Hace rato, en uno de los descansos de la marcha por la paz encabezada
por el poeta Javier Sicilia, una de las personas que se acercó a este
escritor que se ha convertido en símbolo de la resistencia civil,
comentó que lo que nos une a todos los que vamos caminando por el Eje
Central de la ciudad de México es el dolor. Creo que se trata de un
diagnóstico equivocado o cuando menos incompleto.
A muchos, que han perdido seres queridos en la fallida guerra de
Calderón, evidentemente los une el terrible sufrimiento provocado por
las muertes violentas. Es el caso de 40 mil familias mexicanas. Al
resto de la población, sin que esto signifique que no nos lastima su
dolor, lo que nos tiene aquí, ya muy cerca del centro de la ciudad de
México, en la calle protestando, es el miedo. Porque en el México de
la absurda guerra contra el narco emprendida sin estrategia por el
gobierno federal todos vivimos aterrorizados.
Nos espanta que no pocas poblaciones estén en poder de la mafia. Nos
asusta que todas las policías, sin excepción, estén infiltradas o
abiertamente al servicio del crimen organizado. Nos aterra que los
grupos del narco exhiban a diario una capacidad de fuego similar e
inclusive superior a la del ejército mexicano.
A algunos los une el dolor, a otros el miedo. Pero a todos, sin duda,
nos une el hartazgo. Por eso fue tan exitoso el "¡Estamos hasta la
madre!" de Javier Sicilia. Y es que estamos hasta la madre y es lo que
vamos todos a decir dentro de varios kilómetros, tal vez un par de
horas, en el zócalo de la capital mexicana
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