martes, 22 de noviembre de 2011

Ciudad Perdida-- La guerra por la sucesión en el DF-- Casi una veintena de perredistas-- La decisión, en manos de Ebrard-- Miguel Ángel Velázquez

Algo debe quedar bien claro para todos quienes pugnan por el poder en la ciudad de México: Marcelo Ebrard podrá perder muchas batallas, pero de la guerra por la sucesión en el Gobierno del DF deberá salir triunfante, y no es cosa de capricho, tal vez ni siquiera de estrategia política, es cuestión de sobrevivencia.

Quedó bien claro hace unos días, por parte de Andrés Manuel López Obrador, que no sería en el PRD desde donde se tendría que señalar el rumbo político de la capital del país. Cualquier definición estará en manos de Ebrard, y el jefe de Gobierno sabe que la sucesión no puede decidirse entre amarillos.

Para empezar, Marcelo deberá tener fresco en la memoria que él no pertenece a ninguna de las tribus perredistas, y que quizás esa fue su mayor virtud cuando López Obrador lo señaló, por sobre los candidatos de las jefaturas tribales, como el candidato del sol azteca. No obstante, es víctima de los acuerdos que en cierta medida le han dado gobernabilidad, pero que han desatado una inmensa ola de corrupción que anida casi en todas las delegaciones políticas y, desde luego, en el gobierno central, según se advierte entre diversos sectores, desde empresarios hasta contribuyentes.

Y aunque el no ser perredista de cepa pudiera haber sido su virtud, y no obstante que la palabra de López Obrador lo encaramara en la cúspide de la sucesión, Marcelo nunca pudo penetrar ese partido, ni siquiera cuando Alejandra Barrales, quien es parte de su equipo, se coló a la presidencia del PRD. Una y otra vez se rechazaron las propuestas del jefe de Gobierno que, al final, supo de cierto que Nueva Izquierda en el DF, y ahora en el país, ya no significa nada, y que no le pudieron ayudar ni para hacer que su planilla, la 10, se alzara, en las pasadas elecciones, con el triunfo para conseguir una mayoría en el Consejo Nacional perredista.

Tal vez por todo ese contexto será que Ebrard rendirá un informe ciudadano el próximo 5 de diciembre, en el que tratará de dar mayor legitimidad, a partir de la obra realizada, a la decisión que deberá tomar, y que, según se nos confiesa, no ha variado, pese a que la tentación de llevar una figura de la academia a la candidatura le sigue rondando la cabeza.

Esto, aunque desde todos los ámbitos se le advierte que tal paso tendría como resultado que más tarde que temprano la figura lo rebasaría en sus intentos por llegar a donde quiere, y que allí, juntitos a él, estarían de brazos abiertos y sonrisa amplia los chuchos.

Antes del 5 de diciembre ya se habrá decantado la lista que hoy contiene el nombre de casi una veintena de posibles candidatos a la jefatura de Gobierno, para llevar a una encuesta abierta el nombre de tres o hasta cinco, no más, posibles candidatos para definir el futuro del Distrito Federal.

Será la mejor forma de evitar un nuevo episodio de ruptura en el PRD. Pero antes de eso veremos la renuncia de varios políticos a las carteras que hoy ocupan, y afanes recios por escalar posiciones en las encuestas cotidianas. Luego vendrá el sondeo, y de allí el nombre de quien tendrá en las manos el destino de la ciudad de México.

Desde una parte del PRD no afín a Marcelo ya se inició un proceso para conseguir una candidatura que resuma la intención y la fuerza de gobierno que propone, pero hay quien asegura que nadie dará su brazo a torcer, y que, al final de cuentas, el grupo quedará desmadejado y sin un candidato fuerte.

Total, después del 5 de diciembre sabremos quién es el o la candidata de Marcelo Ebrard; no tendrá que decirlo, será obvio y habrá muchas batallas, pero la guerra por su sucesión, Marcelo no está dispuesto a perderla.

De pasadita

Para los que no creen, la escena del fin de semana pasado en el PRI del DF nos otorga un tanto de razón. En este DF el PRI no tiene pies ni cabeza. Rosario Guerra, quien se siente con la fuerza para presidir ese partido en la capital, se dio cuenta de que la estructura priísta que queda aquí está lejos de su dirigencia y que el tiempo se les acaba, o ¿ya se les acabó?

Después del enfrentamiento del viernes entre las facciones que representan Beatriz Paredes, de un lado, y Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, del otro, en el que se asegura que salieron a relucir puñales y palos, y que tuvo saldo de cuando menos una quincena de personas en el hospital, queda claro que en esta ciudad no hay cabida para los tricolores.

Por lo que hace al llamado dipuhooligan o dipuporro Cristian Vargas, es urgente que ya se le ponga un alto, o ¿se unirá a la fila de impunes? Ya veremos.

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