León García Soler escribió el domingo pasado en su columna:”Al otro lado, en Phoenix, Arizona, la gobernadora republicana firmó la norma que criminaliza a los indocumentados y obliga a la policía a detener e interrogar a cualquier sospechoso de extranjero ilegal…
Deacá de este lado, la huelga de Cananea. Y la amenaza de hacer estallar la mina. Pero no encenderán la mecha los obreros en paro, con la ciudad por cárcel y todos sus habitantes hundidos en las mazmorras del empobrecimiento progresivo, implacable, amargo reflejo del páramo en que se ha convertido el país todo…
No hay explosivos en la mina de Cananea, aseguran autoridades militares. Los hay en abundancia para provocar un estallido social en el país. Y Javier Lozano, secretario del Trabajo, ya encendió la mecha. Los señores Larrea revisan sus cuentas bancarias.
El segundo tribunal colegiado en materia de trabajo ha resuelto en forma definitiva el conflicto en la mina Cananea, dice Juan Rebolledo Gout, hoy al servicio del Grupo México, apenas ayer,alto funcionario de Ernesto Zedillo”.
Tiene razón García Soler al decir que hay explosivos por todo el país,a punto de estallar. El asunto de Cananea apenas es una muestra de lo que son capaces de hacer los hombres del dinero.
Las injusticias más dolorosas son las que han cobrado vidas inocentes,nuestros niños y jóvenes que se nos fueron de las manos y cuyas muertes siguen sin esclarecerse, sin hacer pagar por ellas a los verdaderos asesinos.
Las miles de familias empobrecidas, al grado de la inanición, los campos desolados, los caminos destruidos, las escuelas maltrechas; las pocas industrias nacionales y los recursos que pertenecen a todos los mexicanos se siguen repartiendo como pastel de cumpleaños en un círculo cerrado, un pequeño círculo de delincuentes de cuello blanco que se mantienen impunes.
Los obreros sin trabajo, las cárceles abarrotadas de delincuentesmenores, los grandes capos en la calle lo mismo que los soldados batiéndose en una guerra impuesta desde Washington, a la que alimentan con armas poderosas y salvoconductos para los que no han de caer en el fuego cruzado.
Se está escribiendo otra parte de nuestra historia, la que podrá serleída tal vez como la REVOLUCIÓN DE LAS CONCIENCIAS, o quizá no, tansólo será una revuelta de la que vengan a salvarnos los Estados Unidosde Norteamérica, para apoderarse por del territorio que anhelan y delpetróleo que están a punto de meter en su bolsillo
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