La muerte del Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora y tres de sus colaboradores, entre ellos el subsecretario Felipe Zamora Castro y tres integrantes de la tripulación de un helicóptero de la Presidencia de la República, consternó ayer a la nación entera y cimbró la política nacional, en medio de especulaciones en torno a las causas que pudieron originar que se estrellara la aeronave en la que se trasladaba el funcionario que ocupaba el segundo cargo en importancia en el gobierno de México.
La Presidencia de la República y el propio titular del Ejecutivo federal Felipe Calderón Hinojosa, han pedido a la población y medios de comunicación el “no especular” sobre las causas, sin embargo ellos mismos se adelantan y especulan en torno a la tragedia al asegurar, sin sustento alguno, que se trató de un lamentable accidente, versión que por salud pública sería deseable que fuera verdad, pero que no está sustentada en ningún estudio ni peritaje.
No es sano alimentar sospechas sobre las causas que originaron la muerte del secretario Blake Mora y resulta preciso el esperar a que sean los expertos y especialistas en aeronaútica civil, los que informen de manera oficial el resultado de los peritajes que practiquen tanto en campo, como a los restos de la aeronave que se ha informado, se trata de un helicóptero tipo Super-PUMA, que siempre estuvo resguardado antes de salir del hangar y que siempre recibió el mantenimiento debido.
Junto con Francisco Blake viajaban el subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, Felipe Zamora Castro; el director de Comunicación Social, José Alfredo García Medina; la secretaria técnica de la oficina del secretario, Diana Haiton Sánchez; el mayor René Calderón, así como Felipe Caso Cortés, el teniente Pedro Ramón Escobar Becerra y el Sargento José Luis Juárez Gómez, los tres últimos integrantes del Estado Mayor Presidencial y, a decir de la Presidencia de la República, será la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) la que se encargue de evaluar todas las posibles causas y clarificar los hechos en los que perdieron la vida.
Sin embargo resulta imposible relacionar el hecho con el fallecimiento de Juan Camilo Mouriño ocurrido el 4 de noviembre del 2008, hace 3 años, cuando se desempeñaba como Secretario de Gobernación y que con otros colaboradores y el ex-subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, responsable por algún tiempo del combate a la Delincuencia Organizada, viajando en un avión oficial tipo Leard Jet se desplomó en la Ciudad de México y cayó en pleno Paseo de la Reforma, falleciendo varias personas, en un hecho que marcó al gobierno de Calderón, por ser su colaborador y amigo más cercano y nunca quedar claras para la sociedad las causas del percance.
Para nadie es desconocido que la muerte de Juan Camilo Mouriño hace tres años y hace seis la de Ramón Martín Huerta, entonces Secretario de Seguridad Pública en el gobierno federal, fueron atribuidas por la Vox Populi a la delincuencia organizada, como también se especula esta ocasión, cuando el hecho vuelve a repetirse en una de las etapas más crudas de la “guerra” que el gobierno de México enfrenta con los cárteles del narcotráfico.
La Presidencia de la República tiene el deber legal y moral de informar de manera precisa todo referente al lamentable accidente que costó la vida a Blake Mora y sus colaboradores; si está vinculada al grave problema que representa el crimen organizado y desea combatirlo, debe comenzar por reconocerlo.
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