la noche de este martes. A las ocho de la mañana había ofrecido un Mensaje a los medios de comunicación (como si todos los demás mensajes públicos, montados para ser atendidos por reporteros, no fueran dirigidos a esos medios que sin falta los difunden), que en realidad era una especie de posdata de su anterior comparecencia mediática, la noche del lunes de la sangre de candidato derramada, que a su vez había sido precedida por las palabras que con igual cobertura mediática amplia había pronunciado Fernando Gómez Mont en nombre de la parte del gobierno federal que al parecer él ejerce sin coordinación con su presunto jefe Calderón. Tan insólita multiplicación de posturas obedeció a la razón simple de que el ocupante de Los Pinos quiso adherirse de forma expresa y madrugadora a las recomendaciones de su más reciente diseñador de estrategias, el polivalente Manuel Camacho que mediante el artefacto denominado Dia ha promovido las famosas alianzas perreánicas ampliamente aceptadas y promovidas por el felipismo y, ahora, el igualmente percudido plan del diálogo de última hora y ante desgracias consumadas con que el Presidente LegaL pretende demostrar su buena voluntad en medio de un camposanto nacional de 23 mil caídos y entre los colmillos afilados de los priístas coaligados que no solamente trabajan para cobrarle afrentas en las urnas mediante mapachería tricolor en 14 estados sino, además, exhibirlo como peligroso fracasado político unos días antes de esas elecciones-guillotina.
La feria de disparates con crespón se completó ayer con las frases dignas de inscripción dorada en muros de honor del ya infaltable Gómez Mont (el todavía secretario, no el hermano rijoso ya destituido): son más fuertes votos que balas; y los arrebatos oratorios del endurecido Calderón al puntualizar a los ciudadanos que no quiere actos de heroísmo o martirio sino apoyo decidido y comprensión (por ejemplo, propone esta columna siempre práctica, sumarse sin chistar a la creciente lista de muertos sin explicación ni indagación, asumirse como reserva comprensiva de voluntarios daños colaterales por cumplir), y que entre sus planes próximos está la creación de un frente nacional que apoye la guerra en curso.
Y, mientras las amenazas, el miedo y el tufo a defraudaciones programadas recorren los estados en que habrá comicios, sobre todo en Oaxaca del ulisismo dispuesto a sostenerse a sangre y fuego, Sinaloa donde el poder real no está en las urnas ni en las oficinas públicas, Veracruz del fidelismo impune y la Puebla del preciosismo mapacheril, ¡hasta mañana, en espera de la resolución de la Suprema, Corta de Justicia, sobre el caso Atenco y la justa liberación de los dirigentes presos!
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