Carlos Fernández-Vega
¡Qué emocionante! Las buenas nuevas no dejan de fluir en este México recuperado y casi primermundista, con vacas gordas cada día más gordas, de acuerdo con la versión oficial. La de ayer dice así: el personal ocupado en la industria manufacturera de transformación creció 0.7 por ciento en el segundo mes de 2010 respecto al nivel de febrero de 2009; con cifras desestacionalizadas, el personal ocupado mostró un crecimiento de 0.83 por ciento en el mismo lapso”, de tal suerte que el pianista que devino secretario del Trabajo ya puede salir a repetir aquello de que “se han recuperado todos los empleos perdidos”, y el inquilino de Los Pinos a reiterar que lo anterior es muestra inequívoca de que “lo peor ya pasó”.
Independientemente de lo enclenque del citado “crecimiento”, la –para efectos oficiales– buena nueva se desinfla cuando se desmenuza la información divulgada por el Inegi: de los 21 subsectores considerados en la estadística laboral de la industria manufacturera, sólo en seis se observó incremento en el número de plazas laborales, mientras en las otras 15 el declive continuó. De hecho, el “crecimiento” del empleo sectorial es resultado de un 2 por ciento de aumento en la contratación de obreros, y la caída de 2.7 por ciento en la de empleados.
Entonces, tal vez la buena noticia –echándole muchas ganas– es que en febrero pasado el empleo manufacturero registró avance (así sea raquítico) por primera vez en cuando menos 26 meses de permanente caída (es decir, desde diciembre de 2007), y la proporción en el segundo mes del presente año ni de lejos alcanza a cubrir la pérdida acumulada. De hecho, cuando se hace el balance del empleo manufacturero durante el calderonato (39 meses, hasta febrero pasado) el resultado es una espeluznante caída acumulada de 13.3 por ciento en el personal ocupado en el sector (uno de los más influyentes en el PIB).
De ese tamaño es la buena nueva, la recuperación de las plazas laborales canceladas y la contundencia de que lo peor ya pasó (nos ahorramos las comillas). Así, en ese febrero pletórico de empleo manufacturero –versión oficial–, sólo en los siguientes subsectores se reportó alza en la ocupación de personal: confección de productos textiles, excepto prendas de vestir (4.2 por ciento); fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos, excepto prendas de vestir (5.2); industria del papel (1.2); industria del plástico y del hule (5.5); fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos (13.6) y fabricación de equipo de transporte (4.8).
Qué bueno que en el segundo mes de este 2010 de la abundancia los citados subsectores reportaran incrementos en el personal ocupado. Lo lamentable es que, por ejemplo, en 47 de los últimos 50 meses (enero de 2006 a febrero de 2010) el subsector de la confección de productos textiles, excepto prendas de vestir, reportó caídas en el número de empleos, y cuando reportó alzas (sólo en tres ocasiones de 50) éstas no fueron para celebrarlas (0.3 por ciento en agosto de 2006; 1.6 en enero de 2010, y 4.2 en febrero del mismo año). Lo mismo en el subsector de fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos, excepto prendas de vestir: 31 meses de caída continua (desde abril de 2007), contra 4 de alza (de diciembre de 2009 a febrero de 2010). La industria del papel acumuló 16 meses de caída permanente en personal ocupado, y las alzas reportadas en el primer bimestre de 2010 apenas superan a las pérdidas de diciembre de 2009.
El subsector de mayor incremento en personal durante febrero pasado (fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos, con 13.6 por ciento) acumuló 14 meses de pérdida permanente en el número de plazas, y sólo a partir de noviembre pasado registra avances, los cuales, desde luego, no alcanzan para tapar los huecos abiertos. Igual sucede en el caso de la industria del plástico y del hule: 17 meses de permanente caída, y dos (enero y febrero del presente año) con alzas. No es distinto el caso de la fabricación de equipo de transporte: 18 meses a la baja, uno de incremento.
La misma situación se observa en el número de horas trabajadas en el sector manufacturero: desde que Calderón se instaló en la residencia oficial, este indicador se ha desplomado más de 20 por ciento, y en 31 de los 39 meses de estancia (hasta febrero pasado) se registraron caídas en la producción. Por lo que toca a las remuneraciones medias reales por persona ocupada en el sector manufacturero (sueldos, salarios y prestaciones sociales), el “incremento” acumulado en dicho periodo es de 0.7 por ciento. Nada que ver con el “México que se ve bien” (Ernesto Cordero dixit).
Entonces, las buenas nuevas que tanto cacarea el sector oficial se esfuman cuando en la balanza se ponen todos los componentes, y esta película ya la vieron los mexicanos. A pesar del constante deterioro que se observó durante su permanencia en la residencia oficial, Vicente Fox acostumbraba dar buenas noticias todos los días, y varias en algunos de ellos. El mecanismo por él utilizado era sencillo: siempre sumaba, nunca restaba; por ejemplo, si en un mes se cancelaban 100 mil puestos de trabajo y en el siguiente se generaban 2 unidades, el de las ideas cortas y la lengua larga festejaba la última cifra, “olvidando” hacer el balance, es decir, para este caso, la pérdida neta de 99 mil 998 plazas. A nadie convenció –salvo de su acendrado cretinismo–, pero él fue construyendo Foxilandia a lo largo de seis años, con cero resultados, pero eso sí muchísima propaganda y un billón de discursos, y un enorme costo político, económico y social que los mexicanos conocen y padecen.
Sirva lo anterior para entender en su exacta dimensión el tamaño de la “recuperación”, lo “real” de las vacas gordas (puras botargas) y lo bien fundamentadas que están las buenas nuevas difundidas por el actual inquilino de Los Pinos, quien se aferra a llegar mucho más lejos que su antecesor en eso de construir un país imaginario, Calderolandia, lleno de discursos y propaganda, e infinitamente alejado del México real.
Las rebanadas del pastel
Si de buenas nuevas se trata, la Cámara de Diputados aprobó la llamada “reforma antimonopolios”. Ahora sólo falta que la apliquen, y allí está el quid, porque la Constitución es muy clara en la materia y se la han pasado por el arco del triunfo… Un enorme abrazo cumpleañero a mi flaca de oro.
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