lunes, 9 de mayo de 2011

El rechazo de Felipe Calderón a Javier Sicilia REDACCIÓN SDPNOTICIAS.COM


Ciudad de México - El 28 de marzo de 2011 la Procuraduría de Justicia del estado de Morelos confirmó que Juan Francisco Sicilia, hijo del escritor Javier Sicilia, había sido asesinado.

Muerto a balazos, Juan Francisco había sido encontrado junto con los cadáveres de 6 personas más dentro de un automóvil en la ciudad de Cuernavaca junto con un narcomensaje.

En respuesta, Javier Sicilia convocó a una marcha contra la violencia en Morelos para el 6 de abril por la tarde. La multitudinaria marcha también tuvo participación en diversos estados de la República Mexicana.

Sicilia exigió un alto a la guerra contra el narco de Felipe Calderón, iniciada en diciembre de 2006 en un intento por legitimar el fraude electoral que perpetró en las elecciones presidenciales, y que hasta principios de 2011 había dejado un saldo de más de 34 mil muertos, incluyendo centenares de víctimas inocentes.

Sin embargo, el gobierno federal ignoró la marcha convocada por Sicilia.

El escritor, entonces, realizó un plantón en Cuernavaca exigiendo justicia. Tampoco tuvo eco en el gobierno federal. Sin embargo, su caso cada vez causaba más furor en México por medio de las redes sociales.

El 14 de abril, al término de su plantón, Sicilia convocó a una segunda marcha nacional contra la violencia. Esta vez desde el estado de Morelos hasta el Zócalo de la Ciudad de México.

La marcha inició el 4 de mayo de 2011. Unas horas antes de que iniciara, Felipe Calderón emitió un comunicado en cadena nacional tratando de convencer a la opinión pública de que apoyaran su guerra contra el narco. Ante los ojos de muchos, el mensaje tenía como objetivo de disuadir a la gente de participar en la marcha.

Fue en vano. Para el domingo 8 de mayo, cuando la Marcha por la Paz arribó a la Ciudad de México, fueron decenas de miles los que acompañaron y apoyaron a Javier Sicilia entre consignas contra Felipe Calderón.

Una vez en el Zócalo, Sicilia pidió la renuncia del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, como muestra de que Calderón había escuchado a los manifestantes. Pidió además detener la guerra contra el narco y un cambio en la política social en México para que disminuyer la violencia.

La respuesta de Felipe Calderón, al día siguiente por la mañana, fue sugerir que no estaba de acuerdo con Sicilia, y que esperaba convencerlo de que aceptara la guerra contra el narco.

Por la tarde, la presidencia de la República dejó claro que no se pediría la renuncia de Genaro García Luna, a quien elogiaron alegando que García Luna era uno de los principales impulsores de “la formación de una policía bien equipada, con capacidades y que garantice la seguridad de las personas.”

Sin embargo, esa policía no existía. Tan no existía que unos días antes Calderón había declarado que el ejército seguiría en las calles de México como parte de la guerra contra el narco, pese a que los militares habían asesinado a civiles inocentes y violado derechos humanos múltiples veces, mientras no existiera una policía en México capaz de garantizar la seguridad.

Irónicamente, esa misma mañana las autoridades judiciales federales habían dado a conocer que agentes del Instituto Mexicano de Migración, dependencia bajo la jurisdicción del poder ejecutivo federal, habían entregado a migrantes al crimen organizado, en circunstancias similares a las de casi 200 cadáveres que aparecieron en narcofosas en el estado de Tamaulipas.

El insulto de Felipe Calderón a Javier Sicilia había sido doble. No sólo ignorando los reclamos de Sicilia y pretendiendo convencerlo de que aceptara la guerra contra el narco, sino además dejando claro que su jefe de la policía, García Luna, no había sido capaz de detener la violencia nisiquiera entre funcionarios federales

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