MAGU (((TRISTE AÑO 2009 ACLARANDO CULPAS)))
Pese a sacrificios no se vislumbra crecimiento
Carlos Fernández-Vega
Por demás atractivo y estimulante resulta el arranque de año que los gobiernos estatales y federal, sin olvidar a sus respectivos congresos, han organizado para que los mexicanos vivan mejor”: impuestos a granel, aumento generalizado de precios (con los de gasolina y diesel antes de que oficialmente comience la fiesta) en bienes y servicios del sector público y, por ende, impulso decidido para que los relativos al sector privado sigan idéntica ruta, todos ellos muy por encima de eventuales incrementos salariales y con una perspectiva inflacionaria muy superior a la de 2009.
Como bien anunció el doctor “catarrito” antes de recibir la beca Banco de México, tales aumentos no serán “discretos” (aquí sí son muy cumplidores) y sus nocivos efectos para los bolsillos de los mexicanos se agregan al alud de impuestos que comenzará a cargarse a partir del primer segundo del Año Nuevo. ¿Cómo nos irá? Con la ayuda del ITESM, campus estado de México, va un grato paseo por el tema: con la Ley de Ingresos 2010, afinada para entrar en acción, el efecto sobre la inflación será de entre 2 y 2.5 puntos porcentuales adicionales al objetivo del Banco de México, con lo que la misma estará entre 5.5 y 6 por ciento. El incremento de impuestos y un eventual crecimiento de entre 2.5 y 3 por ciento del PIB se conjugarán con una estructura económica monopólica y oligopólica que hace difícil una disminución de los precios.
El efecto diferenciado por sectores económicos es relevante para entender el entorno que cada sector de la sociedad tendrá tanto en términos de consumo como de ingresos. En una primera aproximación puede estimarse que, si se toman las cifras de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares elaborada en 2008 por el Inegi, es evidente que en la parte de los ingresos la mayor afectación sería en los deciles siete al 10, es decir, los de ingresos más altos. Para determinar lo anterior se incorporaron los aumentos en el impuesto sobre la renta, las modificaciones a la acreditación del IETU sobre ISR y el aumento del IDE, principalmente. Dado que no existe forma de diferenciar dentro de los deciles para distinguir la amplia variación de estratos en el sector más rico (en donde se concentran hogares realmente de muy altos ingresos y aquellos que tienen buenas percepciones pero que son muy inferiores a los primeramente mencionados), debe indicarse que las estimaciones son un primer acercamiento, a reserva de tener una información más detallada sobre el ejercicio del presupuesto.
Con base en cifras de 2008, sin considerar los problemas de ingresos ocasionados por la crisis del presente año (ello con el fin de evitar sesgar la información con estimaciones adicionales por decil que no se pueden incorporar sin una encuesta realizada ex profeso), se pueden precisar las siguientes conclusiones: por el lado del ingreso, los impuestos dañarán más a los deciles cuarto en adelante. Es evidente que la carga tributaria recaerá en las clases media y alta. De manera particular, los incrementos generados sobre el impuesto de los deciles de la clase media son, en términos relativos, más perniciosos que los de la parte de mayores ingresos, por lo que sin duda existirá una merma en el poder de compra en el mercado interno. Así, en términos relativos, parece que existirá una reconfiguración en la distribución de la riqueza, pero no porque exista una mejora de las clases más pobres. En realidad será por el elevado castigo a los segmentos de ingresos medio y alto.
Por el lado del gasto, se incorporan los incrementos en los precios de los bienes y servicios contenidos en la Ley de Ingresos 2010. Los principales efectos son: afectación generalizada en la capacidad de compra de la población, aún en los más pobres, aunque los efectos son menos dañinos que los del impuesto generalizado de 2 por ciento propuesto originalmente por el inquilino de Los Pinos. Sin duda, la mayor carga la soportarán las clases media y alta. De manera preliminar puede considerarse que ante este escenario los deciles más pobres nuevamente sacrificarán el consumo de bienes y servicios que no son estrictamente necesarios, a fin de poder mantener su patrón de alimentación. Es altamente probable que el primer decil eleve su gasto en alimentación y bebidas consumidas fuera y dentro del hogar; se incrementará de 39.4 a 40.1 por ciento del total. El segundo decil lo hará de 35.7 a 36.3 por ciento, el tercero de 33.2 a 33.9 por ciento, en tanto el cuarto pasará de 32.1 a 32.8 por ciento.
El incremento impositivo acabará provocando el castigo en el consumo de bie-nes y servicios no estrictamente necesarios, algo que generará un efecto negativo secundario sobre las empresas que fabrican y comercian los mismos. El problema de fondo es que pueden existir reducciones en consumo de bienes asociados a la salud y la educación, algo que afectaría el bienestar de la población y la formación de capital humano. Por tanto, parece que en conjunto las propuestas presentadas por el Poder Ejecutivo, si bien recargan el mayor sacrificio en las clases media y alta, no necesariamente implica que no existirá un efecto negativo sobre los hogares de menores ingresos, principalmente si las políticas públicas siguen siendo ineficientes.
El problema que lo anterior reviste es que no existe un proceso de gasto de gobierno bajo el cual se pueda asegurar que los recursos que se han extraído de la sociedad reflejarán crecimiento económico y bienestar social, esencialmente porque el perfil del gasto sigue recargado en la parte corriente y además debido a que los aumentos en la parte de infraestructura se encuentran focalizados en la industria petrolera y en carreteras, situación que hace poco probable un impacto directo sobre los sectores productivos afectados por la recesión en manufacturas y servicios. Además, es evidente que algunos de esos proyectos no estaban contemplados en la propuesta original del Poder Ejecutivo, por lo que su realización podría verse afectada por el mismo problema de 2009: subejercicios y puestas en marcha a destiempo, todo lo cual acabó implicando la cancelación de varios de ellos.
Las rebanadas del pastel
Si existe alguna duda sobre lo bien que trabaja la clase política y su probada eficiencia para que los mexicanos “vivan mejor” (Calderón dixit), favor de consultar sus bolsillos (en caso de conservarlos).
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