Una nueva noticia se come a la anterior. Un nuevo escándalo es más fuerte que el que le precede. El gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, asegura que no tenía conocimiento de que Arturo Beltrán Leyva se había instalado en su estado, y es creíble: al final, es su palabra contra la de los demás. Pero sus dichos no acallan dudas. Principalmente porque las autoridades federales, que no despachan en ese estado, sí tenían acreditada una fuerte presencia del cártel en esas tierras. Por supuesto que no se sabía que El Barbas estableció uno de sus escondites en el condominio Altitude de Cuernavaca, Morelos; con esa precisión, para fortuna de los mexicanos, lo supo la Marina y actuó en consecuencia. Pero por lo menos desde el 7 de mayo de 2008 se hizo público que Arturo Beltrán Leyva estaba en el estado de Morelos y que desde allí mandó matar a Édgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal. Cuando lo persiguieron, en carreteras federales, se fugó hacia la entidad. Como quien se refugia en casa. Por eso las dudas crecen. Frente a las evidencias, cualquiera sin malicia podría preguntarse cuántos presidentes municipales respondían al cártel de los Beltrán Leyva, y por qué no van por ellos. Experiencia en arrestos masivos existe: ¿Cómo olvidar el “Michoacanazo”?
Mariana Gómez del Campo brincaba de coraje. Pero fue inevitable: PRD, PT, parte del PRI y del PVEM aprobaron en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal los matrimonios entre personas del mismo sexo… quienes, además, ya podrán adoptar hijos. La panista se dijo sorprendida: eso no estaba en el primer dictamen, argumentaba. Y no, la legalización sobre las adopciones de niños no estaba. La pequeña pero muy polémica reforma se coló cuando la discusión se regresó al pleno. Y se regresó, porque justamente el PAN rechazaba la aprobación de los matrimonios gay. Le salió peor.
Ah, las fotos exclusivas. Para la investigación en curso (o que debería estar en curso) sobre la manipulación del cadáver de Arturo Beltrán Leyva (documentada con fotos periodísticas —que le dieron la vuelta al mundo— tomadas por los enviados de EL UNIVERSAL): Uno de los civiles que acomodaron esa noche los billetes y las joyas sobre el cuerpo, se guardó en la bolsa el teléfono o los teléfonos del capo y de sus guardaespaldas. Un miembro de las fuerzas especiales de la Marina le dijo que debía dejarlo en su lugar, hasta que llegara la SIEDO. El civil argumentaba: “Tenemos que hacerles un peritaje”. Con los militares no se negocia. Tuvo que regresarlo, o regresarlos. Lo que habrá de información en ese o esos celulares...
Apunte final: Nunca falta alguien así (como dirían aquellas tiras cómicas): Agustín Carstens alcanza el mayor rango para un economista en este país, la conducción del Banxico, tras una caída del 7 por ciento en la economía a su cargo (una de las tres más pronunciadas en el mundo). Y José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, expresa su interés por gobernar Guanajuato el mismo día en el que dice que la epidemia de A H1N1 se pondrá más grave.
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