La estrategia del PRD y del PAN de ir juntos en alianza electoral en estados donde ninguno de los dos tiene una fuerza determinante, es producto del reconocimiento de su propia debilidad en entidades donde el PRI ha mantenido el control por la vía de aparatos corporativos y caciquiles, que siguen demostrando efectividad en momentos en los que el partido se mantiene unido y con objetivos claros. Panistas y perredistas tuvieron que olvidar agravios del pasado y pensar en el 2010 como lo hicieron en el 2000 cuando el objetivo era sacar al PRI de Los Pinos, aunque entonces la alianza no se produjo.
Incorporar al Partido del Trabajo y a Convergencia como parte de un supuesto bloque unido de izquierda, implicaba obligar López Obrador —caudillo con un pie y medio en el PT y otro medio en el PRD— a aceptar que el 2006 había quedado atrás y ahora no quedaba otra que ir con los blanquiazules para aspirar a derrotar al PRI. En un principio el PT aceptó la alianza como parte de una apuesta que le podría brindar posiciones en caso de un triunfo en cualquier entidad; sin embargo como nos dijo Hortensia Aragón, “origen es destino”, y el Partido del Trabajo de origen salinista y por supuesto priísta, es hoy una de las cartas fuertes del Revolucionario Institucional para evitar un eventual triunfo de la alianza PRD-PAN.
Salvo el caso Oaxaca, donde López Obrador está dispuesto a perder la santidad en nombre de la aniquilación del cacicazgo priísta, y de Quintana Roo e Hidalgo en donde el PT mandó al diablo al “presidente legítimo”, este partido hoy propiedad de AMLO, muestra su carencia de proyecto propio. Ayer fueron negocio de la familia Salinas, hoy son apéndice del proyecto de López Obrador para el 2012. Un político tan ligado a AMLO como Manuel Camacho, ve desvanecerse la posibilidad de un polo de izquierda en la coalición PRT-PT-Convergencia, como consecuencia del aislamiento político ideológico del tabasqueño.
Para el DIA de Camacho, ganarle al PRI al menos una gubernatura en alianza con el PAN, representa la posibilidad de armar la coalición para el 2011 en el estado de México y evitar así la fácil llegada de Peña Nieto a la Presidencia. Para López Obrador eso no tiene importancia. PRI y PAN son lo mismo y lo único válido es llevar su movimiento social hacia su propia candidatura en el 2012. Las alianzas se mantienen, pero ahora tendrán que vencer al PRI y al PT que sin decirlo, forman una nueva coalición dispuesta a evitar que panistas y perredistas ganen alguna elección
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