martes, 24 de noviembre de 2009

El desastre en el orden del caos--A Puerta Cerrada--Marcela Gómez Zalce


•Política

• Y ahoraaaaaa… el tubazo de Fitch
• Una deuda muy cara

Jamás se ha visto el don de mentir con tanta audacia, mi estimado, como en los políticos. Y sigue el (des)gobierno sumando delicadas y malas noticias, ahora con la crónica anunciada de una calificación negativa que ya se esperaba hace algunas lunas; lo interesante fueron las razones del cordial tubazo… que ayer el presumido equipo económico trataba entre matizar y subestimar encabezado por el mismo Agustín Carstens, quien descartaba un “desastre” por lo ocurrido. Lo que desencadenó entre el estupefacto respetable un escalofriante dêja vú con aquella declaración de que a México sólo le daría un “catarrito”.

Chingón.

Agustín tiene razón en afirmar que no sería un desastre, porque la realidad muestra ya una descomunal catástrofe gracias al pésimo e ineficiente manejo de la crisis económica (que vino de fuera) pero que desde ya avisa, da señales, aclara, expone, revela y pronostica que en 2010 será todavía peor. Está anunciado en todos los despachos y en las prospectivas de los expertos con los datos adicionales sobre la caída anunciada en la producción de petróleo.

La pregunta para cuando el destino nos alcance, no… no… my friend, mejor aún, nos rebase (y no precisamente por la izquierda), es ¿cómo le van a hacer estos disfuncionales en el poder (del no poder) para enfrentar la segunda revelación de otro tsunami económico?

Porque el misil de la agencia Fitch Ratings señaló a rajatabla que rebajó la calificación de la deuda de México porque las recientes alzas tributarias no fueron suficientes para enfrentar el (hoyo negro) deterioro fiscal en las cuentas públicas, acotando que esta debilidad limita el margen de maniobra fiscal de cara choques (¡!) futuros en los ingresos petroleros. La limitada habilidad de México de implementar una creíble política fiscal anticíclica este año (aquí voló lo que quedó de la dentadura del cacareado equipo económico), en contraste con lo observado con sus pares de calificación de deuda también eleva la debilidad estructural fiscal del país. Se espera que la deuda general del gobierno de México alcance el 37% del PIB en 2009.

Bastante severo, claro y alarmante el análisis, ¿no le parece?

Y eso sin mencionar que las esquirlas del peligroso misil pegan también en la línea de flotación de otras deudas. Y con todo que algunos aplaudieron que con esto la incertidumbre llega a su fin, habría que sopesar el peso del fin de la incertidumbre que podría mutar en la incertidumbre sin fin.

Y así, sin mucho empacho, Carstens anunciaba que México necesitará unos 8 mil millones de dólares en financiamiento externo, y nuevamente emerge la duda de cuánto nos costará ese chistecito como país, porque básicamente la mala calificación advierte que este (des)gobierno puede entrar en serias dificultades para hacer frente a tanto préstamo, a líneas de crédito y a atractivos compromiso financieros, y 8 mmdd sólo para el 2010 suena volátilmente interesante. Eso sumado a la sordera del responsable de Hacienda que en su gira por Nueva York declaraba que el hecho que se haya respondido fiscalmente a la crisis (con otra crisis) no significa que no estemos preocupados por el crecimiento, uno se cuestiona, mi estimado, a cuál crecimiento se estará refiriendo, porque los números de hoy son, parafraseándolo… un desastre.

Que se agrega a los otros desastres desarrollados en tres años. El desastre del 1 de diciembre del 2006 seguido por otro desastre de la mal llamada guerra contra el narcotráfico, el desastre en el manejo de la crisis de la tortilla, el desastre en el manejo de la (in)comunicación presidencial, el desastre en la conformación del gabinete, el desastre electoral para el PAN en el pasado mes de julio, el desastre del cacareado “presidente del empleo”, el desastre de la confrontación del (des)gobierno con los empresarios, el desastre en conflictos como el minero (donde ya anunció ¡Carlos Pavón! que va a derrocar a Napoleón Gómez Urrutia) y del SME… En resumen, lo que hay son bastantes desastres.

Y muchos bastante anunciaditos por tirios y troyanos.

El quid es que el país no da para tres años más de desastres. El engendro fiscal y el PEF dejaron claro que con todo y las constantes expresiones de inconformidad social se mantuvieron los privilegios para una selecta cúpula de intocables en medio de lo que será un lúgubre y accidentado 2010.

La cándida pregunta es… ¿quién(es) se benefician con el desastre de este ordenado caos?

gomezalce@aol.com

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