Alfredo Jalife-Rahme
Finalmente con un retraso de 14 meses, el gobierno chino creó un superministerio de energía” encabezado por el primer ministro Wen Jiabao –quien ha demostrado grandes dotes de estadista y detuvo el G-2 propuesto por Obama para repartirse bipolarmente el mundo– y su segundo de a bordo: la nueva estrella ascendente del firmamento político chino, el vicepremier Li Keqiang, quien representó a su país en el agónico Foro Económico Mundial de Davos, donde hasta Calderón, un fanático del librecambismo neoliberal (de su propia confesión), admitió su escepticismo sobre la Ronda de Doha, prácticamente muerta y a la que falta brindar la sepultura litúrgica.
China Daily (28/1/10) explaya que el flamante “superministerio de energía” tiene como finalidad planificar, vigilar la seguridad de abasto y consumo, y emprender la cooperación internacional.
Suena bastante ingenua la “cooperación internacional” en lo referente a la adquisición de hidrocaburos cuando los dos principales consumistas del planeta (Estados Unidos y China) libran literalmente una guerra, que no se atreve a pronunciar abiertamente su nombre, en todos los rincones del planeta para conseguir la principal materia prima contemporánea, que arroja ingresos más allá de los 4 billones de dólares al año.
Quizá el gobierno chino signifique mediante la “cooperación internacional” la cándida libre obtención de hidrocarubros, sin guerras montadas por la dupla anglosajona (Estados Unidos y Gran Bretaña) de por medio, ya sea con participación accionaria directa, ya sea mediante el contrato muy creativo de “trueque de petróleo por empréstitos” que ha implementado con dos gigantes de la talla de Rusia y Brasil.
No hay que perder de vista la estructura gubernamental del Partido Comunista Chino, en la que las “agencias” y las “comisiones” comportan un diferente significado de mayor jerarquía que sus equivalentes semánticos en el mundo occidental, donde representan metáforas de evasión burocrática.
La nueva Comisión Nacional de Energía (CNE) multiministerial consta de 21 verdaderos pesos pesados: desde Zhang Ping, de la poderosa Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, pasando por Zhou Xiaochuan, del banco central, hasta Zhang Guobao, especialista en energía nuclear.
En China las reservas de divisas, así como la política monetaria y fiscal, son manejadas con criterios estratégicos y no al estilo friedmanista monetarista, como el “México neoliberal” que lo ha llevado al desastre energético y financiero.
Por encima de los reduccionismos de cada ministerio tomado aparte, la estrategia –en términos de El arte de la guerra de Sun Tzu (siglo V AC)– del nuevo “superministerio energético” ha identificado a “la energía como vital para el futuro desarrollo”, donde se deduce que no caben apreciaciones mercantilistas vulgares como la muy simplista, cuan inexistente en una visión multidimensional, de “la oferta y la demanda” y/o las alucinantes “leyes del libre mercado” esclavista.
El rotativo chino cita a Lin Boqiang, director del Centro de China para la Investigación de Economía Energética de la Universidad de Xiamen: “el establecimiento de la CNE muestra que el gobierno ha elevado los temas de energía a un nivel sin precedente”. Y eso que el tema energético siempre fue trascendental cuando China tiene que importar más de 50 por ciento de su consumo de petróleo.
A juicio de Lin Boqiang, tal “superministerio, que centraliza los poderes (sic) de los diferentes ministerios, puede ayudar a China a mejor utilizar sus recursos energéticos”, ya que la energía se ha vuelto un tema muy complejo que no puede ser manejado por un solo ministerio (como el caso de la adquisición de hidrocarburos en el extranjero).
¿Entenderán la multidimensión de la energía los poderes Ejecutivo y Legislativo del “México neoliberal”, que no sabe administrar sus pletóricas reservas, las cuales son anómala y unilateralmente controladas con criterios financieristas fiscalistas desde la disfuncionalmente parasitaria Secretaría de Hacienda?
Cabe señalar que en China la “economía” es más desarrollista y mucho menos financierista que el decadente G-7.
La energía constituye la prioridad inalienable del gobierno chino, que desde hace 12 años ha intentado coordinar infructuosamente su política energética, salpicada de disfuncionales cuellos de botella, flagrantes contradicciones y hasta de carestías ininteligibles cuando la estatal Petrochina representa la principal empresa planetaria (en términos de capitalización de mercado).
Justamente hace 12 años fue creada la Secretaría de Energía, que duró solamente cinco años al haberse extraviado en los dédalos burocráticos. Bueno, en el “México neoliberal”, repleto de voladores de Papantla sin mástil, la Secretaría de Energía (su actual titular viene de la Casa de Moneda y sabe de petróleo lo que yo de sánscrito) se ha vuelto un estorbo dispendioso cuando el director de Pemex (sometido demencialmente a la parasitaria Secretaría de Hacienda) ostenta más poder en la práctica.
Entre las tareas del superministerio de energía estará alcanzar el “objetivo robusto de reducir en el 2020 la intensidad de las emisiones de bióxido de carbono por unidad de PIB entre 40 y 45 por ciento de los niveles de 2005, así como modernizar la industria del carbón y procurar una mayor diversificación de fuentes alternas, como la energía nuclear (apuntalada por Rusia).
No faltan analistas unidimensionales, como Fu Jing (China Daily, 28/1/10), quienes aseveran que el “superministerio de energía” fue instalado para combatir la corrupción de las gigantes empresas petroleras estatales que abusan de su poder monopólico.
A nuestro juicio, hoy la aplicación energética, debido a múltiples consideraciones, tiende a la combinación creativa (energy-mix) manejable en cada caso específico y lo peor sería imitar a locas y a ciegas como opera el “México neoliberal”, que obedece los lineamientos impuestos por el TLCAN, que benefician en última instancia los intereses unilaterales de Estados Unidos.
Stratfor (28/1/10), centro de pensamiento texano-israelí, resalta tanto la “recentralización de la política energética” como los aspectos negativos de la CNE, que “enfrentará resistencias de todos aquellos que gozan de canonjías en el sistema vigente”.
Expone la necesidad de “crear un entorno doméstico más estable” y coordinar a los actores del sector energético estatal y su burocracia, que padece “congestión y regulaciones contradictorias”.
Considera que China “altera sus prioridades” cuando las sanciones de Estados Unidos tocan a la puerta de Irán, lo cual afectará sus importaciones de petróleo del Golfo Pérsico, en medio del control doméstico de precios.
¿A poco Estados Unidos y Gran Bretaña, ya no se diga el “México neoliberal”, gozan de una mejor política energética a la razonada por China?
Por encima de los fracasados criterios financieristas y economicistas a ultranza, tan reduccionistas como equívocos, lo destacable radica en que China cruzó el Rubicón geoenergético con la creación de un superministerio que se maneja creativamente con criterios estratégicos y multidimensionales.
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