El Secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, acaba de declarar que no se ha suspendido la venta de alimentos chatarra en las escuelas porque se enfrentan cotos de poder entre los grupos de las mismas cooperativas, y porque existe una inercia que lleva muchos años. ¿Qué quiso decir con eso? Pues que el compromiso adquirido por los funcionarios con los fabricantes y distribuidores de alimentos chatarra, entre los que se encuentran grandes empresas amigas del sistema, no se pueden disolver tan fácilmente. Tratos son tratos. Los acuerdos de apoyo mutuo entre funcionarios y empresarios sólo contemplaron intereses monetarios y dejaron fuera lo más importante: la salud. También quiso decir que existe una preferencia por los alimentos chatarra entre la población infantil, porque es lo único que se le ha ofrecido.
La escuela no ha cumplido con su labor de enseñar a los alumnos a comer alimentos sanos, ni en la teoría ni en la práctica, por lo que resulta casi imposible que los niños elijan lo que conviene a su salud si tienen a la mano alimentos azucarados, engrasados y enchilados, aparentemente baratos, y con nulo valor nutricional. Es lo mismo que ocurre con los medios de comunicación, que ofrecen a la población información y entretenimiento chatarra porque es lo que a la gente le gusta, y le gusta porque es lo único que ha recibido, además, al sistema le sirve esa programación para embrutecer y someter al pueblo. La ignorancia es su gran aliada.
Volviendo al asunto de la salud infantil, que está siendo afectada por el alto índice de obesidad, no es posible que no se tomen medidas emergentes. Sólo es cuestión de dictar un decreto, como el que usó Calderón para desemplear a 44 mil novecientos empleados de Luz y Fuerza y poder vender a particulares 21 mil kilómetros de tendido de fibra óptica, propiedad de la nación. Así como de un día para otro se toman medidas drásticas con el fin de privatizar todo lo que se pueda, de la misma manera el “gobierno” podría suspender la venta de alimentos chatarra no sólo en las escuelas sino en todo el país, para frenar la obesidad y los graves problemas de salud que conlleva. Lo que sucede es que no existe voluntad de hacerlo ni en éste ni en los anteriores gobiernos de corte neoliberal, porque lo único que les interesa es el negocio jugoso no el bienestar de la gente. Recuerdo que una de las primeras acciones de la resistencia civil pacífica fue en el edificio de SABRITAS, precisamente porque violando la Ley Electoral colaboraron en la campaña sucia de Calderón para imponerlo en el poder, y de esa manera vender su chatarra en todo el país sin importar que nuestros niños mexicanos sigan consumiendo productos que perjudican su salud.
¿No se puede o no se quiere?
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