Por Victor Hdez
23 de Julio, 2009 - 00:00
Era 1976. Luis Echeverría, por medio de dedazo, hace candidato a la presidencia por el PRI a José López Portillo.
JOLOPO, como le llamaron por sus iniciales, va sin contrincantes. El PPS y el PARM se sumaron a su candidatura. El único candidato que no lo hizo fue Valentín Campa, del Partido Comunista Mexicano.
¿Y el PAN?
El PAN no presentó candidato. Alegan hoy en día los panistas que no lo hicieron porque les parecía en ese entonces que las elecciones eran una farsa y por lo tanto no quisieron formar parte de esa farsa. (Seis años después, en exactamente las mismas condiciones que en 1976, volvieron a participar).
Sin contrincantes reales, obviamente López Portillo gana las elecciones.
2009. Felipe Calderón, por segunda vez consecutiva, impone por dedazo a su candidato para ser dirigente nacional del PAN. Primero fue Germán Martínez. Ahora es César Nava. La primera vez Martínez no tuvo contrincantes. La segunda vez, los panistas que pudieron haber sido contrincantes de Nava deciden declinar publicamente a contender por el cargo. No lo dicen con esas palabras, pero lo hacen porque saben que, como en 1976, las elecciones internas del PAN serán una farsa para la cual no se quieren prestar.
Irónicamente, los panistas han tratado de atacar a AMLO durante por lo menos tres años comparándolo--sin base--con López Portillo. La realidad es que, dados los paralelismos de las historias, el que realmente es como López Portillo es César Nava.
Y como López Portillo destruyó a México, Nava destruirá al PAN, eliminando un estorbo más del sendero del Peje al 2012.
Es practicamente lo único por la cual México le agradecerá a Felipe Calderón.
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