Nuestro dolor no cabe en las urnas--
Adolfo Gilly
Integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, durante el acto en el Castillo de Chapultepec, al que asistieron los candidatos presidencialesFoto Cristina Rodríguez
En la mañana del lunes 28 de mayo el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MJPD) organizó en el Castillo de Chapultepec una reunión con los cuatro candidatos para la elección presidencial del 1º de julio próximo. Las crónicas refirieron, con mayor o menor fidelidad, lo que respondió cada uno de ellos a las interpelaciones de Javier Sicilia y Emilio Álvarez Icaza, voceros del MPJD.
Lo que algunos escuchamos fue sobre todo cuanto dijeron a los candidatos algunas de las víctimas, con palabras estranguladas por el dolor. Trataré de repetirlo, y conste que no estoy llamando a no votar, ni a votar en blanco.
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Con voz entrecortada por los sollozos o por la ira, la señora Margarita dijo a Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN:
Soy Margarita Lopez Pérez, madre de Yaharia Guadalupe, una joven de 19 años casada con un militar que fue desaparecida en Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, el 13 de abril de 2011. Fui a pedirle al secretario de la Defensa que me ayudara a encontrarla y no se hizo responsable porque era civil, aun cuando mi yerno era parte de las fuerzas armadas.
No hubo solidaridad, trato humano o sensibilidad por parte de las instituciones que se supone nos deben defender y proteger.
Las autoridades me dicen que hay un cuerpo. Afirman que es ella por el ADN, pero una madre reconoce a su hija.
Qué va a hacer usted para encontrarlos? ¿Qué va a hacer para que los cuerpos encontrados en fosas clandestinas sean, no sólo identificados, sino tratados dignamente?
¿Qué sentiría de ir a un Semefo y tener que buscar a sus hijos entre cuerpos amontonados, destrozados y en estado de descomposición, ni siquiera dignamente refrigerados? Imagine el dolor que eso significa para una madre, para las que están hoy frente a usted.
La ciudadanía se indigna y se asusta al ver 49 torsos en la calle… En cada morgue hay igual número de cuerpos o más, pero nadie les pone atención porque no están en la vía pública.
¿Qué respuesta me va a ofrecer como madre de desaparecida? ¿Me va ayudar a encontrar a mi hija? ¿Va a acompañarme a buscar a mi hija a las morgues y las fosas comunes? ¿Me acompañará a mí y a las miles de madres más? Son 20 mil madres que no pueden llevarle flores a sus hijos o derramar una lágrima en sus tumbas. (...)
Lo más grave es que la búsqueda de justicia implica un riesgo: se nos amenaza, tanto por criminales como por autoridades, para no hacer ruido, para olvidarnos de nuestros familiares. Algunos de nosotros hemos tenido que huir de nuestros hogares e incluso del país porque el Estado no nos protege y hemos perdido compañeros, como don Nepomuceno Moreno, acribillado a plena luz del día en Sonora. (...)
Exigimos justicia para todos sin importar su capacidad económica o situación social. Respóndame como mujer, como madre, no como política porque nuestro dolor no cabe en las urnas.
Josefina Vázquez Mota prometió acompañarla personalmente. Se la veía conmovida.
Pero como candidata del partido del Presidente, no encontró nada que contestar.
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Enrique Peña Nieto tuvo que escuchar a las víctimas de Atenco en la voz de la señora Trinidad Ramírez. Les prometió que en las represiones futuras habrá un protocolo. Pero también oyó lo que sigue y nada atinó a decir:
Soy José Carlos Castro Gurrola, del estado de Veracruz. El mundo se me vino encima el 6 de enero de 2011, en Jalapa. Ese día entraron a mi domicilio y sustrajeron a mi esposa: Josefina Campillo Carreto de 49 años de edad; a mis hijas Joahana Montserrat Castro Campillo, pasante de arquitectura a días de presentar su tesis profesional, y Karla Verónica de 19 años, estudiante de tercer semestre de diseño gráfico, y a Araceli Utrera, empleada doméstica de 19 años.
He visto a procuradores en turno, elementos de la Agencia Veracruzana de Investigación e innumerables peritos, sin obtener respuestas puntuales o resultados concretos. Muy pronto la autoridad perdió el interés, y el caso de mi familia fue turnado al ámbito federal.
He estado en dos reuniones en Chapultepec con el titular del Ejecutivo, el secretario de Gobernación y la procuradora general de la República, pero estas gestiones no han sido suficientes para poder localizar a mis seres queridos.
La frustración ha sido inmensa. No acabo de comprender su ausencia. Llegar a casa, ver sus recámaras con sus efectos personales, tal como ellas las dejaron, o sus fotos; escuchar lo que a ellas les gustaba. Compartir sus aspiraciones, vivir en la memoria de los mejores tiempos que se han ido. Porque vivir esta vida no se puede. (...)
Ha sido más difícil ser atendido por Javier Duarte (gobernador de Veracruz), militante del PRI que lo postula a usted, que por el gobierno federal.
¿Si usted fuera presidente de México, qué haría para que regresaran nuestros familiares a casa?
¿Qué hará usted con una policía que sólo denigra a parientes desesperados por saber algo de sus hijos, hijas, padres, hermanos? ¿Con Ministerios Públicos que se venden al mejor postor? ¿Con averiguaciones previas que se integran con meses o años de retraso, porque a las familias agraviadas nadie les cree? (...)
¿Por qué debemos creerle, señor Enrique Peña Nieto, si ahí donde su partido y usted mismo han gobernado se han instalado la corrupción, el crimen, el asesinato de mujeres y la impunidad?
No hubo respuesta del candidato.
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La señora María Ignacia González Vela, también con llanto en la voz, dijo a Andrés Manuel López Obrador:
Soy María Ignacia González Vela, originaria del estado de Puebla, tengo a mis hijos Andrés y Braulio de 36 y 22 años desaparecidos en Reynosa, Tamaulipas, el 27 de marzo de 2011.
Si usted llega a la Presidencia, ¿qué estrategia implementaría para detener la absurda guerra que ha costado más de 60 mil muertos, y cómo construir la paz? (…)
¿Qué sentiría usted si al llegar al Ministerio Público de Reynosa recibiera ofensas de las autoridades, que lo discriminaran y ofendieran? Cuando llorando formulé la denuncia el funcionario me dijo: cállese la boca y me sacó con prepotencia y arrogancia. Nunca pude levantar la denuncia. En Monterrey quisieron relacionar a mi hijo con cosas malas y botaron el caso a Tamaulipas y ahí ninguna autoridad me hizo caso y nunca encontré ayuda de nadie. Fui con los militares, a la zona militar de Monterrey, y el subcomandante me dijo que qué hacia ahí buscándole: váyase, porque esto está muy peligroso y no se resuelve nada.
Tenemos que lograr la verdad, recuperar la memoria. No se olvide si llega a ser presidente lo que le estamos pidiendo, desde nuestro dolor de madres.
Dos muy jóvenes mujeres del estado de Guerrero, bajo gobiernos sucesivos del PRD, dijeron a Andrés Manuel López Obrador:
Soy Coral Rojas Alarcón, de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, en el estado de Guerrero. Soy víctima por el secuestro de Eva Alarcón Ortiz, mi madre. La persona que está a mi lado es Victoria Bautista Bueno. Somos hijas de los campesinos ecologistas Eva Alarcón Ortiz y Marcial Bautista Valle, coordinadora y presidente de la organización. (...) Ellos fueron secuestrados el 7 de diciembre de 2011, cuando viajaban a la ciudad de México a una reunión con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
Nuestros temas siempre han sido en torno al cuidado del medio ambiente y los recursos naturales, pero ahora estamos aquí como víctimas de la complicidad entre delincuencia, algunas autoridades y la impunidad imperante en el país. (...)
Han pasado cinco meses y 22 días de la desaparición forzada y seguimos en espera de resultado. (...) Nos tocó vivir una situación de inseguridad por la delincuencia organizada y, como es conocido en muchos casos, por el involucramiento de autoridades del estado. (...)
En nuestro caso es la participación de 25 policías, entre ellos municipales y ministeriales del municipio de Tecpan de Galeana, Guerrero, estado que gobierna su partido. Hemos recibido amenazas e intentos de soborno para callar nuestras bocas por parte de funcionarios perredistas. Pero no nos callaremos. Somos una muestra de lo que sufren cientos de familias, miles de personas. (...)
Le preguntamos, señor candidato, a qué se va a comprometer, aquí y ahorita. Nosotros creemos que la palabra es compromiso, es palabra verdadera. ¿Lo toca nuestro dolor? Es el dolor de miles que se encuentran con el corazón lastimado, miles que cargan con pérdidas irremediables. Las víctimas, y es penoso que nosotras se lo tengamos que recordar, no han aparecido en su agenda. (...)
Esperamos que usted esté a la altura de la situación. Sabemos que el panorama es difícil, penoso y que sólo los ciudadanos unidos podemos entre todos sacar adelante la nación.
La señora María Ignacia González Vela y las jóvenes Coral Rojas Alarcón y Victoria Bautista Bueno tampoco recibieron respuesta. Menos aun la tuvo el caso del profesor chiapaneco Alberto Patishtán, preso desde hace 12 años por un delito inventado.
Los candidatos hablaron de varias cosas, institucionales y no. Las víctimas allí presentes, protagonistas reales del encuentro, una vez más asumieron el alto riesgo de testimoniar en México.
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