Aparentemente terminó con éxito la Cumbre de Cancún en la que se anunció el acuerdo de 33 países de América Latina y el Caribe para constituir una organización hemisférica sin Estados Unidos y Canadá.
Tras el encontronazo entre los presidentes de Colombia y Venezuela, y la declaración final de Calderón de que Estados Unidos no quedará fuera de las discusiones y tratados, podemos deducir que los enviados especiales de Washington, Uribe y Calderón, tienen la misión de que no se concrete el anhelo de una Comunidad que vele exclusivamente por los intereses de los pueblos latinoamericanos.
Como bien dice Pedro Echeverría, “mientras viva el imperialismo, los países y organizaciones seguirán amenazadas, divididas y sojuzgadas”.
Vamos a ver qué tanto puede avanzar una organización que sirva para fortalecer la integración de la región y tenga presencia en el escenario internacional con una voz ajena a la del capitalismo salvaje.
Todos los pueblos latinoamericanos quisiéramos que sea una realidad pero también sabemos que nos enfrentamos a un monstruo hasta ahora invencible, que se alimenta precisamente de nuestros desencuentros y desgracias.
Uribe y Calderón ya pusieron su granito de arena para la fractura política que desvirtúe los esfuerzos de los mandatarios dispuestos a sortear los obstáculos para que el nuevo organismo pueda entrar en operación lo antes posible.
Dudo mucho que dos acuerdos ahí tomados se lleven a cabo, uno, sobre el apoyo a Argentina en su diferendo con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, y otro contra el embargo estadunidense a Cuba.
Ojala me equivoque. De lo que sí estoy totalmente segura es que los cachorros del imperio, Uribe y Calderón, están más que puestos para seguir los designios de Washington.
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