La Habana. La exclamación con que titulo este artículo la empleó un eminente jurista cuando en su tiempo trató de hacer justicia a Sacco y Vanzzetti. Ella tiene plena vigencia ahora respecto de los Cinco cubanos encarcelados en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.
Porque Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, que sufren ya más de 11 años de cruel e injusta prisión, son, en una palabra, inocentes. Lo saben quienes han buscado la verdad en el sitio oficial del gobierno de Estados Unidos (US Goverment Department of Justice, US District Court of Southern Florida, United States versus Gerardo Hernandez et al).
Ellos estaban secuestrados, incomunicados en celdas de castigo durante 17 meses, cuando se produjo el secuestro de Elián González que todo el mundo conoció porque los medios lo reportaron día y noche sin cansancio. Pero pocos sabían de los otros cinco secuestrados.
Fue así como resultó fácil al gobierno negar a los detenidos un juicio imparcial en otro lugar e imponer su celebración precisamente en Miami, en un ambiente de ilegalidad y violencia que le dio notoriedad universal a esa ciudad.
Para colmo, la causa por la que los Cinco ha-bían sido detenidos era su esfuerzo para descubrir los planes contra Cuba de esos mismos grupos terroristas acostumbrados a matar y amenazar también en Miami. Cumplir esa delicada y riesgosa misión obligaba a nuestros compatriotas a transgredir o ignorar algunas normas y disposiciones legales. No podían informar a las autoridades estadunidenses lo que hacían por la sencilla razón de que esas autoridades han sido siempre cómplices de los terroristas. El juicio de Miami es la mejor prueba.
Desde su etapa preparatoria, la Fiscalía lo reconoció con todas las letras: “La lucha contra el terrorismo es la motivación de los acusados y las motivaciones no se deben ventilar ante el jurado” (Documentos oficiales, Moción in Límite de la Fiscalía, 2000). Al comenzar el juicio los acusadores volvieron a la carga: “Se exhorta a la Corte a ejercer por los testigos el derecho a acogerse a la quinta enmienda, a fin de que no se ventilen las actividades de terrorismo contra Cuba” (Documentos oficiales, Moción de la Fiscalía, 20 de marzo 2001).
La jueza, por su parte, asintió: “Los actos terroristas por otros no pueden excusar la conducta equivocada e ilegal de este acusado o de cualquier otro” (Joan Lenard, Acta del 14 de diciembre de 2001).
El gobierno reclamó las sentencias más exageradas –en conjunto cuatro cadenas perpetuas más 77 años de prisión–, pero insistió en que ese castigo no era suficiente. Era necesario, según la Fiscalía, asegurar que ninguno de los Cinco pudiera volver a intentar en el futuro cualquier acción contra los grupos terroristas. La jueza accedió agregando esta insólita condena: “Como una condición especial adicional a la libertad supervisada se le prohíbe al acusado acercarse a, o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos terroristas” (Lenard ibidem).
Quien se asome a las páginas del infame proceso seguido contra ellos en Miami descubrirá de inmediato que los Cinco cubanos son luchadores contra el terrorismo, verdaderos héroes que sacrificaron sus vidas por salvar las de su pueblo. Quien lo haga comprobará también que el gobierno de Estados Unidos es culpable por promover el terrorismo contra Cuba y por defender y proteger a los terroristas.
Ésa es la gran verdad que el gobierno de Estados Unidos se ha empeñado en ocultar. Es indudable que ha tenido éxito. Su enorme aparato mediático –los “disciplinados” medios, al decir de Chomsky– se han encargado de imponer el silencio y la desinformación.
A los estadunidenses y a muchos otros se les impide conocer la verdad. ¿Qué pasaría si ellos pudieran leer lo que pasó en Miami?
* Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario