Federico Arreola
Escucho lo que Joaquín López-Dóriga dijo, en un programa de debate en Televisa, acerca de las redes sociales. Se pasó. De plano, se vio fascista. Según él, y sus compañeros de Televisa estuvieron de acuerdo, el “reto” del gobierno y aun de la sociedad mexicana es “recuperar el ciberespacio que parece haber quedado en manos del crimen organizado y de perversos”. Añadió, con absoluta seriedad, que en las redes sociales de internet “hay un gran porcentaje de basura”. Por eso, concluyó, el gobierno debe tener presencia en las redes. Supongo que para controlarlas.
Entiendo que en los medios tradicionales, como Televisa, los periodistas tradicionales, como López-Dóriga, critiquen a las redes sociales: lo hacen porque, gracias a sistemas como Twitter y Facebook, ellos han perdido el monopolio de la información y de la opinión. Es comprensible que defiendan su negocio. Pero no se vale que recurran a la calumnia. Porque es una calumnia lo que dijo López-Dóriga acerca de que la sociedad y el gobierno de México deben “recuperar el ciberespacio que parece haber quedado en manos del crimen organizado y de perversos”. Tampoco se vale que exijan censurar a quienes participamos en las redes sociales. Porque es un llamado a la censura pedir que el gobierno tenga más presencia en internet. ¿Más presencia? ¿Qué significa eso? ¿Controlar los contenidos? ¿Filtrar las opiniones?
Por lo que a mí respecta, seguiré exigiendo #ApagonTelevisa cada vez que los periodistas de esa televisora insistan en censurar Twitter. Y punto.
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