miércoles, 2 de junio de 2010

Impunidad, el gran lastre ...Polimnia Romana

A manos de elementos de la Patrulla Fronteriza de San Diego, el mexicano Anastasio Hernández Rojas, de 42 años de edad con cinco hijos nacidos en los Estados Unidos, recibió una golpiza y descargas eléctricas que le ocasionaron muerte cerebral y finalmente la muerte. Su pecado fue trabajar más de 20 años limpiando albercas y provenir de un país en el que sus gobernantes no velan por los derechos de sus ciudadanos, ni aquí ni allá.

Anastasio fue detenido por carecer de documentación migratoria. Las empresas para las que trabajó durante 20 años no recibirán ningún castigo porque en sus leyes no se ha tipificado sanción alguna por emplear indocumentados.

Criminalizar a unos y proteger a otros es una injusticia que México no debería aceptar.

Los gobiernos priantistas no han hecho absolutamente nada para que la situación de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos mejore. A cambio de su pasividad y conformismo reciben aplausos y elogios inmerecidos.

Pretender castigo para los responsables de estas atrocidades es como pedir peras al olmo.
Aquí mismo sufrimos por la impunidad de políticos y familiares y amigos de funcionarios que pueden vivir tranquilos porque la justicia no los toca ni con el pétalo de una rosa, para eso cuentan con los medios de comunicación que se han convertido en juez y parte, gracias a la corrupción implantada por el PRI y profundizada por el PAN.

Estamos a unos días de que se cumpla un año de la pérdida de 49 niños que murieron calcinados en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, y ninguno de los responsables ha sido castigado. Se trata de familiares de Margarita Zavala, esposa del pelele, de amigos y funcionarios del ex gobernador priísta Eduardo Bours, de la directora de Guarderías, amiga íntima de Margarita Zavala, que llegó al cargo con la experiencia de diseñadora y gerente de un restaurante, y que después de la tragedia simplemente presentó su renuncia.

Tan terrible como morir a golpes de toletes, patadas y descargas eléctricas, resulta morir rodeado por el fuego en un incendio que pudo evitarse.

No es que no pueda haber justicia, es que no hay voluntad para impartirla.

Los poderes fácticos secuestraron al Estado y a las instituciones. Su primera víctima es el Poder Judicial; el Ejecutivo y el Legislativo están de acuerdo que así sea pero, ¿y el pueblo? ¿El pueblo también está de acuerdo con el estado de cosas que nos sorprenden cada mañana?

Miles de muertos, millones de pobres y desempleados, millones de pesos despilfarrados en publicidad del gobierno federal y de los estados, aumentos de impuestos, gasolina, diesel, gas, alimentos básicos y medicinas. Intervención de Estados Unidos en los asuntos de seguridad nacional, entrega de contratos de PEMEX y de la CFE a particulares, remate de la fibra óptica que pertenece a la nación, represión a maestros, electricistas, candidatos de la oposición, defensores de derechos humanos y luchadores sociales. En fin, la lista de injusticias es interminable.

NO DEBEMOS, NO PODEMOS quedarnos de brazos cruzados. Tenemos la obligación moral de salvar a México de estos terroristas de Estado.

Nos vemos el 25 de julio en el Zócalo capitalino para escuchar el Proyecto Alternativo de Nación que elabora un grupo de especialistas patriotas, y al cual podemos aportar ideas y soluciones. No todo está perdido. Nos queda la esperanza...

Luchemos por los mártires del 5 de junio, por los hombres y mujeres que han perdido la vida en el fuego cruzado de una guerra que no debimos permitir, por Anastasio Hernández Rojas y los hijos que dejó desamparados.


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