Federico Arreola
Los que no lo han entendido, abran los ojos: las cosas vienen mal en México. Tan mal que se habla ya de la posibilidad real de actos terroristas en el país. Es un pronostico terrible, pero fundado, de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos. La DEA, en efecto, ha advertido que las mafias del narco, para celebrar el año nuevo, podrían ir el próximo primero de enero contra objetivos civiles. Así de específico el dato. Lo ha dado a conocer, en una buena nota, El Universal.
¿A alguien sorprende esa advertencia? Creo que todos en México, por desgracia, desde hace tiempo pensamos que 2010 será un año difícil. En primer lugar, por lo que se celebra: dos estallidos sociales. En segundo, porque la fallida guerra de Calderón contra el narco parece haber entrado en un callejón sin salida. El Ejército, cada día más involucrado en el combate contra el crimen organizado, ya no puede detenerse. Pero los delincuentes, que claramente pierden las batallas directas, empiezan a ver una única posibilidad, ya no de conseguir la victoria, sino al menos una tregua duradera que les permita seguir operando sus negocios ilegales: asustar a la población. Es la lógica del terrorista: agredir inocentes para que la opinión pública ponga a la defensiva a las fuerzas armadas, que por otro lado jamás aceptarán el chantaje, lo que a su vez incrementará el nivel de las acciones terroristas y vuelta a empezar.
No exagera la columna Bajo Reserva de El Universal al decir que los investigadores de la DEA “cuentan con información para sustentar la alerta… días aciagos estarían por venir… Colombia es un ejemplo claro de lo que pude suceder aquí. La detonación de carros bomba en edificios públicos, escuelas, bancos y hasta en medios de comunicación. En otras palabras, el terrorismo puro”.
Lo que ha dicho la DEA no es cualquier cosa: que el narco podría atacar, a partir del 1 de enero, centros comerciales, el metro y estaciones de autobuses. Según la Agencia, los ataques podrían ocurrir sobre todo en Michoacán, Nuevo León, Estado de México, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Zacatecas y el Distrito Federal, “en objetivos como plazas comerciales, puentes y estaciones de transporte público, como el metro y terminales de autobuses, así como en eventos masivos de celebración por las fiestas de la época”.
La situación es muy grave y no se ve una salida fácil. Lo peor, lamentablemente, es que todo lo van a complicar algunos grupos políticos radicales que no creen en la democracia. Guerrillas, sí, que nunca han creído en las elecciones y que, después de lo ocurrido en 2006, han terminado de desechar esa opción.
2010 será un año electoral complejo. Los partidos políticos y el movimiento democratizador encabezado por Andrés Manuel López Obrador (que cuenta con más seguidores que varios de los partidos registrados) deberán actuar con mucha responsabilidad. Los focos rojos están en Oaxaca, donde se ha polarizado el proceso (todos contra Ulises Ruiz) y en Veracruz, donde el gobernador aprendiz de cacique intentará arrasar a cualquier costo. El reto principal para los actores políticos será el de impedir que el narco financie candidatos. Ya son demasiados los funcionarios públicos al servicio de la mafia que se harán de la vista gorda si hay acciones terroristas. No se debe permitir que crezca el número de los gobernantes subordinados al crimen. Si las fuerzas políticas no lo controlan, todo estará perdido
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