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lunes, 21 de noviembre de 2011
Reconciliación” por conveniencia-- JENARO VILLAMIL
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Tras una ausencia de cinco años en las pntallas de Televisa, a la que incluso calificó de ser parte de la “mafia del poder”, Andrés Manuel López Obrador apareció la noche del miércoles 16 en El Noticiero, que conduce Joaquín López-Dóriga, en lo que parece ser una reconciliación del tabasqueño con la empresa de Emilio Azcárraga Jean.
Horas antes, en entrevista radiofónica vespertina con Jacobo Zabludovsky, exconductor estelar de Televisa durante la época de Emilio Azcárraga Milmo, López Obrador recordó uno de los episodios más oscuros de su relación con la empresa que concentra 60% de las concesiones de televisión abierta.
Comentó que dos días antes de los comicios de 2006 Azcárraga Jean le entregó un “documento apócrifo” en el cual se planeaba la expropiación de Televisa en caso de que el perredista ganara la elección presidencial.
“Yo ni sabía cuántas empresas tenía Televisa, pero ahí aparecían las empresas bien señaladas: al final, el acuerdo donde iba yo a expropiar Televisa. ¡Imagínese!… Hasta qué grado se llegó en 2006”, expuso López Obrador a Zabludovsky.
Y una hora después de la entrevista con López-Dóriga, en el programa Tercer grado, conducido por Leopoldo Gómez, los participantes, lejos de criticar a López Obrador, destacaron el cambio en su discurso y elogiaron la forma en que él y Marcelo Ebrard habían conciliado las diferencias y constituido el Movimiento Progresista con el PRD, PT, Convergencia y con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), organización creada por el tabasqueño hace tres años.
Al día siguiente, el jueves 17, la nota principal de Milenio diario decía: “López Obrador hace las paces con Televisa”, incluso desplegó una foto en la cual aparecen López-Dóriga y López Obrador dándose la mano.
Las razones del monopolio
El acercamiento entre Televisa y López Obrador no es casual. Coincide no sólo con la victoria del exjefe de Gobierno del Distrito Federal en las encuestas que realizaron las empresas Nodos y Covarrubias, cuyos resultados se dieron a conocer el lunes 14.
Ese mismo día, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) inició una consulta pública para “normar su criterio” en torno a la licitación de dos nuevas cadenas de televisión abierta en señal digital.
Y aun cuando la convocatoria lanzada por el organismo regulador de los medios electrónicos y de telecomunicaciones advierte que este ejercicio “no es vinculante” en la toma de decisiones, sí incluye preguntas y un documento en el que se hace una severa crítica a la concentración televisiva en México.
Sin mencionarla por su nombre, en el documento de referencia, la Cofetel define así la concentración de Televisa: “En nuestro país existen 461 estaciones concesionadas de televisión abierta.
“Un grupo de interés cuenta con 224 concesiones (poco más de 48% del total) y transmite su programación en otras 34 estaciones afiliadas (poco más de 7%). Es decir, tiene control del contenido que se transmite en 56% de las concesiones de televisión abierta en México. Debido a lo anterior, dicho grupo ha podido conformar tres cadenas nacionales, además de transmitir otra programación en 20 canales regionales o locales.”
La Cofetel también se refiere a TV Azteca, donde el conductor del noticiario Hechos de la noche, Javier Alatorre, entrevistó a López Obrador el martes 8, en los siguientes términos:
“Por su parte, el único competidor a nivel nacional del principal grupo de interés, cuenta con 180 concesiones, incluyendo una local y una empresa afiliada (alrededor de 39% del total de concesiones). Esta empresa ha logrado conformar dos cadenas nacionales.
“En conjunto, estas dos empresas tienen relación con 95% del total de estaciones concesionadas de televisión del país”, refiere el análisis de la Cofetel. En materia de concentración publicitaria, afirma que 99% de los 33 mil millones de pesos de inversión publicitaria en televisión, “se concentra en las dos empresas principales del país”.
Además, Televisa y TV Azteca captan 58% de la inversión publicitaria del país, frente a 9% de la radio, 8% de los periódicos, 3.4% de las revistas, 6% de internet y 1.5% de cine.
Las preguntas de la consulta popular de la Cofetel no le hacen ninguna gracia a los dueños del duopolio televisivo: “¿Considera que la oferta en México de televisión abierta es suficiente?”; “¿Considera que existe mercado publicitario suficiente para hacer rentable la operación de nuevas empresas de televisión abierta?”; “¿Considera pertinente la licitación de televisión abierta aun con la creciente oferta y penetración de servicios de televisión de paga y otros medios de distribución de contenidos?”.
Una de las preguntas que más molestia les ha ocasionado a los directivos de las dos empresas es: “¿Considera que la contraprestación económica que correspondería al ganador, pudiera aportarse en especie, mediante la instalación gratuita de decodificadores y antenas para televisión digital en su zona de cobertura?”.
Esta disputa por el futuro de la televisión digital coincidió también con la resolución de los ministros de la Suprema Corte de Justicia que desestimó la anticonstitucionalidad del decreto presidencial de Felipe Calderón que adelanta seis años el llamado “apagón analógico”, programado originalmente para 2021.
Al no reunirse los ocho votos necesarios para convalidar el proyecto de sentencia elaborado por la ministra Olga Sánchez Cordero, quien consideró que no le corresponde a Calderón regular en materia de radio y televisión, la Suprema Corte de Justicia avaló que el “apagón analógico” se adelante seis años. Lo anterior significa que Televisa y TV Azteca deben devolverle al Estado los canales analógicos que ya no utilizarán.
El rechazo de las dos televisoras a abrir las licitaciones a nuevas cadenas de televisión y al ingreso de Telmex al mercado de la televisión restringida está ampliamente documentado, sobre todo a partir de que se desató la “guerra de telecomunicaciones” entre el duopolio televisivo y las empresas de Carlos Slim.
En este rubro y aun cuando se ha mostrado proclive a que se abra la competencia en el espectro radioeléctrico, López Obrador sostiene que ello no implica que se “expropien” o “quiten” las concesiones existentes.
Durante la pasarela de precandidatos presidenciales que organizó la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión el 20 de octubre último en el hotel Camino Real de la Ciudad de México, López Obrador cerró su discurso ante los concesionarios afirmando:
“Creemos que es indispensable democratizar los medios de comunicación. Esto lo lograremos sin expropiar empresas o quitar concesiones, con respeto a la legalidad, buscando siempre convencer y persuadir con argumentos, y enfrentando las prácticas monopólicas con la más amplia competencia. Lo he dicho en otras ocasiones y lo repito ahora a manera de ejemplo: si Carlos Slim, como cualquier otro ciudadano, desea tener un canal de televisión, no tendrá ninguna limitación. De igual forma, si Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego o cualquier otro ciudadano desean invertir en la telefonía, también podrán hacerlo.
“No va a haber monopolios. Ustedes saben que todos los monopolios son dañinos, sobre todo el monopolio del poder. La democracia es competencia, que el ciudadano pueda elegir entre varias opciones.”
Su presencia ante los concesionarios generó una gran expectativa, sólo comparable a la del priista Enrique Peña Nieto. A partir de ese día comenzó a pactarse el acercamiento entre el político que fue señalado como “un peligro para México” y los empresarios de la radio y televisión que lo vieron con recelo durante este sexenio.
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