El Distrito Federal, contraste y oportunidad
Bernardo Bátiz V.
E
s notable la diferencia entre el momento inicial del gobierno federal el primero de diciembre y el arranque del gobierno de la ciudad, cuatro días después; ante el acto en San Lázaro la ciudadanía se manifestó crítica y valiente en contra de un proceso electoral que debió de invalidarse por la cantidad de anomalías de que estuvo plagado y contra la entrega de la banda presidencial al favorecido por las irregularidades.
Simultáneamente a la ceremonia en la que el nuevo presidente rendía protesta, prometiendo guardar y hacer guardar la Constitución, ésta se violaba flagrantemente en las calles, por cuenta de policías federales y locales.
En cambio, el acto de la protesta constitucional del nuevo jefe de Gobierno del DF y su discurso ante un público que colmó el Auditorio Nacional, fueron respetados y aplaudidos por los ciudadanos; el DF ha sido modelo en leyes y actitudes cívicas, aquí reside una ciudadanía informada y politizada, que en un caso, el federal, se volcó en protestas torpemente reprimidas e infiltradas y en otro, el de la ciudad, unos cuantos días después, se comportó con civilidad y ambiente de fiesta. La capital sigue siendo la ciudad de la esperanza, regresó el PRI, pero no aquí.
El primero de diciembre fue turbio y confuso, en estado de sitio, con crispación y nerviosismo extremo, en cambio el 5 fue tranquilo y en ambiente alegre, a pesar de alguna falta de definición en cuanto a línea política y silencio respecto de las detenciones atropelladas y la represión de manifestantes.
Esta doble realidad nos lleva a varias reflexiones; una, que no es posible sin riesgo cambiar de montura a la mitad del río, cuando lo peor de la violencia sucedía en avenida Juárez, por cierto ante cámaras de televisión inexplicablemente oportunas y respetadas, el enérgico jefe de la policía metropolitana ya formaba filias en el gabinete federal y quien o quienes lo sustituyeron, no supieron o no pudieron impedir el sospechoso vandalismo.
Otra reflexión, el DF da ejemplo y revive esperanzas de que el retroceso que significa el regreso de las viejas prácticas no sea definitivo. Aquí el gobierno de la ciudad cuenta con un equipo de colaboradores designados por Miguel Ángel Mancera listos a gobernar la ciudad con una buena dosis de relevo generacional, con otra de madurez, con entusiasmo, con participación popular y compromiso de carácter social derivado del voto a una candidatura de izquierda.
La primera prueba del nuevo equipo fue superada, vienen las difíciles, el gobierno que se inició en una ambiente festivo en el Auditorio Nacional, incluida la chispa picante de Susana Zavaleta, se enfrentará ahora con los problemas fuertes, cuenta para afrontarlos con cartas prometedoras en las áreas más sensibles. Seguridad y justicia están a cargo del nuevo procurador, Fernando Ríos Garza, con experiencia en el medio e indudable apoyo de su jefe, y Jesús Rodríguez Almeida, en Seguridad Pública, quién deberá tener pronto en sus manos los controles y los mandos. Algo que se espera de estas áreas es frenar detenciones arbitrarias de las que el día primero fue una muestra y poner controles en el Ministerio Público y sus auxiliares.
El área más significativa, que puede dar carácter y definición al nuevo gobierno, estará en manos de la Secretaría de Desarrollo Social que encabeza Rosa Icela Rodríguez; ahí radica la responsabilidad de mantener un gobierno con sentido social, con programas encaminados a buscar equilibrios y establecer fórmulas de justicia social; conoce el campo de trabajo, pues en Atención a Adultos Mayores demostró sensibilidad y eficacia.
Finalmente sí la PGJDF se desiste de las acciones en contra de los detenidos, estaría en lo correcto, pues si más de cien de las detenciones fueron violatorias de derechos humanos, la presunción de que todas lo fueron no es descabellada. En justicia, es menos dañino un culpable libre que un inocente preso.
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