domingo, 1 de mayo de 2011

Revelan carta que fue enviada al Vaticano sobre abusos de Maciel-- SDPNOTICIAS.COM

México.- Un carta con testimonios recabados de los abusos del padre Marcial Maciel fue enviada al Vaticano por parte del entonces arzobispo primado de México, Miguel Darío Miranda, el 31 de agosto de 1956.



En el documento que estuvo dirigido al padre Arcadio Larraona, secretario de la Congregación de Religiosos del Vaticano, Miranda destaca que “en todo este asunto no me mueve otra cosa que el deseo sincero de ver por el bien espiritual de esa congregación religiosa naciente; pero juzgo que es necesaria la intervención inmediata de la S.C. de Religiosos, para evitar después males mayores.



"Los cargos principales que de estas declaraciones se desprenden contra el padre Maciel… se reducen a tres: faltas contra Sextum cometidas con alumnos de la congregación; hábito de inyectarse enervantes, que ya ha degenerado en vicio de difícil curación, y medios tortuosos, especialmente la mentira, para lograr los fines que se propone".



Cabe recordar que Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue acusado de abusar sexualmente en los años 50 de al menos nueve seminaristas.



Aunque la denuncia llegó al Vaticano en los años 90, el Papa Juan Pablo II no respondió a las víctimas. Fue en 2006 que Benedicto XVI castigó al sacerdote y le ordenó que renunciara a todo ministerio público.



De acuerdo con el diario Reforma, la carta histórica dada a conocer por José Barba, una de las víctimas de Maciel, y el ex sacerdote Alberto Athié, además del investigador Fernando M. González, señala que el padre Luis Ferreira, vicario de la Congregación y el hermano Federico Domínguez, quien fuera secretario de Maciel, "movidos por inquietudes de conciencia fáciles de comprender consultaron con sacerdotes de probada prudencia, los cuales gravaron la conciencia de estas personas para manifestar a las autoridades eclesiásticas competentes lo que sabían a ciencia cierta acerca de la vida del padre Maciel. Así pues recurrieron en primer lugar al obispo de Cuernavaca (entonces Sergio Méndez Arceo), Diócesis a la cual pertenecía Maciel, y después a mí, no para lanzar acusaciones sino para cumplir con un deber de conciencia".



En ese entonces, Miranda pedía una intervención urgente, pero admitía que era difícil proceder pues "por una parte, el padre Maciel cuenta con muchas amistades entre los miembros de las diversas Congregaciones Romanas (al grado que en ocasiones ha manifestado tener conocimiento de asuntos que están bajo secreto del Santo Oficio) y un apoyo decidido por parte del Excelentísimo Cardenal Micara".



Además si Maciel se enterara de las acusaciones "no le resultaría difícil persuadir a los religiosos de su Congregación de que declararan contra su propia conciencia, pues es cosa conocida el poder extraordinario de persuasión de que está dotado", indica el documento.



Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue acusado de abusar sexualmente en los años 50 de al menos nueve seminaristas. La denuncia llegó al Vaticano en los años 90, pero en ese entonces el Papa Juan Pablo II no dio respuesta a las víctimas; sin embargo, en 2006 Benedicto XVI castigó al sacerdote y le ordenó que renunciara a todo ministerio público.



Otra carta que también fue revelada refiere a un reporte del padre Gregorio Lemercier de la Diócesis de Cuernavaca, Prior del Monasterio de la Resurrección, quien da a conocer conversaciones sostenidas con quien fuera secretario de Maciel, el padre Federico Domínguez y también con el padre Luis Ferreira.



En la carta se informa que Maciel tomaba hasta 40 inyecciones de droga en un día.



Maciel "pierde sentido (aparentemente) con mucha frecuencia. Estuvo en dos sanatorios. En La Habana, donde inmediatamente logró conseguir sus inyecciones con ayuda de dos de sus religiosas; los tres tuvieron que salir apresuradamente de Cuba porque la Policía se dio cuenta y andaba tras de ellos", indicaba.



En las cartas que llegaron al Vaticano en 1959 se sostenía que Maciel practicaba "actos de sodomía" y se estimaba que al menos diez miembros de la Congregación habían sido sus víctimas.

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