Salió el peine. Aunque Felipe Calderón no ganó las elecciones de 2006, controla el dinero de la Presidencia de la República. Para millones de mexicanos es un presidente espurio, pero nadie es tan ingenuo como para ignorar que él autoriza muchos de los principales gastos del gobierno federal. Como el de pagar a los medios. Ahora, por confesión del propio Calderón, se confirma que su administración no solo invierte en publicidad en sus medios favoritos, sino que también entrega millones de pesos para aparecer, como propaganda disfrazada de información, en las primeras planas de los diarios que se venden y él compra. Eso lo admitió al quejarse de que las mafias del narcotráfico, a diferencia de su gobierno, salen gratis en los mismos espacios periodísticos. Bueno, quizá ni tan gratis. Vaya Calderón a saber.
Se entiende ahora por qué sobran los diarios que defienden a Calderón: lo hacen porque este paga. Ya no cuestionemos, pues, a Ciro Gómez Leyva, de Milenio, por quejarse de que en twitter se diga lo que los periódicos callan. El señor Gómez Leyva simplemente defiende los intereses de la empresa para la que trabaja, que a juzgar por el exceso de notas positivas de Felipe Calderón que presenta en sus primeras planas, debe ser una de las que más inversión de ese tipo reciben desde Los Pinos. Y bueno, tampoco debemos criticar a Héctor Aguilar Camín, defensor oficioso de Calderón, quien este viernes, citando a otro diario calderonista (y además salinista), La Razón, dirigido por Pablo Hiriart, dice que son cuentos, inventos, mentiras, embustes, patrañas y chismes lo que todo el mundo dice y sabe y comprueba a diario: que el gobierno de Calderón ataca poco a la organización criminal de El Chapo Guzmán y mucho a las bandas competidoras de este personaje de la revista Forbes. Para Aguilar Camín ocurre todo lo contrario: el narco más golpeado por Calderón es El Chapo. Cuando lo leí pensé que Héctor Aguilar Camín se había vuelto loco. Pero rectifiqué cuando recordé que Calderón admitió que gasta millones de pesos para salir en los diarios: Aguilar Camín es un hombre perfectamente cuerdo que, con lealtad profesional, defiende hasta el extremo de caer en el ridículo a un cliente importante de la empresa periodística para la que colabora.
En fin, por fortuna también hay, en los diarios vendidos, periodistas que no entienden cuáles son los intereses de los editores y que escriben con independencia. Un caso notable es Epigmenio Ibarra, quien este viernes ha dicho que a él no le da miedo Twitter, en una contundente respuesta a Ciro Gómez. Cito a Epigmenio:
“Confieso que no entendí la relación entre el título y el contenido de la columna de Ciro Gómez Leyva publicada este jueves en Milenio. Me parece ingenuo suponer, más bien pontificar, como él lo hace, sobre la muerte del periodismo a manos primero de los boletines oficiales y después del fenómeno creciente de las redes sociales… me cuesta mucho trabajo imaginar que en Twitter y Facebook, como parece sugerirlo Ciro al citar comentarios aparecidos en ambas redes, una de estas fuerzas oscuras ha montado una campaña para meter miedo a la población difundiendo falsos hechos de violencia. Ni falta que hace Ciro. La gente tiene miedo y no por cierto inducido o imaginario. No creo, por último, que a estas alturas del partido los medios tradicionales, que también en eso de caer en información no confirmada resbalan con frecuencia, puedan seguir reclamando el monopolio de la objetividad e imparcialidad informativa. Bienvenida sea la revolución –decía Flores Magón–, esa señal de vida, de vigor de un pueblo que está al borde del sepulcro. Bienvenidas sean, habría que parafrasearlo, las redes sociales en este entorno de competencia salvaje, de concentración de medios en manos de grupos de poder económico y donde la interacción con lectores o espectadores es sólo un instrumento limitado a las encuestas, los espacios del lector o las mediciones de rating y estudios de mercado. Bienvenido sea pues este viento fresco, este vehículo para construir, colectivamente, una nueva realidad…. Si en la prensa se limita la interlocución con el lector y muchos columnistas se sienten agredidos, amenazados por la respuesta de la gente ante diagnósticos y veredictos que desde su columna lanzan y que pueden ser tan o más virulentos que los reclamos que reciben. En estos tiempos de canalla donde campean la violencia, el autoritarismo y su correlato la intolerancia. ¿Qué esperabas Ciro que sucediera al abrirse un sendero de tantas vías simultáneas, la llave de un torrente, como Twitter? ¿A qué temerle? ¿Por qué descalificarlo o, peor aún, meterlo en cintura?”.
Epigmenio, de plano, trabaja para la gente, un jefe que no es el patrón de Ciro Gómez y de Héctor Aguilar Camín, quienes sirven a sus editores que, con rigor financiero, son los encargados de arreglar las cuentas para que Calderón pague, según confesó el presidente espurio, millones de pesos a cambio de aparecer en la primera plana.
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