sábado, 27 de febrero de 2010

Noreste: zona de miedo -- Serpientes y Escaleras


El jefe de Los Zetas quiere convertirse en el capo de capos del Cártel del Golfo, mientras que el hermano menor de Osiel reclama el derecho de sangre para ocupar la jefatura de la agrupación delictiva

Aunque el gobierno presuma de los golpes al narco, lo cierto es que El Chapo sigue moviéndose en libertad y dirige una cruenta guerra.
El jefe de Los Zetas quiere convertirse en el capo de capos del Cártel del Golfo, mientras que el hermano menor de Osiel reclama el derecho de sangre para ocupar la jefatura de la agrupación delictiva. La disputa se centra en dos plazas fronterizas estratégicas para el trasiego de la droga a Estados Unidos: Reynosa y Nuevo Laredo, por cuyas aduanas, se estima pasan diariamente unos 30 mil contenedores con cargamentos de droga, de los cuales las autoridades, estadunindeses y mexicanas, solamente logran revisar, y eventualmente detectar, el 1% de esos cargamentos.

De ese tamaño es el botín de esta guerra a muerte que se han declarado los herederos del cártel del Golfo y sus antiguos sicarios de Los Zetas, que tiene en estos momentos a la población de ambos estados viviendo en medio del miedo y la zozobra.


En algunas ciudades del noreste, especialmente en Tamaulipas, es común ver comercios cerrados y que la población prácticamente no salga de noche, en un virtual toque de queda autoimpuesto por los ciudadanos, ante el temor a las balaceras y enfrentamientos de estos dos grupos que dirimen en las calles sus combates armados.

¿ALIANZA CHAPO-ZETAS?

En medio de la reacomodos que se vive entre los cárteles de la droga, derivado de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, la guerra por la frontera de Tamaulipas tiene un trasfondo que acaban de detectar algunas áreas de inteligencia del gobierno. Con la muerte del Jefe de Jefes y el debilitamiento de los Beltrán Leyva, el grupo de Los Zetas se ha acercado a Joaquín Guzmán Loera y han buscado establecer una alianza estratégica con el Cártel de Sinaloa.

El Chapo estaría entonces apoyando a Los Zetas con la intención de arrebatarles definitivamente al cártel del Golfo a los herederos de Osiel Cárdenas y, mediante un pacto con Los Zetas, controlar las únicas dos fronteras que no controla aún el cártel sinaloense. Los Zetas estarían buscando a través de este pacto con Guzman Loera, quedarse definitivamente con el liderazgo de toda esa región y con el control de Reynosa y Laredo que compartirían con los sinaloenses.

Hace unos días, cuando la Policía Federal detuvo y presentó a José Vázquez Villagrana, El Jabalí, operador de El Chapo en Sonora y responsable del envío de droga a Estados Unidos desde la frontera sonorense, éste hizo una declaración que sonó contunente: “Toda el área de lo que es el norte le ‘rinde’ al Chapo… en la frontera norte todos le rinden cuentas”.

Y tenía razón El Jabalí, que bien sabía de lo que hablaba. Sólo le faltó precisar que los únicos dos puntos fronterizos, claves para el paso de droga a EU, que no controla actualmente ni ha podido controlar históricamente El Chapo son precisamente Reynosa y Laredo.

Esas dos garitas son las únicas que le faltan a Joaquín Guzmán para que “toda la frontera norte” le rinda cuentas. Por eso ha ofrecido la alianza a Los Zetas y por eso los está apoyando en la actual ofensiva para que tomen el control total de Tamaulipas y desplacen de una vez a los herederos de Osiel en el control del cártel del Golfo.

LA SEGUNDA ¿ES LA VENCIDA?
Esta no es la primera vez que El Chapo Guzmán intenta apoderarse de las plazas de Reynosa y los Laredos. A principios de 2005, dos años después de la captura de Osiel Cárdenas y cuando el cártel del Golfo se debilitaba, El Chapo se lanzó con todo su poderío armado para tratar de arrebatarles la plaza. La violencia en aquellos días llegó a ser de tal nivel en la región fronteriza tamaulipeca, que el 30 de julio de 2005 el gobierno de Estados Unidos decidía cerrar su consulado en Nuevo Laredo y emitía alertas a sus ciudadanos para que no viajaran ni hicieran negocios en esa zona.

En aquella ofensiva, El Chapo, con toda su fuerza no pudo apoderarse de las fronteras tamaulipecas, los del Golfo lograron repelerlo, y prácticamente lo obligaron a retirarse gracias a la fiereza y las estrategias de Los Zetas —entonces todavía su brazo armado y leales a ellos—. La capacidad de estrategia y el nivel de armamento que sabían manejar Los Zetas sorprendieron a los sinaloenses que se replegaron. De hecho, fue tras esa derrota, que El Chapo decidió ir a Guatemala en busca de los Kaibiles, antiguos soldados de élite de ese país que tenían un entrenamiento similar a Los Zetas, y los trajo a México para combatir a sicarios ex militares del Golfo.

Con el control pleno de la frontera en Sonora y Baja California, El Chapo se propuso tres objetivos: tomar el control de Ciudad Juárez, desplazando a los Carrillo Fuentes, lo que explica la violencia que todavía se vive en Juárez, y volver a lanzar el asalto sobre Reynosa y Laredo, apoyado en sus antiguos enemigos de Los Zetas.

En estos momentos pues, el narcotraficante que el presidente Felipe Calderón tuvo que salir a declarar que su gobierno “no protege” ante los señalamientos y acusaciones veladas que le hicieron compañeros suyos del PAN de Sinaloa, es ya el que manda en la mayor parte de la frontera mexicana, por donde pasa la droga a Estados Unidos. Y está peleando por las únicas tres plazas que le falta controlar: Juárez, Reynosa y Laredo, con un enorme costo para los habitantes de esos lugares que viven en medio del miedo, la violencia, muertes y descomposición social.


Y aunque el gobierno presuma de que le “hemos dado fuertes golpes” y enumere nombres de operadores, lugartenientes y demás del cártel de Sinaloa que han detenido, lo cierto es que El Chapo sigue moviéndose en libertad y dirige una cruenta guerra que lo puede llevar pronto a convertirse en el auténtico Zar de la Droga y el Rey de la Frontera mexicana. Pero que conste que no lo protegen.

NOTAS INDSICRETAS…

“No voy a renunciar, no pienso hacerlo yo y el Presidente no me lo ha pedido; hasta ahora”. El comentario, con todo y pausa, lo hizo el secretario de Gobernación en un desayuno esta semana con periodistas. Curioso porque justo unos días después, en conferencia de prensa en Los Pinos, el presidente Calderón hablaba también de la renuncia y decía que Gómez Mont no se va “a menos de que el renuncie o de que yo se lo pida”. ¿Le quieren decir algo a don Fernando? Los dados cierran con Escalera. Semana redonda.

No hay comentarios: