lunes, 14 de junio de 2010

EDITORIAL

Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación comenzará a debatir si prolonga la discusión sobre las pruebas aportadas por su comisión investigadora, encabezada por el ministro Arturo Zaldívar, el cual —a grandes rasgos— concluye también en la hipótesis del accidente, pero al mismo tiempo explica el contexto institucional que permitió la tragedia. El resto de los ministros en el pleno de la Corte tomará una decisión que, por su importancia social, tendrá que estar bien sustentada ya sea aprobando o rechazando el dictamen de Zaldívar.


El máximo tribunal es la última instancia de justicia en este caso, luego de que el gobierno de Sonora y el federal sacaran sus propias conclusiones, mismas que no dejan satisfechos a un grupo de padres que ha buscado respuestas por su cuenta, incluso encargando la elaboración de un estudio forense independiente al que hizo la comisión investigadora de la Corte y las procuradurías.


La Suprema Corte, como un tribunal autónomo, árbitro entre los poderes, tiene sobre sí una decisión que podría sentar un precedente importante cuando las responsabilidades parecen diluidas entre funcionarios de distintos niveles y de jurisdicciones estatal y federal. Cualquiera que sea su decisión ésta deberá estar cimentada en la transparencia y también en la imparcialidad. En un esfuerzo por evitar sospechas, en otras ocasiones el máximo tribunal ha promovido sesiones abiertas, consultas con expertos en distintos ramos y audiencias con la sociedad civil involucrada. Frente a las pruebas aportadas más recientemente cabría esperar la misma consideración.


Es con casos emblemáticos como el de la guardería ABC que las sociedades valoran su sistema de justicia. Como dice el ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg: la confianza se construye a milímetros, pero se destruye a kilómetros.


Los 49 niños que murieron merecen justicia, ni duda de ello, pero no únicamente se debe buscar eso. La justicia debe aplicarse mediante un proceso transparente, razonable, irrefutable y digno. Para conseguir ese propósito la Suprema Corte puede ayudarse de herramientas que hagan explícito que en su decisión no influyó intromisión externa alguna, sino más bien consideraciones jurídicas de todos los actores interesados en hacer escuchar su voz.


Sirva la propia experiencia del máximo tribunal para saber la importancia de su decisión.

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