Santiago, 27 de febrero. El mayor terremoto de los últimos 50 años y uno de los más potentes en la historia de los registros en la escala Richter azotó la madrugada de este sábado la región surcentral de Chile durante aproximadamente 120 segundos, desastre que dejó un saldo aproximado de más de 300 muertos, un millón y medio de viviendas destruidas y al menos 2 millones de damnificados.
El sismo, que tuvo su epicentro a 339 kilómetros al suroeste de Santiago y a 55 kilómetros de profundidad en el océano Pacífico, ocurrió a las 3:34 horas de este sábado (12:34 de la noche en la ciudad de México) y se sintió al otro lado del macizo continental sudamericano, en Sao Paulo y Buenos Aires, lo que provocó alertas de tsunamis hasta México, Centroamérica, Hawai, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Rusia.
Tras el movimiento telúrico, las calles de la capital se llenaron de personas en pijama y jóvenes que apenas regresaban de fiestas y centros nocturnos. Mientras amanecía, policías y bomberos recorrían las calles en la capital y otras ciudades del país con el sonido abierto de sus sirenas.
La potencia del sismo fue 50 veces mayor que el sucedido en Haití el 12 de enero, según especialistas. Los primeros reportes dejaron constancia inmediata de los efectos materiales causados por el movimiento telúrico en cascos viejos de ciudades, carreteras y puentes, pero el reporte de fallecimientos no se disparó debido a las normas de construcción que rigen en este país acostumbrado a intensos sismos, y cuya ubicación coincide con la convergencia de dos placas tectónicas submarinas.
Después del temblor, nubes de polvo se formaron en el centro histórico de Santiago, donde quedó en ruinas la fachada del Museo de Bellas Artes, en el Parque Forestal y junto al río Mapocho.
Algunas de las viejas viviendas de adobe se resquebrajaron, pero sin causar muertos.
Las ondas del devastador terremoto en la capital se sintieron entre 90 y 120 segundos. Algunos capitalinos, entrevistados por medios locales, dieron cuenta de que en sus viviendas se cayeron floreros, libreros, cuadros y muebles, en algunos casos.
Al menos tres hospitales en la zona centro-sur del país se colapsaron, en tanto que la presidenta Michelle Bachelet, quien estuvo al frente de las operaciones de auxilio desde las 5 de la madrugada e informó a los medios electrónicos de la situación del país a lo largo del día, afirmó que “hay hospitales en muy malas condiciones, que hemos tenido que desalojar preventivamente”.
El aeropuerto de Santiago fue cerrado 24 horas, aunque la pista y las planchas de operaciones y estacionamiento de los aviones no fueron dañadas por el sismo. Tras varias réplicas, una de ellas de 6.9 grados, la torre de control quedó deteriorada y una edificación vecina, que alberga salas de espera de pasajeros, quedó resentida.
En todo el país, la comunicación telefónica fue precaria durante el día y, al anochecer, un tercio de la zona metropolitana capitalina carecía de energía eléctrica.
Las escuelas permanecerán cerradas hasta el 8 de marzo y las oficinas de gobierno no prestarán servicios hasta nuevo aviso. La actividad económica no está del todo paralizada, pese a que algunas minas de cobre –el principal producto de exportación– fueron cerradas por falta de electricidad.
En Santiago también hubo daños en pasos a desnivel. Uno de los puentes de la moderna carretera Vespucio Norte se vino abajo con una docena de automóviles que circulaban a la hora del movimiento telúrico. Los vehículos resultaron dañados, pero los conductores salieron ilesos.
Una planta petroquímica ubicada en el sector de Lampa, también en el norte de la capital, se incendió a raíz de las oscilaciones y sobre las instalaciones se elevó una nube de humo negro tóxico, lo que generó malestar entre los residentes de la zona.
En el puerto de Talcahuano, la localidad más próxima al epicentro, algunos barcos fueron arrojados por el agua hacia tierra, a causa del movimiento telúrico.
Por la tarde, una ola gigantesca golpeó tierra, dañando una terminal portuaria. Una embarcación fue arrastrada unos 500 metros desde el mar hacia piso firme.
La zona más afectada es la periferia de Concepción, la segunda ciudad más poblada del país con unos 500 mil habitantes (alrededor de 900 mil en toda la región), ubicada a unos 500 kilómetros de Santiago y a 90 del epicentro.
Puente colapsado sobre el río Claro, cerca de Camarico, a 180 kilómetros de la capital chilenaFoto Ap
Televisión Nacional de Chile informó que hacia el mediodía se tenía un balance preliminar de 32 muertos en Concepción, donde el temblor desató 12 incendios que no fueron sofocados porque los bomberos debieron ocuparse del rescate de personas en otros lugares de la ciudad, especialmente en el centro histórico, que es el área de mayor deterioro.
Según versiones radiofónicas, hay al menos 400 mil damnificados y el edificio del gobierno provincial se derrumbó.
Un edificio de 15 pisos, con menos de dos años de antigüedad, se derrumbó en la zona costera, donde grupos de rescatistas trabajaron desde la madrugada y hasta la noche de hoy en busca de sobrevivientes. Al menos 22 personas fueron sacadas de los escombros del inmueble habitado por un centenar de personas, aproximadamente la mitad de su cupo total.
Mientras, un supermercado y una farmacia fueron saqueados en la madrugada por personas que aprovecharon la confusión y la falta de electricidad.
Un antiguo puente sobre el río Bío Bío, cerca de Concepción, quedó completamente destruido. En imágenes de televisión se pudieron observar carreteras onduladas y autos volcados en esta región, por efecto del terremoto.
La agitación de las aguas provocada por el terremoto desató el pánico entre los residentes y visitantes del popular centro turístico de Viña del Mar.
El temblor generó tsunamis que afectaron las costas centrales de este país de 4 mil 300 metros de largo, así como la isla chilena de Juan Fernández, a unos 600 kilómetros del territorio continental, donde un poblado entero fue arrasado por el agua, lo que dejó tres muertos y 13 desaparecidos.
En la isla de Pascua, que pertenece a Chile, la armada retiró a 4 mil personas asentadas en las zonas más riesgosas.
La pequeña isla Robinson Crusoe, que lleva ese nombre en honor a un náufrago escocés que inspiró la novela de Defoe, fue también arrasada por el agua. En este sitio, ubicado a 700 kilómetros del macizo continental, murieron cinco personas y 11 fueron reportadas como desaparecidas.
El terremoto de este sábado dejó daños desde Coquimbo, a unos 600 kilómetros al norte de Santiago, hasta la Araucanía.
Es el segundo más potente del mundo en los últimos 20 años, detrás del registrado en diciembre de 2004 en las costas de Indonesia, que alcanzó los 9.1 grados en la escala de Richter y el cual desencadenó un tsunami que causó la muerte a 220 mil personas.
En un primer balance, las autoridades informaron que hay alrededor de un millón y medio de viviendas dañadas y 2 millones de damnificados en cinco regiones del país, que son Maule, Bío Bío, Araucanía, Valparaíso y Metropolitana (Santiago), donde se concentra 80 por ciento de la población de este país de unos 17 millones de habitantes.
Bachelet las declaró zonas de desastre para que fluyan de inmediato los fondos de ayuda de emergencia y se inicie la reconstrucción, que por ahora no requiere de la ayuda internacional, ofrecida por naciones como México, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Perú y la Unión Europea.
Las localidades de Maipú, Cauquenes, Curicó y Talca también resintieron los efectos del sismo, según información de la televisión local.
Pese a los daños registrados en distintos puntos del territorio, el ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, dijo después de sobrevolar Santiago y sus alrededores que la infraestructura resistió el impacto del terremoto. “El país está conectado, aunque hay algunas dificultades”, dijo en referencia a fisuras de algunas carreteras.
Bachelet sobrevoló Concepción y la vecina región de Maule, próxima al epicentro. Por la noche, en un mensaje televisado a la nación, Bachelet dijo que “hay una enorme cantidad de daño que no sabemos su exacta dimensión, que está siendo evaluado”.
Un poco más alarmado, el titular del Ministerio del Interior, Edmundo Pérez Yoma, dijo a los medios de comunicación: “Estamos ante un cataclismo de proporciones inmensas”.
Más sorprendido todavía, un comerciante de 76 años de edad, en la ciudad de Talca, ciudad cercana al epicentro, describió su experiencia de esta forma: “Fue como ver el fin del mundo”.
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