Javier Sicilia y “Subcomandante Marcos” del EZLN comparten no sólo simpatías mutuas, sino un discurso crítico muy parecido contra la clase política, los grandes empresarios, los poderes fácticos y hasta con sus propios críticos y aduladores. Ambos tienen motivos distintos en su lucha, con orígenes muy distantes (uno, por los 500 años de olvido a los pueblos indígenas; el otro, por la muerte cercana producto de la narcoviolencia), pero convergen que tienen influencia de la filosofía social del catolicismo.
Sicilia y “Marcos” conocen, han leído e intercambiado epístolas con el desaparecido Octavio Paz. Por lo mismo, no dudo que ignoren los últimos ensayos que el poeta escribió sobre el entonces movimiento neozapatista entre 1994 y 1996: "La Selva Lacandona" ; "Vegetaciones" y "Poda". Todos publicados en la revista Vuelta, mismos que he vuelto a desempolvar porque, desde mi punto de vista, representan la mejor crítica al discurso de “Marcos”, el cual, si viviera, también aplicaría a Javier Sicilia.
En diciembre del año pasado, se conoció la última incursión del llamado “Subcomandante Marcos”, en una carta dirigida a Don Luis Villoro, la cual despepita contra todo, incluso a quienes le dieron la mano y mucho espacio en el diario La Jornada.
“Marcos” y Sicilia, con sus razones y emociones, arremeten contra todos porque creen que están ubicados con una autoridad moral por encima de toda la clase política, los intelectuales y los formadores de opinión.
Octavio Paz en "Vegetaciones" criticó la creación del Frente Zapatista de Liberación Nacional como brazo político de los zapatistas. Hoy algunos piden que el Movimiento por la Paz con Justicia Dignidad y hasta que el #YoSoy132) se conviertan en partidos políticos o que sus activistas pasen a la escena política.
El poeta, en ese entonces, fue directo contra el EZLN: “a ese organismo político no le interesa la política, no le interesa tomar el poder, sino erigirse en una instancia suprema, lejos de las contiendas: El Frente sería una instancia distinta y superior a los gobiernos, los partidos, los grupos y los individuos. Sería la conciencia política de la sociedad, a un tiempo su censor y su ejemplo. El Frente ejercería su acción de crítica y supervisión no con los partidos y los gobiernos sino a través de ellos y sobre ellos”.
La crítica de Paz aplica “a pie juntillas” al movimiento de Sicilia. Pero Octavio Paz se fue más a fondo al delatar el trasfondo religioso del papel moral del EZLN, que es lo mismo que sucede con Sicilia. "Estamos ante una traducción o transposición laica de la antigua supremacía espiritual y política de la Iglesia".
“Nadie puede ser vocero de la sociedad civil porque la naturaleza de ésta es plural, heterogénea, diversa. Así, la idea de crear un Frente político independiente del Estado, los partidos y los grupos, no sólo es irrealizable; además y sobre todo es profundamente antidemocrática”, remató el poeta.
En otro ensayo, “Selva Lacandona”, Paz le envió un saludo al líder del EZLN, con el que cerró la discusión: “Coincido con Marcos en que en esta hora de México y del mundo, nos hace falta un proyecto nuevo. El mío es muy vago pero incluye a todos, sin exceptuar a los excomulgados por una u otra inquisición”.
Para muchos, evocar ahora a Paz y a “Marcos”, en alusión al discurso de Sicilia, pudiera ser inútil, pero para alimentar al debate no deja de ser interesante, cuando ese discurso de la “alta calidad moral” (la soberbia del “elegido”), se repita una y otra vez en varios de los líderes de un México que está en el siglo XXI pero pareciera que sigue viviendo en la Colonia.
Octavio Paz, en el ensayo “Chiapas: hechos, dichos, gestos”, apuntó que el éxito del EZLN se debió a lo siguiente: "el lenguaje de los líderes del PRI es un lenguaje de funcionarios: frases hechas de cartón y de plástico; el sub-comandante Marcos, aunque desigual y lleno de subidas y caídas como un tobogán de montaña rusa, es imaginativo y vivaz. ... A veces es chabacano y chocarrero; otras brioso y elocuente; otras satírico y realista: otras machacón y sentimental. Una prosa accidentada: elevaciones y batacazos. Su fuerte no es el razonamiento sino la emoción y la unción: el púlpito y el mitin"
Claro, como al “Subcomandante Marcos” tampoco le gustan las críticas, en una carta de abril de 2000, respondió así a Octavio Paz, aunque ya fallecido:
“El último gran intelectual de derecha en México, Octavio Paz, cumplió a cabalidad la labor encomendada por el Príncipe. No escatimó palabras para desprestigiar a los zapatistas y a quienes mostraron simpatía por su causa (ojo: no por su forma de lucha). Una de las mejores muestras del Paz al servicio del Príncipe está en sus escritos y declaraciones en los inicios de 1994. Ahí Octavio Paz definía, no al EZLN, sino los argumentos sobre los que deberían ahondar sus ‘soldados’ intelectuales: maoísmo, mesianismo, fundamentalismo, y algunos "ismos" más que ahora escapan a mi memoria. Frente a los intelectuales progresistas, Paz no escatimó acusaciones: ellos eran responsables del ‘clima de violencia’ que marcó el año de 1994 (y todos los años del México moderno, pero la derecha intelectual nunca ha brillado por su memoria histórica), en concreto, del asesinato del candidato oficial a la presidencia de la República, Colosio. Años después, antes de morir, Paz rectificaría y señalaría que el sistema estaba en crisis y que, aun sin el alzamiento zapatista, esos hechos ocurrirían de todas formas”.
Usted, amable lector, una vez repasados estos textos, ¿Con quién estaría de acuerdo?
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