lunes, 23 de mayo de 2011

El PSOE se desploma por su giro a la derecha”

En el mismo diario, Marco Schwartz dice: Como lo pronosticaba la mayoría de las encuestas, el PSOE ha pagado un precio muy alto por la crisis económica: por la forma (liberal) de gestionarla y por el modo (nada convincente, al menos para el segmento de votantes más a la izquierda del partido) de explicar las medidas que ha tomado para hacerle frente”.



El columnista principal de Público, Ignacio Escolar, afirma en su blog www.escolar.net: “¿La razón de la debacle socialista?... La culpa es del desbocado paro, de la inicial negación de la crisis y del mes de mayo, con seguridad. Pero no hablo del mayo de las protestas ciudadanas que nacieron el 15-M, ni de la penosa campaña electoral. La culpa es de otro mayo, el mayo de 2010. ¿Se acuerdan? ‘Cueste lo que cueste, y me cueste lo que me cueste’, prometió a los españoles Zapatero tras el tijeretazo social al gasto público para evitar que los mercados hiciesen descarrilar al bono español. Zapatero cogió la tijera, y tal vez esa decisión evitó el rescate. Pero sin duda ese mayo ha marcado su final”.



José Luis Rodríguez Zapatero se fue demasiado a la derecha y se hundió. Hay una lección electoral en eso. La de que no es eficaz la izquierda bonita, elegante, modosita, la que se viste con ropa de marca, que no solo entiende, sino que habla el lenguaje de los empresarios y los grandes financieros, la que apoya los matrimonios gay y cuida el medio ambiente, pero que no está dispuesta a cuestionar realmente el modelo de desarrollo que, sobre todo después de la crisis económica global, lo único que genera es más concentración de la riqueza, más pobreza y más desempleo.



Cuando los problemas de la economía española se agravaron, Zapatero apostó por la ortodoxia económica, la que reduce el gasto y manda a los trabajadores a la calle, en vez de recurrir a la imaginación y a la movilización política para exigir a los capos de las finanzas del mundo respeto a la población española y apoyo firme para no empobrecerla de un día para otro.



El PSOE en la crisis terminó pareciéndose tanto al PP, que este domingo los españoles decidieron votar mejor por el modelo original.



Hay una lección en esto. Para que la estudien los empresarios, banqueros, columnistas, académicos, etcétera que llevan años pidiendo, para México, una izquierda “correcta y educada, elegante y negociadora” como la de España. Los que a diario ponen como ejemplo de izquierdista moderno al distinguido Marcelo Ebrard Casaubón, el jefe de gobierno del Distrito Federal que, a diferencia del radical y “populista” izquierdista Andrés Manuel López Obrador, sí viste buenos trajes y mejores camisas, sí viaja en primera clase, sí vacaciona en el extranjero, sí pasea en yate, sí disfruta las exquisiteces de los restaurantes caros y sí entiende las necesidades, que son tantas, de los dueños del dinero.



Ebrard se parece tanto a los líderes del PAN, siempre al servicio de la clase empresarial, o a los del PRI, que son los que hicieron el sistema mexicano, que nada significa para el movimiento de cambio político que tanta falta hace en México.



Los empresarios, banqueros, columnistas, académicos, etcétera, seguirán aplaudiendo a Ebrard y calumniando a López Obrador. Pero dado que el sistema que defienden los partidarios de la izquierda modosita seguirá llenando al país de ninis, Marcelo Ebrard no encontrará apoyo popular. No lo tiene, claro que no. A él los medios lo han inflado artificialmente. Pero no se lleva con el pueblo. No pasa como Andrés Manuel López Obrador buena parte de su tiempo en las plazas públicas conviviendo con la gente de abajo, la que no encuentra salida a sus penurias económicas. Ebrard es un Zapatero, sin duda. Viste bien, es educado, no reta a los poderosos. No es de izquierda, pues. Parece más panista o priista que izquierdista, es decir, más conservador que partidario de la revuelta pacífica que ya debe darse en México para que las cosas cambien de tal modo de que millones sin esperanza empiecen a tenerla.

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