EFE
El Universal
Ciudad de México Martes 29 de septiembre de 2009
00:24 Fidel Castro y Hugo Chávez son los héroes políticos del mexicano Rafael Acosta, conocido como Juanito, un ex vendedor ambulante convertido en estrella política y que ha estado a punto de gobernar uno de los distritos más importantes del país.
Momentos antes de la entrevista, Juanito sacaba de un bolsillo su característica banda tricolor con los colores de México y su apodo escrito en letras grandes, y se la ajustaba a la cabeza como otro de sus héroes, Rambo.
"Fidel Castro ha sido un buen luchador social en su país, que se ha preocupado por su pueblo, y tenemos también a Hugo Chávez, que ha sido un buen presidente", indicó el político apenas dos horas antes de anunciar, para sorpresa de la nación, que no gobernaría.
La historia de este hombre que también admiraba al primer presidente indígena de México, el decimonónico Benito Juárez, ha llenado las páginas de los diarios de todo el país durante casi tres meses, debido a lo políticamente bizarro de la situación.
Apuntalado por el líder izquierdista y ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador para ganar unas elecciones distritales a la que su candidata no podía presentarse, Juanito se comprometió a cederle el cargo a ésta, pero se rebeló.
Las negociaciones entre el político y su "representada", Clara Brugada -que saltó a la fama al espetarle "soy diputada hijo de la chingada" a un policía que le impidió el paso al Congreso en una movilización- fracasaron.
Brugada se negaba a ceder la mitad de las plazas públicas de Iztapalapa a Juanito, y éste decidió no cederle el puesto.
Acosta le aseguraba un sueldo mensual equivalente a 7 mil dólares durante tres años y el poder sobre un distrito de dos millones de personas que recibe anualmente 4 mil millones de pesos (296 millones de dólares), más que algunas capitales estatales.
Los sueños de Juanito continuaban por prepararse para Jefe de Gobierno del Distrito Federal, e incluso, Presidente de México.
"La gente está conmigo, lo ganamos, el pueblo votó por Rafael Acosta", dijo el político, que casi siempre habla de sí mismo en tercera persona.
"No se necesita tener estudios universitarios para gobernar Iztapalapa", añadía. La zona está aquejada por problemas endémicos de pobreza, delincuencia y escasez de agua.
Los mexicanos han seguido su historia como una apasionante telenovela: su rebelión, sus proclamas, su determinación de plantar cara a los movimientos populares afines a sus rivales que amenazaban con hacerle la vida imposible.
Los medios lo seguían a todas partes: Juanitoexhibiendo su pecho en un concurso de culturismo, Juanito comprándose un traje, Juanito celebrando la Independencia, comiendo en un puesto callejero, rompiendo una tabla con un golpe de kárate, siguiendo con la mirada a una mujer atractiva...
Una parte de la sociedad lo tachaba de traidor y otra se alegraba de que a López Obrador le hubiera salido el tiro por la culata con su "pelele".
Acosta se veía cortejado por todos los partidos, en su lugar.
Una hora después de hablar con Efe, Juanitose reunía con el alcalde del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, próximo a López Obrador. A la salida, anunciaba que "por motivos de salud", no gobernaría.
Tomará el cargo y pedirá ausencia por 59 días, en los que será Brugada la que gobierne.
No obstante, podrá colocar a su gente en varias de las direcciones de Gobierno, como pidió.
Hoy, tras anunciar el final -o el penúltimo capítulo- de la historia, la cara de Juanitolucía desencajada, como la de su rival Brugada en julio cuando, con sonrisa nerviosa, comía pastel en el cumpleaños de Acosta, insegura sobre su futuro
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