Los contratos amañados ¡se hicieron multianuales!
Carlos Fernández-Vega
¡Oh!, paradojas de la vida. Prácticamente en el mismo momento en el que Felipe Calderón condecoraba a Alfredo Elías Ayub y destacaba su gran labor en sus diez años al frente de la Comisión Federal de Electricidad, en Estados Unidos el Departamento de Justicia daba cuenta de que procedió judicialmente en contra de dos empresarios (uno mexicano, Fernando Maya Basurto; otro estadunidense, John Joseph O’Shea) acusados de encabezar una red de corrupción en la CFE, cuyo objetivo era amarrar contratos con la paraestatal mexicana”.
Aún con la condecoración al pecho, Elías Ayub pintó su raya y se apresuró a declarar lo siguiente: “quiero dejar muy claro que tuvimos conocimiento de esto el día de ayer (lunes 23 de noviembre de 2009), y de inmediato presentamos la denuncia ante la Procuraduría General de la República para que se investigue a fondo; pero ese contrato viene desde 1997 y yo entré como director en 1999”.
Doble falta declarativa por parte del director de CFE: la primera, porque se supone que parte fundamental de su labor es no sólo combatir, sino evitar actos de corrupción en la paraestatal; la segunda, peor que la primera, que “olvidó” mencionar que si bien es cierto que los contratos originales (los “amañados”) fueron firmados en 1997 durante los tiempos de su predecesor en el cargo (Rodolfo Gasca Neri, hoy “consejero profesional” en el consejo de administración de Petróleos Mexicanos), también lo es que en 2003 la Comisión Federal de Electricidad ratificó tales contratos y les dio continuidad multianual, esto es, cuando Alfredo Elías Ayub cumplía cuatro años en el cargo y Felipe Calderón despachaba en la Secretaría de Energía en el sexenio de Vicente Fox.
Según su propio dicho, el galardonado no registró los primeros contratos “amañados” ni los actos de corrupción en la paraestatal, por la sencilla razón de que no ocupaba el cargo de director de la CFE, de tal suerte que los ojos de la justicia tendrían que voltear a Rodolfo Gasca Neri y funcionarios que lo acompañaron. Bien, pero ¿qué pasó cuando, en 1999, Elías Ayub tomó las riendas de la Comisión Federal de Electricidad? Todo indica que nada, pues transcurrieron 12 años (que involucran tres gobiernos: Zedillo, Fox y Calderón), y nada registró, de nada se dio cuenta, de nada se enteró. Tan no lo hizo, según su propia versión, que en 2003 la cadena de corrupción y los contratos “amañados” de nueva cuenta fueron “oxigenados”, ahora de forma multianual, por funcionarios dependientes del propio Elías Ayub, sin dejar a un lado a los –se supone– estrictos órganos de vigilancia instalados en cada dependencia pública. ¿Y dónde estaba la siempre eficaz Secretaría de la Función Pública?
Al destaparse –en Estados Unidos– la cadena de corrupción en y los contratos “amañados” con la Comisión Federal de Electricidad, un funcionario de la paraestatal quiso sortear el problema, pero en el clásico contexto del no me ayudes compadre: “hay que tomar en cuenta que entre el nivel donde se ubicaban los presuntos acusados de haber recibido sobornos y la dirección general (de la CFE), hay cuatro escalafones”, lo que traducido al castellano simple quiere decir que Elías Ayub no se entera de lo que pasa en la empresa pública “de calidad mundial” (Calderón dixit) más allá del entorno de su oficina, si bien va. Y como no se entera de nada, de acuerdo con ese funcionario, del segundo escalafón hacia abajo cada quien hace lo que le viene en gana, comenzando por ratificar contratos “amañados” firmados en otra administración y con otro director.
Es obvio que a Elías Ayub como balde de agua fría le cayó la noticia que llegó del vecino del norte, pero –como es costumbre en el gobierno calderonista– el control de daños fue inexistente, comenzando por las declaraciones del propio director de la CFE, quien apenas alcanzó a decir que este caso “se va a investigar; eso es lo que le pedimos a la PGR: que investigue”. Pero se supone que él está donde está no sólo para procurar negocios a las trasnacionales españolas (que dominan la generación eléctrica privada en el país, especialmente Iberdrola) y/o al capital privado mexicano y extranjero para que exploten la fibra óptica pagada con recursos públicos, sino para prevenir, vigilar, investigar y combatir la corrupción en la empresa. Y para eso cuenta –se supone, también– con un ejército de contralores, auditores, contadores, abogados, analistas, estudiosos del tema y conexos que dependen de y le reportan al director de la Comisión Federal de Electricidad. Entonces, si no sabía, malo; pero si sabía y nada hizo, más que ratificar los contratos, peor.
De nada sirve la justificación de Elías Ayub cuando asegura que el negocio con los contratos de referencia se trató de “una actualización del software, que era algo que se tenía que hacer; pero el origen del contrato fue de 1997, dos años antes de que yo fuera director de la CFE”. De nada, si en 2003 los ratificaron y les dieron carácter de multianuales. Y éste tan sólo es un caso que sale a relucir no gracias a la labor vigilante y preventiva de la dirección de la paraestatal, ni al ojo clínico del ejército de contralores, auditores, contadores, abogados, analistas, estudiosos del tema y conexos con el que supuestamente cuenta la comisión, sino por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que una vez tiene la “desinteresada” cortesía de destapar actos de corrupción en el gobierno mexicano, y proceder en consecuencia. ¿Y en México? Apenas “se va investigar” (si es que en realidad se investiga), pero eso sí, la CFE anunció que se “mantendrá atenta a todo lo relacionado con este asunto, con total disposición a colaborar con las autoridades en las investigaciones que correspondan, a fin de fincar las responsabilidades que procedan”, y por si fuera poco iniciará una “revisión de todos los contratos que se han asignado en los 12 años recientes, con la finalidad de determinar cualquier irregularidad en los procesos”. Qué bueno, pero ¿debió hacerlo antes de asignarlos, o después de que se destapó la cloaca?
Las rebanadas del pastel
¡Qué peligro! En la Junta de Gobierno de la CFE participan prácticamente los mismos funcionarios (Kessel, Carstens, Ruiz Mateos, Cordero, Elías Ayub y Vega Casillas, entre otros) que daban cuerpo, por la parte gubernamental, al mismo órgano pero en Luz y Fuerza del Centro, ex paraestatal en la que tampoco vieron, registraron ni evitaron nada, a pesar de sumar 7 de los 10 votos posibles (los otros 3 eran del SME). Parece que se acostumbraron, porque tratándose de corruptelas en la Comisión Federal de Electricidad, nadie supo, nadie sabe.
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