domingo, 28 de octubre de 2012


Moreira acusa a Calderón y el necroperiodismo de Ciro Gómez Leyva

JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO@jlca007sáb 27 de octubre de 2012
Mientras muchos políticos del gobierno federal daban por perdido a Humberto Moreira. Y el coahuilense les dio una sacudida a los panistas que muy caro les resultará, antes y después, a varios de los más influyentes integrantes del gobierno de Felipe Calderón. Especialmente al secretario de Marina, Mariano Francisco Saynés Mendoza y al secretario de seguridad Genaro García Luna.
En el momento del asesinato de su hijo, Humberto Moreira asumió el dolor como cualquier padre lo haría. Pero desde esos instantes estaba informado de que había sido perpetrada una narco-venganza por parte del cártel ligado umbilicalmente a Heriberto Lazcano, “El Lazca” y su lugarteniente el Zeta 40.
La lógica de Moreira en sus declaraciones es plausible. En un municipio tan pequeño como Progreso el fuereño es inmediatamente distinguido. Y el Lazca se paseaba por el lugar como si fuera un pueblerino más. Hacía negocios en las minas de carbón y. al parecer, hasta era propietario de una de ellas. En el negocio lo acompañaban personajes de talante empresarial.
Un país que tenga un servicio de inteligencia mediano sabría eso de inmediato. Y lo más probable es que los “líderes” del calderonismo en la lucha contra el narcotráfico, García Luna y Saynés Mendoza, debieron estar al tanto de los movimientos de un personaje tan buscado (cuando menos esa era la información oficial) como Heriberto Lazcano.
A Lazcano lo mataron por casualidad. Luego dejaron que se robaran los cuerpos de una funeraria. Y finalmente se perpetró una venganza por el abatimiento de un sobrino de la familia.
Son muchos elementos que debieron estar en manos de los servicios de inteligencia mexicanos en este caso. Y se les pasó el asunto. O lo dejaron pasar.
Ya se llegará el momento de que la siguiente administración federal investigue quienes son los funcionarios que Moreira señala que estaban coludidos con empresarios para explotar las minas de carbón coahuilense. Pero por lo pronto hay que dejar en claro qué tipo de información dejaron pasar las autoridades encargadas de combatir a la delincuencia organizada hasta llegar al crimen del hijo de Humberto Moreira.
Moreira puso en el filo de la navaja, nuevamente, la condición en que se lleva a cabo actualmente el combate al crimen organizado. Rodeado de corrupción y de acciones de colusión impresentables.
Con un necroperiodismo de mal gusto, Ciro Gómez Leyva dijo que, a pesar de ser a través de un doloroso acontecimiento, Moreira vuelve a los primeros planos de la política.
Creo que el asunto es de mucho más fondo que eso.

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