Carlos Fernández-Vega
En el país de las frases célebres, para quien quiera creerlo, y no será más de uno, queda la declaración de que al cierre de la administración salinista (noviembre de 1994) el balance de los bancos no era desfavorable, enfrentaban problemas pero no una situación de crisis”, según el propio Carlos Salinas de Gortari, quien sostiene que la reprivatización de las instituciones financieras fue, modestamente, perfecta, y el accionar de los especuladores metidos a banqueros, “a favor de la nación”. Es cuestión de credibilidad, algo que, por lo demás, el ex mandatario y sus amigos no pueden presumir.
En poco más de un año el gobierno salinista se deshizo de 18 bancos del Estado, y en menos de dos los neobanqueros recuperaron, en promedio, más de 90 por ciento de lo que –se supone– pagaron por esas instituciones. La “perfección” reprivatizadora destrozó los bolsillos de los mexicanos; la “modernización” de la banca elevó el margen financiero y la cartera vencida a niveles nunca vistos, y la “democratización del capital” de las ex sociedades nacionales de crédito no hizo más que concentrar el poder financiero en el país.
¿En serio fue “perfecta”? Con información al cierre de julio de 1993 (casi un año y medio antes del estallido oficial de la crisis bancaria), el balance (Comisión Nacional Bancaria y de Valores) era el siguiente: mientras los rendimientos pagados a los ahorradores se desplomaron, las tasas de interés que la banca aplicaba a su clientela mostraron un crecimiento hasta de 290 por ciento entre el primero de enero de 1992 y marzo de 1993; el aumento del margen financiero (la ganancia entre lo que cobran por intereses y los rendimientos que pagan a los ahorradores) fue frenético, sin control del gobierno, de tal suerte que la cartera vencida creció de forma impresionante.
De acuerdo con la Bolsa Mexicana de Valores, los balances financieros de los 16 bancos que cotizaban en el mercado accionario daban cuenta del siguiente aumento en la cartera vencida (mayo de 1992 a igual mes de 1993; todas las cifras son porcentajes): Atlántico, 229.92; Bancomer, 102.17; Banamex (el avance es 91-92), 180.69; Banco del Centro, 187.79; Banco Mexicano (91-92), 105.8; Banco de Oriente, 85.36; Banoro, 210.63; Banorte, 160.89; Banpaís, 185.58; Comermex, 181.93; Confía, 75.64; Cremi, 134.3; Internacional, 166.4; Mercantil, 218.43; Promex, 56.46 y Serfin, 120.41. Ello, un año y medio antes de los “errores de diciembre”.
Entre junio de 1991 (fecha en que se reprivatizó la primera ex sociedad nacional de crédito) y el mismo mes de 1994 la cartera vencida del sistema mostró un vertiginoso incremento de 431.52 por ciento, a pesar de que la cartera de crédito avanzó solamente 86.18 por ciento en el mismo periodo, es decir, una diferencia de cinco veces entre un indicador y otro. De acuerdo con la estadística de la Comisión Nacional Bancaria, entre junio de 1993 e igual mes de 1994 las 18 instituciones reprivatizadas registraban severos incrementos en sus respectivas carteras vencidas.
Por aquellas fechas, la estadística de la Asociación Mexicana de Bancos dejaba en claro que la cartera vencida de la banca comercial por concepto de uso de tarjetas de crédito significó, al cierre del primer semestre de 1993, 30.2 por ciento de la cartera vencida total. Al mismo tiempo, de los 16.6 millones de tarjetahabientes que se registraban en el país, más de un millón fue reportado como moroso. Los embargos que promovieron las instituciones bancarias en contra de esa clientela provocaron que los bancos ofrecieran más que servicios financieros. Su oferta incluía la venta de casas, tractores, automóviles, refrigeradores, televisores, videocaseteras y hasta perros y vacas. Millones de pesos han sido incautados ante la morosidad de los tarjetahabientes.
La clientela bancaria se redujo rápidamente: al comenzar 1990, cuatro meses antes del anuncio de la reprivatización, las sociedades nacionales de crédito reportaban un total de 27 millones 333 mil 656 de cuentas (cheques, ahorro e inversión a plazo); al concluir el primer trimestre de 1993 esa cifra se había reducido a 13 millones 250 mil 800, una caída de 51.52 por ciento. El máximo histórico alcanzado por los bancos comerciales en lo que a número de cuentas se refiere se observó en 1987, cuando se registraron 36 millones 531 mil. La caída se concentró en cuentas de ahorro: en el momento de la reprivatización alcanzaban una cifra ligeramente superior a 17 millones, y al cierre del primer trimestre de 1993 no pasaban de 6.8 millones. En este renglón las tasas de interés que pagaban a los cuentahorristas bajaron de 20 por ciento anual a 8 por ciento.
Se concretó el despido masivo de trabajadores bancarios y la contratación, igualmente masiva, de funcionarios. En números totales pareciera que el personal de la banca no ha sufrió mayor alteración entre enero de 1992 y marzo de 1993. Pero no: la Comisión Nacional Bancaria informó que al concluir el tercer trimestre de 1993 el personal de los bancos comerciales llegó a 166 mil 125 personas, contra 166 mil 35 de diciembre de 1992, lo que representa una reducción de sólo 0.05 por ciento. Sin embargo, en el periodo se despidieron a casi 10 mil trabajadores y se contrató a igual número de funcionarios. Así, existían 2.28 empleados por cada funcionario. En este aspecto, Banamex también se lleva la palma, pues redujo en 27.65 por ciento el número de empleados, y aumentó en 62.8 por ciento la contratación de funcionarios. Así las cosas, esta institución reportó una relación de un funcionario para cada 0.57 empleado.
Lo demás es historia conocida y padecida por todos los mexicanos: especulación, torpeza, avidez, agio, rescate bancario y empresarial, Fobaproa, 100 mil millones de dólares, 20 por ciento del producto interno bruto, robo del siglo; embargos masivos, quiebra, fuga de divisas, devaluación, “rescate”, extranjerización, regalo para los capos del sistema financiero trasnacional, 90 por ciento del sistema nacional de pagos en manos foráneas. Pero, eso sí, la reprivatización fue “perfecta”.
Las rebanadas del pastel
Qué bueno que “ya pasó lo peor” y se registran “signos inequívocos de recuperación” en el país, porque sólo en el primer mes del año medio millón de mexicanos fueron “incorporados” al ejército de reserva: en enero de 2010, la tasa de desempleo se incrementó de 4.8 a 5.87 por ciento de la población económicamente activa, de acuerdo con el Inegi, con lo que alrededor de 2.8 millones de personas se mantienen en tan drástica circunstancia, mientras fluyen las frases célebres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario